Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres,  por un desarrollo sostenible.
“Debemos asociar el desastre con lo cotidiano: vulnerabilidad, pobreza, marginación. Los desastres no son algo fortuito que cae del cielo (…) Hay muchas palabras que usamos comúnmente y que transmiten la misma noción que ‘desastres naturales’, como sismos, inundaciones y tormentas, cuando estos son solamente eventos que contribuyen a daños y pérdidas. Se ha enlazado desastre con eventos”.

Allan Lavell
doctor en geografía económica y Premio Sasakawa 2015

 

La Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante su resolución A/RES/64/200, decidió designar el 13 de octubre como fecha para conmemorar el Día Internacional para la Reducción de los Desastres, con el propósito de concienciar a los gobiernos y a la opinión pública para que tomen medidas encaminadas a minimizar los riesgos. Asimismo, los desastres, muchos de los cuales se han agravado con el cambio climático, generan un impacto negativo en el desarrollo sostenible y en los resultados deseados. Dentro de la resolución, la Asamblea General reconoce la clara relación existente entre el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza, la reducción del riesgo de desastres, la respuesta en casos de desastre y la recuperación después de un desastre, así como la necesidad de seguir desplegando esfuerzos en todos esos ámbitos[1].

Se estima que, como resultado de la vulnerabilidad y la exposición a amenazas naturales durante los últimos 20 años, más de 1.35 millones de personas han perdido la vida, en especial mujeres y niñas. Además, más de 4 mil millones de personas han tenido que desplazarse y se han quedado sin hogar, han resultado heridas, lesionadas, o han tenido que recurrir a algún tipo de ayuda de emergencia. Debido a esto es necesario entender que nadie está a salvo de ser víctima de una catástrofe natural y que, por lo tanto, la reducción del riesgo de desastres concierne a todo el mundo, desde los ciudadanos hasta los jefes de Estado, desde los banqueros hasta los abogados, desde los meteorólogos hasta los jefes de medios de comunicación[2].

Como los efectos de los desastres son cada vez más devastadores, en 2016 la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR) lanzó la nueva campaña “Sendai siete”, con el fin de facilitar una plataforma de promoción para que todos los gobiernos, autoridades locales, agencias dedicadas a la gestión de desastres, entidades de las ONU, Organizaciones No Gubernamentales, sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, empresas, instituciones académicas y científicas, y otros grupos interesados, muestren su apoyo a una implementación del Marco de Sendai sensible al género, destacando los logros y retos al hacerlo, y prestando especial atención a la reducción de la cantidad de personas afectadas por los desastres. La meta a cumplir para el 2021 es “Mejorar considerablemente la cooperación internacional para los países en desarrollo mediante un apoyo adecuado y sostenible"[3]

Se cuenta con diversos instrumentos y técnicas para la evaluación de amenazas naturales. Entre ellos encontramos los Sistemas de Información Geográfica (SIG), los cuales pueden desempeñar un papel importante en este proceso al actuar como una herramienta para recolectar, organizar, analizar y presentar datos. El SIG es un medio sistemático para reunir varios trozos de información sobre una unidad de espacio geográfico. El concepto es similar a varias casillas de correo, cada una de las cuales representa un área específica. A medida que se identifica cada dato sobre un aspecto en particular (suelo, lluvia, población), puede ubicarse en la casilla correspondiente. A nivel nacional, los planificadores pueden utilizar los SIG para categorizar el terreno de acuerdo con las amenazas naturales y determinar hasta qué punto estos fenómenos naturales imponen un peligro significativo[4].

Debido a todo lo anterior, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoce la importancia de coordinar las iniciativas de adaptación al cambio climático y las medidas pertinentes de reducción del riesgo de desastres, e invita a los gobiernos y las organizaciones internacionales competentes a que incorporen ampliamente esas consideraciones, en particular en sus planes de desarrollo y programas de erradicación de la pobreza y, en el caso de los países menos adelantados, en los programas nacionales de acción para la adaptación al cambio climático[5].

Como antecedente, en 1989 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales, que se celebraría el segundo miércoles de octubre; sin embargo, a partir de 2009, la celebración pasó al 13 de octubre y cambió de nombre, llamándose a partir de entonces, Día Internacional para la Reducción del Riesgo de los Desastres.

El motivo de este cambio se debe a que, según la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR), "los desastres no son naturales, sino que son el resultado de las omisiones y la falta de prevención y planificación ante los fenómenos de la naturaleza." En este sentido es importante recordar que es momento de mejorar nuestra táctica si queremos dejar un planeta más resiliente a las generaciones futuras.

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