Cuauhtémoc. Último Huey Tlatoani mexica símbolo de la identidad de México
“Muy prontamente reunámonos y estrechémonos Y en el centro de nuestro ser ocultemos Todo lo que nuestro corazón ama Y que sabemos es gran tesoro. Destruyamos nuestros recintos al principio creador Nuestras escuelas, nuestros campos de pelota Nuestros recintos para la juventud, nuestras casas para el canto y el juego"
Discurso de Cuauhtémoc horas antes de la caída de Tenochtitlán

 

Cuauhtémoc, cuyo nombre náhuatl significa “Sol que desciende”[1] o “Águila que desciende”, fue el último huey tlatoani o rey-sacerdote azteca, quien tomó el mando para defender a su pueblo en plena conquista española, dirigiendo con gran destreza la defensa de Tenochtitlán en 1521, hasta el momento en que fue capturado por los españoles. Prisionero hasta 1526, fue torturado y asesinado el 28 de febrero de ese año por Hernán Cortés al considerarlo conspirador por rumores de un supuesto complot, cuando lo llevaba cautivo durante el viaje a Las Hibueras, Honduras. Así fue como terminó el último Huey Tlatoani mexica.

Hijo del tlatoani Ahuízotl octavo señor de México y de la princesa Tlillacapantzin, primogénita de Moquíhuix (último señor de Tlatelolco antes de la invasión española) y descendiente del Rey Poeta Nezahualcóyotl; a corta edad quedó huérfano de padre y la responsabilidad de su educación descanso en su madre Tlillacapantiz, quien también era hermana de Cuitláhuac y de Moctezuma Xocoyotzin, Cuauhtémoc al nacer en casa gobernante, fue educado en el calmécac, para ser guerrero. Alrededor de 1515 recibió en la ciudad de Tlatelolco el cargo de Tlacatécatl, nombramiento militar equiparable al de general encargado de la ciudad del tianguis (mercado) más importante de toda Mesoamérica. Ante la llegada de los españoles se opuso desde un inicio a ellos, y apoyó a Cuitláhuac cuando éste —al ocupar el cargo de Huey tlatoani tras la muerte de Moctezuma Xocoyotzin— optó por combatir a los invasores. El joven Cuauhtémoc fue uno de los jefes militares más entusiastas y participó en la emblemática victoria que obtuvieron los mexicas cuando obligaron a Hernán Cortés y a sus tropas a huir de la capital con rumbo a Tlacopan, momento histórico conocido como el Día de la Noche Victoriosa. Cuando la viruela acabó con su tío en noviembre de 1520, Cuauhtémoc fue elegido su sucesor y fue así como dirigió el imperio azteca.

La falta de apoyo de otros pueblos del momento y los estragos que la viruela ya había realizado en parte de la población volvieron imposible evitar el sitio a Tenochtitlan. Cuando Cuauhtémoc y sus huestes perdieron la batalla naval para recuperar Xochimilco [2], contener la avanzada hispana fue imposible y Tenochtitlán fue asediada y sitiada durante 75 días, sin alimento ni bebida y la plaga de viruela y muertos en los ríos y calles. La intención de los españoles era acabar por hambre y sed con la población. Cuauhtémoc y los suyos debieron reunirse en Tlatelolco, donde el Consejo decidió optar por rendirse para evitar más sufrimiento y devastación. Esto sucedió el 13 de agosto de 1521.

Ese día, Cuauhtémoc fue tomado prisionero, después de ser descubierto en una canoa por el capitán español García Holguín. Llevado ante Hernán Cortés, pidió a éste que lo matara con su puñal, es decir, pidió ser sacrificado para obtener una digna muerte. El conquistador, ajeno a la comprensión del pensamiento indígena, se negó, y el tlatoani fue encadenado y luego torturado para obtener de él la ubicación de supuestos tesoros. Sin decir palabra, pasó el tormento como una prueba de valor.

Cortés, temeroso de que tal ejemplo cundiera, mantuvo al reo cerca de él. Finalmente, el 12 de octubre de 1524 salió con rumbo a Las Hibueras, hoy Honduras, para castigar al capitán Cristóbal de Olid, quien se había rebelado contra su autoridad [3]. Llevó con él al ilustre prisionero, entre otros tlatoanis mexicas, pues temía que de dejarlos en México-Tenochtitlán organizarían un levantamiento.

Intereses poco claros en los documentos de los cronistas de la época (incluidos Los Papeles de Paxbolón-Maldonado y las Cartas de Relación de Cortés, entre otros) convencieron al conquistador de cuidarse de Cuauhtémoc, diciéndole que éste participaba en una conspiración para atacarlo. Se encontraban en la provincia de Acalán y, dejándose convencer, Hernán Cortés encerró por tres días a Cuauhtémoc, sin una sola explicación a él o a cualquiera de los soldados españoles presentes, para finalmente decapitarlo el día 28 de febrero de 1525, según unas fuentes, o el 25, según otras. Cómo lo ejecutó también es motivo de controversias, aunque a últimas fechas se cree que primero lo decapitó y luego colgó sus restos por los pies desde una ceiba.[4]. Si bien no se dejó testimonio escrito del lugar preciso, algunos arqueólogos consideran que pudo haber sido en Itzamkánac. Nunca se supo qué fue de los restos.

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