Decenio Internacional para los Afrodescendientes
“El Decenio Internacional de los afrodescendientes exhorta a los Estados Miembros y a las personas de todo el mundo a acabar con la discriminación racial y la exclusión sistemática de los afrodescendientes. Los Estados tienen la responsabilidad específica de facilitar la participación plena y en condiciones de igualdad de los afrodescendientes en la vida pública, política y económica, y de garantizar la igualdad de acceso a la justicia y una igual protección ante la ley.”
António Guterres
Secretario General de las Naciones Unidas

 

La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través de su resolución A/RES/68/237 decidió proclamar el Decenio Internacional de los Afrodescendientes, el cual comenzó el 1 de enero de 2015 y terminará el 31 de diciembre de 2024. El tema central de esta acción es “Afrodescendientes: reconocimiento, justicia y desarrollo”.[1] El objetivo de la celebración consiste en lograr conmemorar las importantes contribuciones de los afrodescendientes en todo el mundo, promover la justicia social y las políticas de inclusión, erradicar el racismo y la intolerancia, impulsar los Derechos Humanos y ayudar a crear mejores comunidades y más prósperas. Todo en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).[2]

Los antecedentes de este Decenio Internacional datan del año 2001, cuando en Durban, Sudáfrica, durante la Conferencia mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia, se desarrollaron los términos más apropiados para designar a las personas vinculadas con África. Tanto los pueblos originarios de ese continente como los interesados cuestionaron las categorías y las apelaciones heredadas de la esclavitud y del colonialismo; asimismo, reclamaron con fuerza su derecho a una autodenominación. También se discutieron y se profundizaron los conceptos de “afrodescendientes” y “persona de ascendencia africana”, abandonando las categorizaciones basadas en el color de la piel o la etnicidad. Posteriormente, en 2009, se celebró la Conferencia de Examen de Durban, dentro de la cual se resaltó la importancia de instigar a los Estados a concretizar sus compromisos morales con los pueblos y comunidades de origen africano. Finalmente, el 2011 fue proclamado Año internacional para los afrodescendientes. Su objetivo fue fortalecer las medidas nacionales y la cooperación regional e internacional para asegurarse que los afrodescendientes disfrutaran plenamente de sus derechos económicos, culturales, sociales, civiles y políticos. [3]

Según múltiples estudios, informes y conferencias internacionales, por todo el mundo numerosas personas afrodescendientes se encuentran entre los grupos más pobres y más marginalizados de la población. La discriminación que sufren conlleva a una herencia histórica de desventaja, discriminación y transmisión intergeneracional de pobreza, los cuales son impedimentos para su desarrollo humano. Ejemplo de esto son los obstáculos para acceder a una educación de calidad y terminarla, lo que repercute en el acceso a los mercados de trabajo y el tipo de empleos obtenidos: se les rechaza en puestos de trabajo debido a la falta de formación académica o al racismo estructural. [4]

De igual manera, la relativa ausencia de reconocimiento y de valoración social de sus historias, legados y culturas en los programas de educación, en las culturas nacionales y en los medios, así como las representaciones negativas de los afrodescendientes, perpetúan los prejuicios instaurados a lo largo de siglos durante el periodo esclavista y la época colonial.[5] De acuerdo con estadísticas arrojadas por la ONU, alrededor de 200 millones de personas que se identifican a sí mismas como descendientes de africanos viven en el continente americano. Muchos millones más habitan en otras partes del mundo, fuera del continente africano.[6]

De esta manera, el decenio se centra en la protección de los derechos de las personas de ascendencia africana, reconociendo sus aportaciones y la preservación de su rico patrimonio cultural. Sus principales objetivos son los siguientes: [7]

  • Promover el respeto, la protección y la realización de todos los derechos humanos y libertades fundamentales de los afrodescendientes.
  • Impulsar un mejor conocimiento y un mayor respeto por la diversidad del patrimonio y la cultura de los afrodescendientes y su contribución al desarrollo de las sociedades
  • Aprobar y fortalecer marcos jurídicos nacionales, regionales e internacionales de conformidad con la Declaración y el Programa de acción de Durban y la Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial, y asegurar su aplicación plena y efectiva.

En México los asentamientos afrodescendientes más conocidos se ubican principalmente en las regiones del río Papaloapan oaxaqueño (Acatlán, Cosolapa, Tuxtepec y Loma Bonita), las costas Chica y Grande de Guerrero y Oaxaca, la región centro-golfo del estado de Veracruz (Yanga, San Juan de la Punta, La Antigua, Rodríguez Clara, Hueyapan, Cosamaloapan) y Tabasco. Debido a que los afrodescendientes sufren racismo ―opiniones, creencias, prejuicios o estereotipos sobre superioridad o inferioridad de unas personas respecto a otras con base en el color de piel, rasgos fenotípicos, tipo de cabello y prácticas culturales― en México esto impide el disfrute de sus derechos. Es por ello que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), en ejercicio de sus facultades, se encuentra visitando las comunidades afrodescendientes del país para contar con información directa sobre la situación de las personas de origen africano, los afromexicanos. [8]

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