Fray Juan de Zumárraga, defensor de los indígenas. Fallecimiento 3 de junio
"...que... por reverencia de Dios, mande prohibir tan infernal saca y de tanto perjuicio para esta tierra, y castigar tan grande delito...”; “...porque los indios son muy maltratados de los españoles caminantes, que los llevan cargados a todas partes donde quieren ir, como acemillas, y aún sin dalles de comer...”; “...conviene V.M. mande hacer ordenanzas reales, en que señale la orden y manera que se ha detener y guardar en esta partes para el buen tratamiento de los indios...”; “...que V.M. envíe señaladas las penas en que incurrirán y por donde serán castigados los españoles que tomaren a algún indio su mujer, hija o hermana o hacienda o mantenimiento o otra cosa alguna, o le llamare perro, o le diere de palos o cuchilladas o bofetadas, o le matare"
Juan de Zumárraga
Primer obispo de México

 

Fray Juan de Zumárraga, franciscano, nació en Durango (Vizcaya, España) el año 1468, de origen vasco cuya lengua materna era el euskara, posteriormente aprendió el latín y el castellano y algunas lenguas indígenas. Murió en México el 3 de junio de 1548. Fue el primer obispo de México y el primer Arzobispo e inquisidor.

Zumárraga es considerado parte fundamental en el proceso cultural de México durante el siglo XVI. Es el enlace entre el viejo y nuevo mundo, la conexión entre los cambios y la reestructuración de la Iglesia católica de entonces, el vínculo entre la legislación y el control por parte de la Inquisición y la Corona española[1].

A este emprendedor arzobispo le tocó ser uno de los actores principales en el trascendental suceso conocido como el Milagro del Tepeyac: la supuesta aparición de la Virgen de Guadalupe ante el indio Juan Diego en, el cerro del Tepeyac, que devino en la construcción de una capilla en el lugar de la aparición[2]. El acontecimiento resultó de enorme importancia religiosa, histórica, social y política, fue el factor definitivo para la total conversión e integración de los indígenas a la religión[3].

Juan de Zumárraga hijo de labradores acomodados, con cierta influencia urbana; crece en un ambiente de libertad social y política, apenas había llegado a la pubertad cuando estaba en efervescencia el encuentro con las Américas que amplió las expectativas de vida y aventuras en la península ibérica y en el mundo. Zumárraga ingresó como novicio franciscano en el convento guipuzcoano de Nuestra Señora de Aránzazu, cuando todavía contaba pocos años de edad, comenzando así otra etapa formativa en su vida en el ejercicio de diversos puestos en su congregación por lo que se le conoció como ejemplar religioso y prudente superior. Ocupaba el cargo de Guardián del convento de Abrojo, cuando fue sacado de una vida recogida para integrarlo al mundo cambiante de la época, en un tiempo en el que el encuentro de dos mundos mostraba el drama donde se discutía la situación de los indígenas esclavizados por unos y defendidos por otros. Zumárraga conocía las denuncias de Bartolomé de Las Casas que defendía la libertad de los indígenas y atacaba las codicias de las primeras autoridades y colonos, interesados sólo en enriquecerse sin pensar en la injusticia de los medios que empleaban, compartía esta preocupación y comprendía la tragedia de los indígenas y los defendía, indignado por los abusos denunciados[4].

Es en este contexto cuando en 1527, decide el Emperador Carlos V designar una autoridad civil y una autoridad eclesiástica, para resolver los abusos de los conquistadores, y las múltiples denuncias que se incrementaban sobre el trato y esclavitud de los indios. La autoridad civil la integran cinco oidores constituidos en Real Audiencia; su presidente fue el licenciado Nuño de Guzmán, el cual ya se encontraba en América. La autoridad eclesiástica, con categoría de obispo, de primer obispo de México, se confió a Juan de Zumárraga encomendándole dos comisiones específicas: fundar el obispado, cuya sede se asentaría en la ciudad de México, y proteger a los indios en territorio novohispanos[5]. A su entender, esta protección se daba en su conversión a la fe católica.

El 12 de Diciembre del año 1527 el Emperador lo presento como obispo, pero sin la confirmación del papa por un momentáneo conflicto entre este y Carlos V, de tal manera que Zumárraga hubo de partir para su diócesis sin ser consagrado obispo, circunstancia de que habían de valerse sus enemigos para dificultar su tarea. Unos días después, el 10 de Enero de 1528., se le confirió también el cargo de Protector de los Indios[6].

Apenas llegó a México confirmo los abusos de que eran objeto los indios, tanto por su directa observación como por informes de franciscanos e indígenas. Así, por ser mandato del rey y por vocación personal, buscó ejercer a plenitud las tareas que le habían sido encomendadas. Inmediatamente enfrentó y hábilmente sorteo los conflictos con la Audiencia quienes le impedían ejercer su potestad de orden e incluso de jurisdicción. Para enfrentar las denuncias en diversas regiones del país nombro guardianes por jueces defensores de indios como en Huejotzingo y Cholula a fray Toribio de Benavente llamado "Motolinía" y a fray Alonso Xuárez[7]. Durante esta primera etapa de lucha en la protección de los indígenas, envió a la Corte Real la histórica carta del 27 de Agosto de 1529, en que Zúmarraga da cuenta minuciosa de todos los incidentes ocurridos en la colonia desde su conquista, especialmente los últimos del que fue testigo; al final de la carta pide la remoción de los oidores, y sobre todo una serie de medidas concretas para proteger a los indios[8]. Años después, ya ordenado obispo, no volvería a ser cuestionada su autoridad, como tampoco tendría conflictos ni con la segunda Audiencia gobernadora ni con el primer virrey don Antonio de Mendoza.

Al Obispo se debe la introducción, hace más de cuatrocientos ochenta años, de la imprenta en México, y en el continente, medio invaluable de difusión de la cultura. Así en 1539 instaura en la Ciudad de México, en la calle de Moneda la primera imprenta del Virreinato, involucrándose en la producción bibliográfica como autor y editor. Su participación no fue sólo administrativa, mantuvo sus intenciones originales: la instrucción de los indígenas y la propagación de la fe cristiana. Sus publicaciones le permitieron difundir, unificar e instruir a la sociedad virreinal en forma masiva, directa y acorde a sus objetivos[9], así como editar obras por el escritas o traducidas en lengua indígena para facilitar su difusión, formando la primera biblioteca del nuevo mundo.

Una de las principales preocupaciones del Obispo fue la educación de los indios, con los franciscanos y el virrey de Mendoza fundó el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco para niños inaugurado en 1535 que perduró hasta finales del SXVIII, el Colegio de San Juan de Letrán, para mestizos, Zumarraga no solo se preocupó por la enseñanza básica propuso a la Corte Real la fundación de la Universidad de México, lo cual no prospero pero sentó precedente. En cuanto a beneficencia destacan el Hospital del Amor de Dios, fundado hacia 1540 también para indígenas [10]. enfermos contagiosos especialmente venéreos, que también sobrevivió hasta finales del SXVIII, sin ser el único en la Ciudad de México, en Veracruz y en otros lugares. Por otro lado como obispo realizo una encomiable labor episcopal al sentar las bases de la organización institucional de la Iglesia de la arquidiócesis de México.

Como emprendedor sus esfuerzos se centraron en formar colonia fija y prospera, para desplazar al conquistador aventurero, encomendero de paso fortuito para su enriquecimiento, promovió la inmigración de colonos con el propósito de fijar en América su residencia, dispuestos a producir no a despojar, y vivir en paz conviviendo con los indígenas; con el mismo fin y conociendo la fecundidad de la tierra mexicana, incursiona en la importación de asnos, ovejas para crianza, semillas europeas como lino, cáñamo, árboles frutales, encinos, promueve la inmigración de moriscos que manejaban la producción de seda, el envío de utensilios de trabajo como azadones y sierras entre otros[11].

En estas múltiples actividades jamás olvida a los indios, a sus indios. El no ostentar ya el título de Protector, no le impidió protegerlos; quizás más eficazmente que nunca, pues no tiene ahora que luchar contra las autoridades civiles, sino con su colaboración. En 1546 fue nombrado arzobispo de México, supo de la noticia pero no alcanzo a recibir la bula del palio remitida el 8 de julio de 1547, con más de 70 años y una condición física deteriorada muere el 3 de junio de 1548 causando una conmoción en la ciudad entera que sentía verdadera veneración por él. Zumárraga murió pobre y lleno de deudas sus restos fueron depositados en la Catedral de México. [12].


[1] http://www.adabi.org.mx/publicaciones/artEsp/libroAntiguo/libroAntiguo/frayJuanZumarraga.pdf
[2] http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/439/439_04_02_DerechoJusticia.pdf
[3] http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/439/439_04_02_DerechoJusticia.pdf
[4] http://hedatuz.euskomedia.org/2970/1/07485511.pdf
[5]Ídem
[6] http://hedatuz.euskomedia.org/2970/1/07485511.pdf
[7] http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/439/439_04_02_DerechoJusticia.pdf
[8] http://hedatuz.euskomedia.org/2970/1/07485511.pdf
[9] https://www.franciscanos.org/enciclopedia/jzumaraga.html
[10] http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/439/439_04_02_DerechoJusticia.pdf
[11] http://hedatuz.euskomedia.org/2970/1/07485511.pdf
[12]Ídem

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