Sismos de 1985 y 2017. Organización y solidaridad del pueblo mexicano
“Los sismos no pueden predecirse, y esto hay que entenderse muy claramente desde ambos puntos de vista: no podemos decir cuándo va a ocurrir un sismo, pero tampoco vamos a poder asegurar que no van a ocurrir.”
Jorge Aguirre
Instituto de Ingeniería de la UNAM

 

Regresemos en el tiempo para recordar que el 19 de septiembre de 1985, México fue víctima de un sismo con magnitud de 8.1 grados. Ante la parálisis y reacción tardía de los gobiernos federal y de la capital del país, la población civil se organizó de manera espontánea y demostró su solidaridad para ayudar a sus hermanos en desgracia. Sin herramientas ni maquinaria, los ciudadanos, los vecinos, removieron con sus manos los escombros para rescatar a las víctimas, auxiliar a los heridos y resguardar o dar cobijo a los sobrevivientes que perdieron a sus familiares.

A las 7:19 horas de aquella fatídica mañana, las Ciudad de México se detuvo por unos momentos, la fuerte sacudida de un movimiento oscilatorio y trepidatorio fue secundada por el derrumbe de construcciones y el levantamiento de pavimento. Después del susto y ante la tragedia, el ciudadano de la calle, los vecinos, la gente del pueblo se sobrepusieron de manera instantánea y natural comenzaron a ayudar al prójimo. La ciudad estaba incomunicada, sin luz, con el riesgo de posibles explosiones por fugas de gas, pero nada importó, la sociedad civil se empezó a organizar y pronto se armaron cuadrillas de rescate, surgió el grupo “Topos”, los servicios de emergencias como los bomberos, socorristas y policías actuaron por su cuenta y por instinto, ante la falta de coordinación o estrategias de las autoridades ausentes que mantuvieron su inacción y falta de comunicación por horas. Eso no importó, la gente se puso a remover escombros, ayudaron a los vecinos, crearon sus propias redes de comunicación, improvisaron camillas y medios de trasporte para llevar a los heridos a los hospitales. De la organización y solidaridad de los mexicanos surgió el concepto de sociedad civil.

Esa experiencia traumática forzó la creación de un Sistema Nacional de Protección Civil para prevenir la seguridad de los ciudadanos y aminorar los daños por desastres naturales, no sólo por sismos sino también por huracanes, inundaciones, desgajamientos de tierras, reblandecimiento de tierra o desbordamiento de ríos que cada año impactan a México. Además del sistema de alerta sísmica, se establecieron programas para crear la cultura de la prevención en escuelas y centros de trabajo y ensayar, mediante simulacros, las acciones en caso de sismo .[1]

El 19 de septiembre de 2017, a las 13 horas con 14 minutos, ocurrió un terremoto de 7.1 grados de magnitud, cuyo epicentro estuvo a 12 kilómetros de Axochiapan, Morelos, en los límites entre Morelos y Puebla y a 120 kilómetros de la Ciudad de México. Aquel día el país fue azotado por terremotos que dejaron cientos de muertos y miles de familias que aún no tienen un techo dónde vivir, ya que el sismo provocó el derrumbe de varios edificios y casas .[2]

Desde que ocurrió el terremoto de 2017, son frecuentes las denuncias sobre edificios mal construidos que se desplomaron o sufrieron daños irreparables. Por otro lado, las investigaciones posteriores revelaron innumerables irregularidades que provocaron daños a inmuebles, la muerte de decenas de personas y el desvío de recursos destinados a atender a damnificados hacia las campañas políticas. Esas evidencias dieron origen a investigaciones como ¿Por qué se cayó mi edificio? la corrupción y negligencia que acabaron con vidas y patrimonio, conjunto de 28 reportajes realizados por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad. El estudio revela que ninguna de las distintas autoridades involucradas conoce a plenitud las causas de los daños, el origen de todas y cada una de las decisiones humanas que pudieron haber incidido en el colapso de inmuebles donde murieron al menos 228 capitalinos, y no se ha sancionado a quienes defraudaron la confianza de la ciudadanía, bien desde un puesto público o desde la gestión empresarial .[3]

Los derechos humanos son el marco de referencia de la atención que el Estado debe proporcionar ante la presencia de un desastre y este debe actuar en el marco de la ley, protocolos y procedimientos cuya base filosófica se apoye en la gestión integral de riesgos y prevención de toda violación a los derechos humanos. En ese contexto, se debe destacar el papel de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) quien ha privilegiado la atención y el acompañamiento de las víctimas . [4]

Hoy en día los simulacros de evacuación, las brigadas de protección civil en cada oficina y la información sobre los sitios para concentrarse en algún siniestro forman parte de la todavía incipiente cultura de prevención de los ciudadanos. Por último, el gobierno federal convocó a la población del país a sumarse al macro simulacro que se llevó a cabo el domingo 19 de septiembre de 2021 a las 11:30 horas (tiempo del centro de México) .[5]

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