Asesinato del senador Belisario Domínguez Mártir y Apóstol de la Libertad, verdad y dignidad
Belisario Domínguez izó con su utopía las banderas del bien común contra el mal común, de la libertad y la dignidad del hombre contra la opresión de la conciencia humana, sin importar el sacrificio de la vida personal”.

Horacio Labastida
Jurista, docente, investigador y político

 

Belisario Domínguez nació en 1863 en Comitán, Chiapas. Fue un destacado médico, humanista, reformador social y político sobresaliente por su lucha en contra de la usurpación y un Estado arbitrario, carente de legalidad; entregó su vida por restablecer el orden constitucional para salvaguardar la naciente democracia de México y preservar el espíritu de la libertad.

Su corta vida se desarrolló entre escenas de gran violencia e inestabilidad política. Fue testigo de la Intervención Francesa, el Segundo Imperio, la restauración de la República, el porfirismo, la primera etapa revolucionaria, el derrocamiento de Madero, la dictadura huertista y el inicio de la revolución constitucionalista, en tan solo 50 años.

Inició su formación educativa en su estado natal. Estudió en París, Francia, la carrera de médico cirujano, partero y oftalmólogo. Durante su estancia aprendió a guiarse por la racionalidad y el conocimiento científico, influido por el ambiente europeo de la época. A su regreso, mientras el régimen porfirista estaba en su máximo apogeo, se estableció como médico en Comitán e instaló una botica, a la que llamó La Fraternidad. Ejercía su práctica profesional con cuidados y enseñanzas de higiene, alimentación y también impartía charlas frente a su comunidad. Mostró su carácter de reformador social basado en valores de igualdad, democracia y defensa de los más pobres. Combatió también el fanatismo, los prejuicios, la intolerancia política y la ignorancia, en una región donde la pobreza, la desigualdad y la inequidad entre la población oscilaba entre los extremos de la esclavitud y la opulencia.

Durante una estancia en la Ciudad de México dio a conocer la situación real de su estado e imprimió un documento que denominó Chiapas, a través del cual denunció la pobreza imperante y la corrupción de las autoridades locales, solicitando la intervención de las autoridades penales competentes. Como era de esperarse –en tiempos en que la prensa no ejercía libremente su oficio y cualquier manifestación critica era reprimida por la dictadura– no obtuvo respuesta, por lo que decidió fundar su propio periódico en 1904 al que llamó El Vate. Con este título, Belisario hacía alusión a la palabra utilizada en Italia para designar a poetas y agoreros de la buena fortuna; no obstante, él la utilizaba como un acróstico de Valor, Alegría, Trabajo y Estoicismo, que estaba muy relacionado con el lema personal que regía su vida: "Véncete a ti mismo". En su periódico difundía artículos contra Porfirio Díaz y contra el gobernador de Chiapas, Rafael Pimentel[1].

En febrero de 1913, Belisario Domínguez –quien ya era senador suplemente por el estado de Chiapas, posición que había ganado al apoyar la candidatura senatorial de su amigo Leopoldo Gout– viajó a la Ciudad de México para inscribir a su hijo en el bachillerato y proveerse de medicamentos para la botica. Domínguez se hospedó en el Hotel Jardín; su hijo y su sobrino en la Asociación Cristiana de Jóvenes, ubicada en las cercanías de la Ciudadela de la Ciudad de México. Las circunstancias lo llevaron a vivir de cerca el golpe militar de Victoriano Huerta, la cobarde traición que culminó con los asesinatos de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, dando inicio a la llamada Decena Trágica. Una vez que las cosas volvieron a su cauce, decidió regresar a Comitán pero, al disponerse a partir, recibió la noticia de la muerte de su amigo Gout, el 3 de marzo de 1913. Los acontecimientos se precipitaron y el 6 de marzo protestó como senador por Chiapas[2].

Belisario Domínguez desempeñó su cargo durante siete meses y un día. En este tiempo tan breve se convirtió en uno de los íconos de la incipiente democracia mexicana. Ante los hechos de la Decena Trágica se pronunció abiertamente contra los golpistas, denunciando, desde la tribuna de la Cámara de Senadores, las atrocidades de Huerta para solicitar su destitución. En el senado afirmó: “Para que esta Honorable Cámara pueda ratificar el ascenso favorable de un militar, se necesita que los servicios prestados por él sean útiles y beneficiosos a la Patria. Doy mi voto reprobatorio para el dictamen”.

El 14 de mayo se opuso activamente, junto con Serapio Rendón, a la aprobación que hizo Huerta del nombramiento de Juvencio Robles como gobernador de Morelos: don Serapio moriría tres meses después en la cárcel de Tlalnepantla, víctima de la represión. Por su parte, el senador Domínguez, intimidado constantemente por los simpatizantes de Huerta, era obstaculizado para hacer uso de la tribuna. En sesión extraordinaria, convocada por el secretario de Relaciones Exteriores, Francisco León de la Barra (quien solicitaba permiso para que la escuadra de barcos norteamericana permaneciera en aguas de Veracruz), don Belisario se opuso ante el peligro inminente de una invasión de los Estados Unidos de América, lo cual finalmente sucedió. Su voz retumbó en la tribuna con las siguientes palabras:

Estoy pidiendo la autorización en contra, porque de lo que se trata es, en el fondo, de un voto de confianza, y ni se tiene confianza en el interior ni en el exterior. ¿Por qué piden nuestros revolucionarios del norte una cosa muy opuesta en razón y muy sencilla? Que tengan el rasgo de patriotismo de renunciar e irse del país cuatro personas: el general Victoriano Huerta, Manuel Mondragón, Aureliano Blanquet y Félix Díaz, por ser un gobierno de asesinos, que asesinó al presidente Madero y al vicepresidente Pino Suárez. Yo votaré en contra de la autorización que se nos pide, porque es un gobierno ilegitimo y porque es un gobierno que ha restaurado la era nefasta de la defección y del cuartelazo.

El 16 de septiembre de 1913, Victoriano Huerta se presentó ante el Congreso para presentar su “informe”, lo que Belisario Domínguez protestó de inmediato. Posteriormente preparó un discurso para la sesión del domingo 23 de septiembre, en el cual lo denunció por la traición cometida contra Madero y Pino Suárez, así como por su represión de Estado contra todo aquel que se atreviera a enfrentarlo, por amordazar a la prensa, por sembrar la paz a un costo de muerte, por su ilegalidad e ilegitimidad y por su ineptitud. Dijo : [3]

El 16 de septiembre de 1913 Victoriano Huerta presentó su “informe” ante el Congreso. Acto seguido, Belisario Domínguez preparó un discurso para la sesión del 23 de septiembre, en el cual lo denunció por la traición cometida contra Madero y Pino Suárez, así como por su represión de Estado contra todo aquel que se atreviera a enfrentarlo, por amordazar a la prensa, por sembrar la paz a un costo de muerte, por su ilegalidad e ilegitimidad y por su ineptitud:

La Representación Nacional debe deponer de la Presidencia de la República a don Victoriano Huerta, por ser él contra quien protestan con mucha razón todos nuestros hermanos alzados en armas y de consiguiente, por ser quien menos puede llevar a efecto la pacificación, supremo anhelo de todos los mexicanos (…) ¿Dejaréis, por temor a la muerte, que continúe en el poder?

El dictador comenzó a perder el apoyo y la fuerza de sus aliados iniciales, incluyendo a los seguidores de Félix Díaz, el clero, la Suprema Corte, una gran parte del Ejército, grandes grupos de la élite porfirista y gobernadores, hasta que paulatinamente se quedó solo. Mientras tanto, Carranza llamaba a la lucha armada; las elecciones prometidas por Huerta se pospusieron y, cuando la convocatoria salió, algunos candidatos se retiraron. Sin embargo, contrario al lema maderista de No Reelección, Huerta se postuló. Su vicepresidente sería el general Aureliano Blanquet. Las elecciones se realizarían en octubre, pero al ser anuladas por el Congreso se convocaron nuevamente para el primer domingo de 1914. Nunca se celebraron.

Los diputados federales Serapio Rendón, Edmundo Plasticilin y Adolfo G. Gurrión sufrieron la persecución oficial y fueron asesinados. A través de cartas a su familia, el senador Domínguez relataba la crítica situación que vivía. A sabiendas de que no se le daría voz en la tribuna, el chiapaneco recurrió a la estrategia de imprimir volantes, pero todos se negaron a hacerlo. Por fin, con ayuda del estudiante Luis Espinos y la señorita María Hernández Zarco, empleada de una imprenta, obtuvo clandestinamente 500 ejemplares del mensaje, mismo que entregó el 23 septiembre al presidente de la Cámara de Senadores para que lo leyera en sesión secreta en el recinto parlamentario y después se divulgara a través de la prensa, pero su par lo rechazó.

Finalmente, el 29 de septiembre exhortó a los legisladores, con un discurso aún más radical que los anteriores, a cumplir con su deber de imponer el orden. Además, solicitaba ser comisionado para pedir la renuncia de Huerta mediante un escrito firmado por todos los senadores. Sabía que esa pretensión lo ponía en peligro de muerte, pero pensaba que era la única manera de volver a la legalidad. La represión no se hizo esperar: sus textos fueron decomisados, las imprentas cerradas y saqueadas; sin embargo, los discursos se reprodujeron a mano y circularon por toda la ciudad. Éstos, alentadores de una nueva rebelión con base en la honradez, la congruencia y la conciencia, le costaron la vida[4].

El 7 octubre de 1913, casi a la media noche, Belisario Domínguez fue secuestrado por la policía huertista en su hotel y trasladado en un vehículo hasta el cementerio de Xoco, en Coyoacán, donde lo acribillaron frente a una fosa abierta. Según algunas versiones, por instrucciones de Aureliano Urrutia –entonces secretario de Gobernación– le cortaron la lengua para llevársela al Chacal como trofeo. Tras la denuncia de su desaparición, el Senado sesionó acaloradamente durante dos días. La representación chiapaneca exigió una investigación exhaustiva y los legisladores se declararon en sesión permanente. Huerta pidió retirar la petición, pero, ante la negativa de los tribunos, disolvió la Cámara Alta y encarceló a 110 congresistas. Nuevamente dio otro violento golpe de Estado.

La trascendencia de Belisario Domínguez en pro de los derechos humanos, estriba en haber manifestado su indignación desde las instituciones y en haber hecho pública la denuncia. Su honestidad y principios ganaron la solidaridad y brindaron convicción de triunfo y valentía a sus compañeros y a la población para derrotar al usurpador. Mientras que otros mexicanos también lo hacían con las armas, Domínguez contribuyó, con arrojo y valentía, a propiciar la caída del régimen huertista. Todo esto sucedió dentro de la trágica y dolorosa intervención estadounidense propiciada por el dictador y que el senador Domínguez advirtió. Así, el ilustre chiapaneco se constituyó en precursor de los derechos a disentir políticamente, a manifestarse pacíficamente, a ocupar cargos políticos, a la democracia y a defender los derechos humanos, entre otros.

Al paso del tiempo se hizo justicia y se reconocieron su lucha y su valentía. El 2013 fue declarado Año de Belisario Domínguez, por el Senado de la República, en homenaje al político chiapaneco que con su palabra defendió las libertades y la legalidad, mismas que fueron quebrantadas por el golpe militar encabezado por Victoriano Huerta[5].

También se instituyó en memoria del mártir chiapaneco “La Orden Mexicana de la Medalla de Honor Belisario Domínguez”, del Senado de la República, la cual se entrega los días 7 de octubre y se confiere en vida o de manera póstuma a los hombres y mujeres mexicanos que se hayan distinguido por su contribución a la ciencia o a su virtud en grado eminente, como servidores de nuestra Patria o de la humanidad.

Área Responsable