Se realiza en México la primera “Conferencia Latinoamericana por la Soberanía Nacional, la Independencia Económica y la Paz”
“La Conferencia estará abierta a todas las organizaciones, movimientos y sectores de la vida pública de América Latina, para discutir los problemas que exigen soluciones inmediatas y eficaces y contribuir a asegurar la paz mundial, sin la cual todo lo construido hasta hoy por el esfuerzo humano, a lo largo de los siglos, podría destruirse.”
Conferencia Latinoamericana por la Soberanía Nacional, la Emancipación Económica y la Paz
Convocatoria 1961

 

El 17 de enero de 1961, firmada por Lázaro Cárdenas (México), Domingo Vellasco (Brasil) y Alberto T. Casella (Argentina), se lanzó la convocatoria para la Conferencia Latinoamericana por la Soberanía Nacional, la Emancipación Económica y la Paz, la cual se llevó a cabo entre el 5 y el 8 de marzo de ese año en la Ciudad de México, con el objetivo de “Establecer una política común, que lleve a los pueblos de América Latina a desempeñar, para sí y para la humanidad, el papel que les corresponde en esta hora del mundo”, con hincapié en los temas de soberanía, independencia económica y política y apuntalar la paz mundial desde la integración latinoamericana .[1]

Si bien el balance de participantes por país fue contrastante, entre el 5 y el 8 de marzo de 1961 se congregaron en la Conferencia Latinoamericana en cuestión delegados y organizaciones sociales de Argentina, Bolivia, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, El Salvador, Uruguay y Venezuela . [2]

En su declaración final la Conferencia señaló la llegada de una nueva época para América Latina, emancipadora de la principal fuerza bloqueadora del desarrollo regional: el imperialismo estadounidense, cuyo fundamento, la doctrina Monroe, fue rechazado como ilegítimo. Con el objetivo de lograr la libertad total, política y social, se subrayó la necesidad de, primero, lograr la independencia económica a través de transformaciones medulares en la estructura organizativa y administrativa de cada país. Una soberanía nacional reforzada por su símil latinoamericano, integral .[3]

En lo referente a la Emancipación Económica, la Conferencia asentó que ésta sólo podía darse terminando con la implantación de monopolios extranjeros, principal causa de la miseria de los pueblos latinoamericanos. Para emanciparse económicamente, los participantes en el magno evento recomendaron desplegar una política de desarrollo económico favorable a la inversión pública; la industrialización nacional; el rescate de los recursos naturales de cada país, expropiándolos en caso necesario de manos extranjeras; el fortalecimiento del mercado interno y la estimulación de la cooperación económica interlatinoamericana, entre otros temas. Todo ello con una consideración previa: dar estos pasos no sería fácil, habría que luchar contra los individuos y las fuerzas regresivas de dentro y fuera de América Latina, siempre dispuestas a no perder prerrogativas . [4]

A lo anterior se sumó un punto crucial: la reforma agraria integral en toda Latinoamérica. Su base sería acabar con latifundios, incluyendo sus nuevas formas gestadas a partir de una incorrecta o injusta distribución territorial por parte de cada Estado. “La tierra y sus frutos deben ser de quien la trabaje”, fue principio regente de esta reforma que también contempló el equilibrio productivo y un comercio bajo precios justos, además de terminar con las medidas fiscales empobrecedoras del campesinado.

La recuperación y nacionalización de recursos, por su parte, fue considerada una medida ineludible, una necesidad para lograr verdaderamente la soberanía y la independencia económica. Para ello se repudió la organización de sociedades mixtas, donde la inversión se compartía entre empresas nacionales, gubernamentales o privadas, y empresas extranjeras. La inversión ajena a capital latinoamericano no podía ser permitida, pues eran bien conocidas sus secuelas explotadoras y su empuje hacia la dependencia en recursos, justo lo contrario a la proclama de la Conferencia. Conllevaba esto la nacionalización de los bienes en manos extranjeras. Además, con la mira puesta en el bienestar de los trabajadores, se reconocían sus derechos, ligados a la libertad, autonomía, democracia sindical y social. Para lograrlo, la Conferencia promovía la lucha de la clase obrera como forma de vencer los obstáculos y abusos existentes y apuntalar al mismo tiempo la emancipación económica regional. A la vez se denunció a la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT) como brazo de infiltración estadounidense, cuyo objetivo era dividir y corromper a los trabajadores. En contrapeso se recomendó la afiliación a la Carta de los Derechos Sindicales, la cual había sido aprobada por el Consejo General de la Federación Sindical Mundial, y se establecieron mecanismos para elevar los salarios a la par del costo de la vida y luchar por la igualdad de condiciones laborales para la mujer, en un verdadero aporte a la equidad de género [5]. Tampoco se excluyó a los migrantes en los Estados Unidos, su lucha encontró eco por la justicia en los planteamientos de los conferencistas de 1961.

Finalmente, la paz fue tema de cierre en esta Conferencia. Inmersa en los tiempos de la Guerra Fría, sus participantes analizaron este contexto para defender su derecho soberano a la paz, haciendo hincapié en la presencia de bases militares estadounidenses en los países de América Latina y en la necesidad de defensa de la lucha revolucionaria cubana. Además, hizo suyo el principio de lucha activa contra todo tipo de propaganda de guerra, “por ser negativa y opuesta a los más caros anhelos populares”[6] y a favor del desarme, las leyes antidemocráticas y la represión. En cuanto a la cultura, se subrayó la relevancia de impulsar la alfabetización como factor integrador, y de promover la educación gratuita en los niveles básicos, además de respetar la versatilidad de las manifestaciones culturales propias del inmenso territorio latinoamericano, un punto con el que se apuntalaba también la soberanía.

La Conferencia Latinoamericana por la Soberanía Nacional, la Independencia y la Paz fue, en su momento, sumamente exitosa, pero los mecanismos de represión y la infiltración de las fuerzas contrarias no permitieron la unión latinoamericana. Por lo mismo, conocer este encuentro hoy es fundamental, pues la batalla sigue abierta y se está dando.

Área Responsable