Muere Andrés Molina Enríquez, destacado ideólogo del agrarismo. Su mayor aportación se plasmó en el Art 27 de la Carta Magna de 1917
El licenciado Molina Enríquez "Pensó, todavía en las tinieblas de la noche lo que otros habrían de pregonar cuando ya estaba amaneciendo. El, desentrañó de los imprecisos e inexplicables malestares de las masas campesinas, cuál era la causa y cuáles tendrían que ser los remedios de la esclavitud endémica del peón. En este sentido merece ser llamado el verdadero precursor de la Revolución agraria de México". “..Fue principalmente un pensador, y como tal, justo es que tenga su monumento en las páginas de la historia que no por ser impalpable dejará de ser más perenne que el bronce.”
 
Luis Cabrera
Abogado, político, diplomático y escritor mexicano
 
 

AndrésMolina Enríquez nació en Jilotepec, Estado de México en 1866 y falleció el 1 de agosto de 1940 en Toluca. Fue un abogado, docente, periodista, político, sociólogo y etnólogo, su obra tuvo una gran repercusión en la transformación político social y agraria del México revolucionario[1]. Una de sus contribuciones más importantes a México fue su participación en la elaboración de la Constitución de 1917, artículo 27º.

Ingresó al Instituto Científico y Literario de Toluca. De ahí pasó a la Escuela Nacional de Jurisprudencia, en la Ciudad de México, donde fue contemporáneo de Jesús Urueta y Francisco M. Olaguíbel. Pronto se dedicó a la judicatura, se hizo cargo de un juzgado local. Posteriormente, por enfermedad de su padre, se hace cargo de la notaría que éste manejaba en Jilotepec, brindándole una oportunidad de conocer el proceso de concentración de la tierra en manos de unos cuantos españoles y criollos, mediante el sistemático despojo de ranchos y ejidos a los indios y mestizos que carecían de titulación escrita[2]. Establece su despacho de abogado en Ciudad de México, con Luis Cabrera, con quien compartió estrecha amistad, ideales, y trabajos periodísticos y estudios.

Andrés Molina Enríquez fue precursor, actor y defensor de la Revolución Mexicana. Su participación no fue con las armas, la realizó en el campo de las ideas, que proporcionaron causa y propósito para la lucha armada, estudió los problemas del país en su raíz y propuso de manera precisa y analizada soluciones radicales, justas y convenientes. Tal pasión tuvo por el problema agrario de México, que lo llevaba a sentir molestia e inconformidad con quien no actuaba para solucionarlo.

Molina Enríquez exhibió como el gran problema nacional el de la tierra. Realizó una investigación exhaustiva, documentándose a fondo, estudiando antecedentes y la historia de México. Así, buscando la raíz, encontró causas muy distintas a las que los Científicos” habían establecido. Para el sociólogo, el problema de la tierra tenía su origen en el despojo efectuado a partir de la Conquista, el cual se acentuó en la época colonial y que las graves problemáticas del país en los largos años de guerra e incertidumbre durante la lucha por la independencia y su consumación impidieron corregirlo y la dictadura de más de tres décadas del porfirismo vino a agravar. Le tomó varios años realizar su investigación sobre el problema fundamental de la propiedad de la tierra, realizando comparaciones en el tiempo y en las diversas regiones del país. Como resultado de este exhaustivo trabajo publica en 1909 su libro Los grandes problemas nacionales[3].

Don Andrés señalaba la necesidad urgente de la repartición de la tierra entre el mayor número posible de mexicanos y proponía detalladamente los medios legales disponibles en aquella época: fraccionar las grandes haciendas y repartir en forma de pequeña propiedad las tierras de la nación. También proclamaba que dicha obra tendría que ser realizada, ya fuera por medios pacíficos o por una revolución que –auguraba– tarde o temprano sobrevendría.

La obra del mexiquense señala las raíces de la injusticia y demuestra la opción de un camino posible. Sus ideas fecundaron y alentaron a la acción y esas chispas encendieron a muchos espíritus y los lanzaron a la acción revolucionaria.

LA SOLUCIÓN PACÍFICA QUE PROPUSO ENRÍQUEZ NO SE SIGUIÓ, LA REVOLUCIÓN ANUNCIADA OCURRIÓ

Con la derrota de Porfirio Díaz, Molina ve factible que la Revolución que había previsto, hiciera justicia, y realizara el cambio tan necesario en el campo mexicano: dar la tierra a quienes la trabajan. Así, el 21 de agosto de 1911 se lanzó a la lucha armada proclamando su famoso Plan de Texcoco, manifiesto en contra del latifundismo y en favor del reparto de tierras y en el cual desconocía al gobierno del presidente interino Francisco León de la Barra, así como la autoridad de los gobiernos de los estados, del Distrito Federal y de los territorios de México, sin embargo, fue aprehendido y pasó dos años en la cárcel[4]. Aun así, el Plan se convirtió en un legado para los postulados revolucionarios. El diplomático y escritor Luis Cabrera consideraba el Plan de Texcoco como la semilla de donde habría de surgir el “Plan de Ayala” de Emiliano Zapata.

El pensamiento de Andrés Molina Enríquez también fue de gran influencia para los dirigentes revolucionarios y en la Ley del 6 de enero de 1915, así como para los Constituyentes de 1917, redactores del artículo 27 constitucional. El mismo Cabrera, quien intervino en la redacción de la Ley Agraria, expedida por Venustiano Carranza el 6 de enero de 1915 en Veracruz, considera como antecedentes de esta ley a Los grandes problemas nacionales, y Molina lo ratifica al considerar que en dicha ley se reflejan los postulados principales de su libro.

Pero la aportación fundamental para la nación del abogado de Jilotepec es su participación en el Congreso Constituyente de Querétaro de 1917, en la Comisión redactora del Artículo 27 de la nueva Constitución –actualmente con vigencia en México–. Al ser Enríquez el mejor conocedor del problema agrario en México y sus ideas las más convenientes para solucionarlo, fue invitado por Carranza. Si bien su proyecto inicial no fue aprobado, buena parte de sus ideas fueron recogidas en la versión final. Allí sostuvo el error de la legislación liberal, que solo atendió a la propiedad, debiendo legislar también para la propiedad comunal y la de las corporaciones, entre otras, estableciendo el primado de la propiedad nacional estatal y la creación de la propiedad privada como concesión revocable[5].

El artículo 27 establece la soberanía económica y la rectoría del Estado, y es el fundamento legal de la Reforma Agraria que además de otorgar justicia a los campesinos favorecería la producción de alimentos nacionales. Este artículo es de gran importancia al establecer la propiedad originaria de la nación sobre el suelo y el subsuelo, la capacidad de imponer modalidades a la propiedad privada y a las bases para la expropiación.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 afectó muchos intereses, por lo que desde su puesta en vigor no estuvo exenta de múltiples ataques. El articulo 27 fue uno de los más impugnados por la gran cantidad de intereses materiales que afectaba, sobre todo entre la Iglesia, hacendados y empresas extranjeras, y por sus disposiciones que permiten al Estado actuar en beneficio de la colectividad, por lo que, a través de artículos periodísticos y cartas públicas, don Andrés Molina se convirtió en un tenaz defensor de su contenido y de las acciones ejecutadas para su cumplimiento.

Al triunfo de la Revolución, el insigne maestro se dedicó a sus investigaciones antropológicas en el Museo Nacional, siendo nombrado director del Departamento de Etnografía, en donde enseñó y contribuyó a la formación de una pléyade de notables mexicanos, como el educador y antropólogo Miguel Othón de Mendizábal, quien compartía su lucha por la Reforma Agraria y el bienestar de la población indígena, dejando el maestro un ejemplo de investigación y dedicación como legado admirable. Sus trabajos en el servicio público fueron fundamentalmente en cargos de especialidad jurídica, además de dedicar parte de su tiempo a la cátedra y al periodismo.

Al triunfo de la Revolución el insigne maestro se dedicó a sus investigaciones antropológicas en el Museo Nacional, siendo nombrado Director del Departamento de Etnografía, enseño y contribuyo a la formación de una pléyade de notables mexicanos como el educador y antropólogo Miguel Othón de Mendizábal quien compartía su lucha por la Reforma Agraria y el bienestar de la población indígena, dejando el maestro un ejemplo de investigación y dedicación como legado admirable. Sus trabajos en el servicio público fueron fundamentalmente en cargos de especialidad jurídica, además de dedicar parte de su tiempo a la cátedra y al periodismo.

Dejó una gran cantidad de artículos políticos, sociológicos y antropológicos publicados en numerosos periódicos como: El Siglo XX, El Partido Liberal, El Imparcial, El Reformador, los Anales del Museo Nacional de Arqueología e Historia; así como varios libros históricos como La Reforma y Juárez, estudio histórico-sociológico (1906), premiado en un concurso por el centenario del Benemérito; otros de interpretación sociológica sobre el desarrollo del país, destacando dos temas fundamentales: la influencia del mestizaje en la evolución histórica de México y la necesidad de una Reforma Agraria centrada en la propiedad de la tierra: Una Sociología de la Raza; Una nueva escritura común para los indios; El Evangelio de una nueva Reforma (1897); El agrarismo de la revolución: exégesis, crítica y reencauzamiento; La cuestión del día: la agricultura nacional” (1902); Los grandes problemas nacionales (1909) y La Revolución Agraria en México (1932-36); Esbozo de la historia de los primeros diez años de la Revolución Agraria de México (de 1910 a 1920) hecho a grandes rasgos (1932 y 1937)[6]:

En su obra magna, a la cual dedicó los últimos años de su vida, La revolución agraria en México, realiza una apasionada defensa de los campesinos mexicanos, a quienes consideraba el fundamento de la Nación. Concibe al agrarismo como una síntesis de tradición comunitaria asiática con la de la propiedad privada romana, la que señala inequívocamente como producto de la guerra y la violencia[7].

Al morir, el 1 de agosto de 1940, era magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México, su estado natal.


[1] https://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/lecturas/T3/LHMT3_012.pdf
[2] https://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/MEA68.html
[3] https://inehrm.gob.mx/work/models/Constitucion1917/Resource/1630/Los_grandes_problemas_nacionalesp_65.pdf
[4] https://mediateca.inah.gob.mx/repositorio/islandora/object/fotografia:322354
[5] https://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/lecturas/T3/LHMT3_012.pdf
[6] https://mediateca.inah.gob.mx/repositorio/islandora/object/fotografia:322354
[7] http://ru.ffyl.unam.mx/bitstream/handle/10391/5763/03_Perspectiva_03_1980_Villegas_Abelardo_17-20.pdf?sequence=1&isAllowed=y

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