Día Internacional de las Personas Adultas Mayores
“No hay tal cosa como la persona mayor «típica». Algunos octogenarios tienen unas facultades físicas y psíquicas que nada tienen que envidiar a las de muchos veinteañeros. Otras personas, en cambio, sufren un deterioro considerable a edades mucho más tempranas. Por ello, la respuesta de salud pública debe ser integral, a fin de atender las enormes diferencias que existen en las experiencias y necesidades de las personas mayores.”

Organización de las Naciones Unidas
2021

 

El 14 de diciembre de 1990 la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución A/RES/45/106, declaró el 1 de octubre como Día Internacional de las Personas de Edad, el cual tiene por objeto reconocer la contribución de los adultos mayores al desarrollo humano y económico, así como resaltar las oportunidades y los retos asociados al envejecimiento demográfico mundial[1].

Antes de la aprobación de esta resolución ya existían iniciativas como el Plan de Acción Internacional de Viena sobre el Envejecimiento, que fue adoptado por la Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento en 1982 y que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó ese mismo año[2].

Un año después de la declaración de este Día Internacional, en 1991, la Asamblea General, en su resolución A/RES/46/91, adoptó los Principios de las Naciones Unidas para las Personas de Edad. Posteriormente, en 2002, la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento aprobó el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento, para responder a las oportunidades y los desafíos que enfrentará la población en el siglo XXI en ese rubro, y para promover el desarrollo de una sociedad para todas las edades. En este sentido, la Declaración Política y el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento (2002), dieron un nuevo ímpetu al consenso político sobre la necesidad de un programa sobre el envejecimiento, poniendo en relieve el desarrollo, la cooperación internacional y la asistencia en este ámbito[3].

De acuerdo con las estimaciones, alrededor de mil millones de personas tienen actualmente más de 60 años. Es por esta razón que para 2030 se espera que su número crezca 46 por ciento, en comparación con 2017: de 962 millones a mil 400 millones, superando a nivel global en número a los jóvenes, así como a niños menores de diez años. Aunado a ello, encontramos que en 2018, por primera vez en la historia, las personas de 65 años o más superaron mundialmente en número a los niños menores de cinco años[4].

Por otro lado, en 2014 los gobiernos adoptaron una resolución en el Consejo Económico y Social, en la cual se reconoció que la marginación por envejecimiento es “la razón común, la justificación y la fuerza motriz de la discriminación de las personas de edad"[5]. Este grupo vulnerable sufre discriminación en los ambientes médicos, centros de trabajo y entorno social en general, lo cual limita su potencial y afecta a su salud y bienestar. Es importante recordar que nuestro mundo envejece rápidamente y las personas mayores de edad constituyen nuestras raíces; además, son capaces de desempeñar un papel cada vez más importante a través del trabajo voluntario, transmitiendo su experiencia y conocimientos, cuidando a sus familias y participando cada vez más en la fuerza laboral remunerada[6].

Otro de los grandes desafíos actuales se debe a la pandemia mundial por el COVID-19 –que aún no termina–, debido que las personas mayores han tenido un riesgo mucho mayor de enfermedad grave y de mortalidad y, en el punto álgido de la pandemia, los mayores de 80 años murieron a un ritmo cinco veces mayor que el resto de las personas. La pandemia también condujo a una reducción de los servicios médicos no relacionados con el COVID-19, lo cual ocasionó más fallecimientos entre las personas mayores. Por esta razón hoy, más que nunca, es imperiosa la construcción de sociedades más inclusivas, sostenibles y adaptadas a las necesidades de las personas de edad.

Los entornos propicios, tanto físicos como sociales, facilitan que las personas puedan llevar a cabo las actividades que son importantes para ellas, a pesar de la eventual pérdida de facultades. Un entorno propicio implica, por ejemplo, accesibilidad en edificios y transportes públicos, así como de lugares por los que sea fácil caminar. En la formulación de una respuesta de salud pública al envejecimiento, es importante tener en cuenta no solo los elementos individuales y ambientales que amortiguan las pérdidas asociadas con la vejez, sino también los que pueden reforzar la recuperación, la adaptación y el crecimiento psicosocial.

De igual manera, la ONU promovió el Decenio del Envejecimiento Saludable (2020-2030), iniciativa que ayudó a reunir a expertos de las Naciones Unidas, la sociedad civil, el gobierno y los profesionales de la salud, para debatir los cinco objetivos de la Estrategia Global y el Plan de Acción sobre el Envejecimiento y la Salud, al tiempo que repasaron los avances y desafíos a lo largo del camino. Estos objetivos son[7]:

  • Igualdad de oportunidades
  • Cuidados
  • Autorrealización
  • Dignidad
  • Acceso a la justicia

En el caso particular de México, podemos encontrar que las personas de 60 años o más son titulares de los derechos humanos reconocidos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. El Estado mexicano es la autoridad garante de los mismos, y debe generar mecanismos para asegurar que los programas, políticas públicas y cualquier trabajo realizado para el ejercicio de los derechos humanos de las personas adultas mayores sean acordes a los principios rectores mencionados[8]

Es por eso que en 2021 se amplió el derecho a la pensión a adultos mayores, que incluía a personas indígenas o afromexicanas mayores de 65 años y las adultas mayores no pertenecientes a ninguno de los anteriores grupos, mayores de 68 años, para establecer los 65 años de edad en general para ser beneficiario. Asimismo, se incrementó el monto de la pensión.

De este modo se contribuye en nuestro país al incremento de los derechos más elementales de los adultos mayores, para que puedan acceder a un estilo de vida digno.

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