Nace Saburō Ienaga Defensor del derecho a saber sobre atrocidades de la guerra
“La producción cinematográfica del período posbélico desmontó muchos de los tópicos que el País del Sol Naciente había creado sobre sí mismo en lo que Saburô Ienaga llama una «marea de burda “información” autorizada oficialmente durante los años de la contienda», que «convirtió a Japón en un manicomio intelectual dirigido por los dementes», de cuya locura la animación como herramienta política fue al mismo tiempo producto y causa.

Raúl Fortes Guerrero
Profesor de Lengua y Cultura Japonesas en la Universitat de València

 

Saburō Ienaga nació el 3 de septiembre de 1913 en Nagoya, Japón. Fue un historiador, escritor y profesor japonés que libro una batalla por más de tres décadas en contra los esfuerzos del Ministerio de Educación de su país por suprimir los detalles sobre las atrocidades realizadas por el gobierno durante la guerra. el maestro denunció la coartación de su libertad de expresión y el derecho del pueblo japonés y del mundo a saber la verdad.

En mayo de 1946, Ienaga fue uno de los cuatro historiadores que fueron llamados por el Ministerio de Educación para la creación del Kuni no Ayumi, traducido como El Progreso de la Nación. El texto debía cumplir una serie de condiciones, entre ellas, no ser propagandístico o abogar por el militarismo, ni presentar al Tenno (Emperador de Japón) como una figura divina. El nuevo libro apareció en octubre del mismo año, donde escribió la historia del periodo Heian (794-1185) donde se difundió el confucionismo, se apoyó y desarrolló el arte, en especial la poesía y la literatura. En ese tiempo apareció el Genji Monogatari, escrita por Murasaki Shikibu, la cual ha sido considerado como un clásico a nivel internacional[1].

Debido a la falta de experiencia de Ienaga en la redacción de textos dirigidos a la enseñanza y del tiempo limitado, proporcionó un escaso énfasis a la figura del Tenno. Aun así, su texto fue publicado[2].

Durante su vida, fue el autor de diversos pasajes en los libros de texto escolares relativos a las actividades de Japón. En especial denunció las violaciones a los derechos humanos durante la guerra Sino-japonesa, la cual empezó el 7 de julio de 1937 y finalizó el 9 de septiembre de 1945. Por esta razón, en 1952, el Ministerio de Educación le exigió que reescribiera los pasajes sobre la matanza en la provincia china de Nankín, ocurrida el 13 de diciembre de 1937. En el transcurso de 42 días, los soldados japoneses realizaron asesinatos en contra de la población civil, mientras que los soldados chinos fueron torturados, fusilados o decapitados[3].

Además, Ienaga exhibió los experimentos médicos y biológicos en Manchuria realizados por la Unidad 731 en Harbin, China. En el lugar, hombres adultos, mujeres y niños sufrieron inyección de enfermedades mortales, pruebas de cámara hiperbárica, la eficacia de los lanzallamas y la amputación de sus miembros. Asimismo, develó los miles de fallecimientos durante la invasión a Corea en 1910.

Mientras que el Ministerio exigía que Ienaga relaborara sus textos, el manga, nombre con el que se le denomina a la revista con ilustraciones o caricaturas en Japón en las publicaciones juveniles, desarrolló diversos géneros, entre ellos el Gekiga, que significa imagen dramática. A través de dichas publicaciones se difundieron de manera no oficial diversos episodios de la historia que no eran enseñados en las escuelas, por lo que se podían plasmar perspectivas más independientes. Con base en ello, el manga se afianzó en el gusto de la sociedad japonesa por su carácter innovador y como vehículo de manifestación de inconformidades, denuncias, inquietudes y activismo político[4].

En ese contexto de censura donde se recurría a medios alternativos para realizar críticas al gobierno, en 1964, Ienaga demandó al Gobierno por conducta inconstitucional. Su argumento era que la censura contradecía la Constitución de posguerra, que garantizaba la libertad de expresión. La selección de ciertos pasajes históricos elaboraba una interpretación sesgada de los acontecimientos y una violación de la constitución. Por ello mencionó que “Como uno de los japoneses que experimentó la miseria de la guerra, no puedo permanecer en silencio e ignorar el proceso de selección, que es un intento de arrancar el espíritu del pacificismo y la democracia de la conciencia de la gente"[5].

Debido a esto los defensores de la libertad de expresión mencionaron que un libro que no menciona específicamente los hechos negativos respecto a la agresión y las atrocidades cometidas por Japón durante la Segunda Guerra Mundial también provocaría el fracaso del proceso de aprobación del Ministerio de Educación. Durante el proceso de aprobación del libro, el autor recibió la orden de revisar varias veces el contenido del libro antes de recibir su aprobación final.

Después de 28 años de lucha, en 1993 ganó la pelea para evitar que el Ministerio de Educación interviniera en la redacción de sus libros de texto escolares[6], y en 2001 Saburo fue nominado para el Premio Nobel de la Paz.[7]  Las acciones de Ienaga revelan su lucha por la libertad de expresión y libertad de cátedra. Además, logró involucrar a la sociedad japonesa en el debate sobre la postura del gobierno japonés en los conflictos armados durante el siglo XX.

También logró poner bajo la critica la forma en que los hechos eran transmitidos y guardados en la memoria histórica. Por último, obligó al gobierno a elaborar una nueva generación de libros de texto y hacer públicos los cambios que impuso a los editores, y pese a no ser común que alguien triunfe en la Corte, dejo una ranura que puede abrir nuevas posibilidades. Al respecto, comentó: “No comencé esto pensando que podía ganar […] pero incluso si no pudiera ganar en la corte, en la corte de la historia, creo que he salido victorioso”. Saburō Ienaga, falleció a los 89 años el 29 de noviembre de 2002 en Tokio, Japón.

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