Muchos factores más posibilitan la desmemoria de la violencia política ejercida por el Estado mexicano durante los años anteriores a la década de 1960
Miguel Henríquez Guzmán había decidido concluir en Axochiapan su actividad proselitista en Morelos.
Para lograr entender el recrudecimiento de las características de la violencia política mexicana ejercida por el Estado, debemos identificar aquello que lo hizo posible, a aquellos que lo ejecutaron y a aquellos que lo encubrieron y siguen encubriendo.
La violencia política, entonces, depende de sus posibilidades contextuales, técnicas y prácticas, que responden a un mismo fin, antes y después de 1968: eliminar al “enemigo” política y/o físicamente para garantizar un sistema de aparente “estabilidad” y “democracia”, sin los riesgos de la democracia.
Estalla la huelga general de Ferrocarriles Nacionales.
Una gran manifestación de la Alianza de Médicos Mexicanos es aplastada.
En la Ciudad de México se ha podido rastrear la violencia política de Estado y los operativos represivos a pesar de que los gobiernos intentaron, y casi lograron, borrar, burdamente, las huellas de la represión de los archivos.
Las graves violaciones se corresponden con la consolidación de un sistema de partido único que, en su intento de acotar y controlar a la sociedad, recurrió a la conformación de un sistema represivo del que hasta ahora se conocían algunas de sus acciones, pero no su complejidad.
La policía de Guerrero disparó contra el contingente, asesinando a 17 campesinos y dejando 21 heridos en un vado conocido como Aguas Blancas, en Coyuca de Benítez.