Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados
“El cambio climático, el medio ambiente, es uno de los mayores peligros para la paz. Las consecuencias del asalto a nuestro planeta están obstaculizando nuestros esfuerzos para eliminar la pobreza y poniendo en peligro la seguridad alimentaria. Y está dificultando aún más nuestro trabajo por la paz, ya que las perturbaciones generan inestabilidad, desplazamiento y conflicto”.
 
António Guterres
Secretario General de las Naciones Unidas 2020
 
 
 

Poclamada el 06 de noviembre del 2001 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, a través de la resolución A/RES/56/4[1], con el objetivo de garantizar y concienciar que la preservación del medio ambiente forma parte de las estrategias para la prevención de conflictos y el mantenimiento de la paz[2]. La pertinencia de esta declaración es proteger el medio ambiente en tiempos de conflicto armado, ya que su defensa representa la subsistencia y la resiliencia de las sociedades, la prevención de nuevos conflictos y la obtención de paz.

Las guerras y los conflictos armados traen consecuencias devastadoras para la salud y la naturaleza. Con frecuencia, se suele mencionar a las víctimas de guerra en términos de pérdidas materiales y humanas. No obstante, pocas veces se menciona el impacto que tienen estos conflictos en el medio ambiente, en este tipo de conflictos armados, se suele llevar a cabo acciones que ponen en peligro la biodiversidad y los ecosistemas, ejemplo, la quema de cosechas o la tala de árboles para debilitar al enemigo. De igual manera, la contaminación del agua, el envenenamiento del suelo, la deforestación y la contaminación del aire son algunos de los efectos de la guerra en el medio ambiente[3].

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señala que en los últimos 60 años al menos el 40% de todos los conflictos del mundo están vinculados con la explotación de los recursos naturales, ya sea por la explotación de la madera, oro o petróleo, o recursos menos abundantes como el agua o la tierra fértil. Además, en las últimas seis décadas se han producido conflictos armados en más de dos terceras partes de los principales puntos de biodiversidad del mundo, poniendo en riesgo su conservación. Es por ello que seis agencias y departamentos de las Naciones Unidas (el PNUMA, el Programa para el Desarrollo PNUD, la ONU HÁBITAT, la Oficina de Apoyo a la Consolidación de la Paz, el Departamento de Asuntos Políticos y el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales), coordinadas por el Equipo del marco interinstitucional para la Adopción de Medidas Preventivas, se han asociado con la Unión Europea para ayudar a los países a reducir las tensiones suscitadas por los recursos naturales y el uso de la gestión ambiental con el objetivo de construir la paz y prevenir conflictos armados[4].

De igual forma, se estableció una alianza para contribuir a una mejor comprensión de la compleja relación que hay entre las mujeres y los recursos naturales en zonas de conflicto, así como para establecer las condiciones para la consecución de la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer y la gestión sostenible de los recursos naturales para el apoyo en conjunto de la consolidación de la paz —lo cual fue realizado entre el PNUMA, la Entidad para la Igualdad entre los Géneros y el Empoderamiento de la Mujer (ONU Mujeres), el PNUD y la Oficina de Apoyo a la Consolidación de la Paz (PBSO)[5].

El primer resultado de esta colaboración fue un informe conjunto publicado el 6 de noviembre de 2013, en el cual se destacó que las mujeres en entornos afectados por el conflicto experimentan inseguridad física reiteradamente, incluida la violencia sexual, al llevar a cabo tareas diarias relacionadas con la recolección y el uso de recursos naturales. Debido a esto, proteger a las mujeres de estos riesgos no solo es importante para su salud, sino también para garantizar que puedan realizar con seguridad sus actividades económicas y sociales relacionadas con la gestión de los recursos naturales[6].

Quince años más tarde de la declaración de este día internacional, el 27 de mayo de 2016, la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente aprobó la resolución UNEP/EA.2/Res.15, en la que reconoce que unos ecosistemas saludables y unos recursos naturales gestionados de manera sostenible contribuyen a reducir el riesgo de los conflictos armados[7].

Ucrania ha tenido un gran efecto en daños ambientales y decesos humanos por la guerra lo cual, podría tardar años en limpiarse, según declara a WSJ y aumentaría el riesgo de cáncer y enfermedades respiratorias, además de afectar el desarrollo de los niños.

Stefan Smith, coordinador del programa de desastres y conflictos del PNUMA ha calificado la labor de estas organizaciones como “una especie de trabajo de detective ambiental colaborativo” y señala al conflicto armado como “un enorme problema ambiental”[8].

En la guerra se contamina en tres etapas: antes, durante y después, explica el profesor Modesto Portilla Gamboa de la Universidad Nacional de Colombia y especialista en Evolución de Riesgos y Prevención de Desastres de la Universidad de Los Andes.

Al mismo tiempo, los humanos están devastando el planeta y consumiendo los recursos finitos y no renovables, y será esa misma lucha por el control y la utilización de lo que queda lo que seguirá causando conflictos nacionales e internacionales, con tensiones cada vez mayores[9].

 

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