Antonio María de Bucareli y Ursúa Protector de los indígenas
"La nación se gloriaba con la feliz posesión de un jefe supremo que era limpio modelo de virtudes. En el tenían los ricos un conservador de sus propiedades; el huérfano, una segura ayuda en su desolación; el criminal, un juez severo; el sabio; un protector; el menesteroso; un padre compasivo; la religión, un apoyo; el militar, un jefe esforzado y valiente"
Artemio del Valle Arizpe
Libro: “Virreyes y Virreinas de la Nueva España”

 

Antonio María de Bucareli y Ursúa nació en Sevilla el 21 de enero de 1717 en el seno de la nobleza local. Fue un militar y administrador español, hijo de los marqueses de Vallehermoso, condes de Jerena. Fue Virrey de la Nueva España y presidente de la Real Audiencia durante los ocho años que duro su gobierno hasta su muerte el 9 de abril de 1779 en la Ciudad de México. Bucareli destacó por sus dotes administrativas y políticas contribuyendo significativamente al desarrollo económico y social y de infraestructura de la Nueva España. Emprendió obras de beneficio y dio protección a la población nativa, pacificó a las tribus apaches, seris y pimas, combatió a los bandidos, comisiono estudios científicos alrededor del país, construyó un canal para el desagüe del Valle de México y realizó inauguraciones y mejora de diversos hospitales. [1]

A los 11 años ingresó al regimiento de infantería de Granada con el grado de teniente, llegando al grado de general al destacarse en diversas acciones militares e interviniendo en todas las campañas contra Italia y Portugal. Terminada la Guerra de los Siete Años, en la que España combatió contra Portugal, aliada de Inglaterra, Bucareli recibió orden de regresar a la Corte para encargarse de una comisión relacionada con el proyecto de reorganización de Caballería y Dragones. En abril de 1764 volvió a la costa granadina para terminar el proyecto de fortificación que se le había encargado. Allí permaneció hasta septiembre de 1764.[2] En 1766 asumió el poder en la isla de Cuba donde su desempeño como gobernador general y mostro sus grandes cualidades como administrador y organizador, realizo la terminación de la reconstrucción del castillo del Morro, severamente dañado durante la toma de La Habana por los ingleses, y el impulso a las obras de la fortificación entre otras cosas.

Debido a su actuación en La Habana, fue nombrado Virrey de la Nueva España, a cuyo territorio llegó en agosto de 1771. Tomó posesión de su cargo el 22 de septiembre del mismo año y gobernó durante ocho años hasta su muerte. El virrey Bucareli tradicionalmente ha sido calificado como uno de los mejores gobernantes que tuvo la Nueva España. Su obra de gobierno se caracterizó no sólo por el empeño que puso en remediar los problemas cotidianos, sino por su visión a largo plazo. Inició una amplia y profunda reforma administrativa: para ahorrar recursos, disminuyó el número de efectivos del ejército, aunque reforzó los presidios del norte para controlar a los indios apaches, julimes, pimes y seris de Coahuila y de Sonora, a cuyos jefes rebeldes deportó a Cuba junto con sus familias. [3]

Antonio María de Bucareli fue un protector de indios, mulatos y mestizos ante el Consejo de Indias. Invirtió en la fortificación de presidios y asentamientos españoles e indígenas. A que su llegada a la Nueva España le impresiono encontrar que la población indígena casi no utilizaba ropa –muchos andaban totalmente desnudos–, lo que interpretó como síntoma de miseria, por lo que uno de sus primeros objetivos fue vestirlos, pero, como no tuvo éxito en tan complicada encomienda, prefirió centrar sus esfuerzos en administrar eficientemente los recursos de la Nueva España, y en mejorar y embellecer la Ciudad de México. [4]

Entre sus obras sociales destacan la fundación en 1775 del Sacro y Real Monte de Piedad de Ánimas, y que el colegio de San Andrés fuera destinado para hospital y tropa, y abierto el Hospicio de Pobres. Mejoró el de Enfermos Mentales, fundó la Casa de Expósitos, construyó la iglesia, convento y hospital de San Hipólito; protegió la casa de ejercicios espirituales de San José el Real y los santuarios de Guadalupe y los Ángeles, formó la primera Junta de Minería para resolver las disputas entre los mineros y darles representación. Además, realizó numerosas mejoras administrativas, tanto en la capital como en el resto del virreinato, reparó el edificio de la Casa de Moneda, la aduana, la acordada. Bucareli fomentó las comisiones científicas que hacían estudios de la riqueza del país e impulsó las exploraciones científicas: se descubrió y fundo el puerto de San Francisco California en 1772 y se realizaron exploraciones por las costas de las Californias; emprendió el camino a Monte Rey, por los ríos Gila y Colorado. Construyo y mejoró las fortificaciones de San Diego, en Acapulco, donde más tarde se libraron famosas batallas como la resistencia hecha en él por Morelos y Comonfort, y las de San Juan de Ulúa y Perote en Veracruz; en esta misma región logró combatir con éxito una gran plaga de langostas.[5] Igualmente, en la capital del virreinato, emprendió la gran obra para mejorar la sanidad de la ciudad, realizando grandes adelantos en las obras del desagüe del valle de México, el cual fue concluido en la etapa colonial. En sólo cuatro años sanó las finanzas públicas sin imponer un solo tributo adicional. Como gran negociador obtuvo del rey de España la libertad para comerciar entre las colonias de Nueva España, Guatemala, Perú y Nueva granada. Para aumentar el capital circulante, obtuvo un préstamo de dos millones de pesos de los comerciantes de la ciudad de México, dinero que por su habilidad administrativa liquidó íntegramente.[6]

En la Ciudad de México dejó un hermoso legado que perdura hasta nuestros días: El Paseo de Bucareli, fundado en 1778. El virrey, mandó crear esta calle, con el objetivo de urbanizar la Nueva España, con la intención de que además de ser un camino, también fuera un paseo recreativo para todos los pobladores, ordenó plantar árboles y fuentes a lo largo de la calle del centro histórico la cual aún lleva su nombre, Según las crónicas, el paseo también se adornaba con glorietas. Se dice que la más hermosa se desdoblaba donde hoy se erige el afamado Reloj Chino. Bucareli dejó en una calle la memoria de su legado en la capital. Y es que desde que se creó, se ha definido como uno de los paseos más concurridos y famosos no solo del centro, sino de toda la metrópoli. Fue un virrey muy querido por la población el recuerdo que dejo en el pueblo fue muy grata, y por sus obras y los grandes beneficios que recibieron se le llamó “Padre de la Patria”. Murió en la Ciudad de México el 9 de abril de 1779, aún en funciones de su cargo.

Área Responsable