Melchor Ocampo  Reformista liberal, defensor del derecho a la educación, a la libertad de culto y a la organización social. Asesinato 3 de junio
“Muero creyendo que he hecho por el servicio de mi país cuanto he creído en conciencia que era bueno.”

Melchor Ocampo
Parte final de su testamento, momentos antes de ser asesinado

 

José Telésforo Juan Nepomuceno Melchor de la Santísima Trinidad Ocampo, mejor conocido como Melchor Ocampo, esmerado intelectual, abogado, científico, político y filántropo nació el 5 de enero de 1814 en la Hacienda de Pateo, Michoacán. Siempre fiel a su inclinación ideológica, fue parte de la tercera generación de liberales que mediante diferentes trincheras catalizaron un nuevo modelo político y social en el país basado en la democracia y la soberanía[1].Históricamente se rememora su persona y su trayectoria mediante su participación en la Revolución de Reforma y su posterior colaboración en la realización de las famosas Leyes de Reforma que dio lugar a un cambio político coyuntural en México.

Sobre sus primeros años de vida existe poca información disponible, sin embargo, es un dato conocido que doña Francisca Xaviera Tapia, simpatizante insurgente y dueña de una de las haciendas más extensas y productivas de Michoacán, lo adoptó, cuidó de él y después de su muerte le heredó todas sus pertenencias. Para Melchor Ocampo, este hecho le dio suficiente flexibilidad y desahogo económico para dedicarse de lleno a sus estudios, lo cual hizo de manera esmerada. Asimismo, con el fin de profundizar sus conocimientos, viajó por Europa siendo muy joven, antes de comenzar su trayectoria política. Tal vez fue debido a dicho ambiente intelectual y rebelde en el que vivió sus primeros años, a la oportunidad de dedicar tiempo suficiente a aprender constantemente y a su viaje por Europa, este político se forjó una trayectoria intelectual reconocida y extensa.

Asistió al Seminario Tridentino de Valladolid y estudió Derecho en la Universidad de la Ciudad de México, aunque nunca ejerció de forma cabal dicha profesión al considerarla diferente a las metas que como profesional deseaba alcanzar. Asimismo, estudió física, química, ciencias naturales y geografía y reunió una de las bibliotecas más vastas del siglo XIX mexicano, que incluyó las publicaciones más recientes de la época, tanto en español como en otros idiomas[2].

A pesar de la decisión de no litigar, no abandonó el ejercicio público y se decantó por la política: fue diputado del Congreso General en 1842, desde donde se opuso a la pena de muerte y propuso a los ayuntamientos de Michoacán fomentar el desarrollo de la instrucción pública, labor que quedó interrumpida cuando dicho Congreso fue disuelto por Santa Anna. Este hecho lo alejó de la vida pública algunos años, tiempo que dedicó a atender su hacienda y al ejercicio de actividades filantrópicas y científicas.

Esta privacidad no duró mucho pues, en 1846, siendo presidente interino Valentín Gómez Farías, lo nombró gobernador de Michoacán. Durante su gestión dedicó gran esfuerzo al ámbito educativo, pues reabrió el Colegio de San Nicolás[3],fundó la Escuela de Medicina y la Dirección de Agricultura del Estado. Asimismo, enfocó su trabajo a la creación de instancias que tenían como fin impartir justicia social, como los Juzgados de Primera Instancia, el Tribunal Superior de Justicia y hospicios para pobres. También hizo mejoras en la condición de los panteones y planeó la penitenciaría de Morelia[4].

En ese tenor, se vislumbra también su interés y trabajo por la educación de la población joven, ya que sus esfuerzos se encauzan principalmente a la creación de instituciones dedicadas a la instrucción, por lo que se reconoce esta lucha y defensa de este derecho que en la actualidad se expone en numerosos tratados internacionales y nacionales, como en el articulo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el artículo 3 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Asimismo, se destaca, mediante sus acciones, su interés por el respeto a la vida y a la integridad humanas, así como a la justicia en los procesos legales, también derechos humanos actuales reconocidos en dichos documentos.

Fue además testigo directo de la invasión de Estados Unidos a México ocurrida entre 1846 y 1848, evento en el cual alentó la resistencia popular mediante la creación de los Padrones para la Guardia Nacional y posteriormente el Batallón Matamoros, conformado por vecinos de Morelia, con el fin de hacer frente en las batallas de la Angostura y las del Valle de México. Más tarde, debido a la falta de recursos para la formación de los mencionados batallones, propuso la organización de un sistema de guerrillas, sin embargo, un pueblo armado no convino al gobierno y su propuesta fue rechazada. Durante este periodo su trinchera también fue política y se opuso al Tratado de Guadalupe-Hidalgo, pues lo consideró “el despojo más grande de la historia"[5]y renunció a su cargo.

Debido a su actuación durante el conflicto, el entonces presidente Antonio López de Santa Anna lo desterró en 1854, por lo que decidió instalarse en Nueva Orleans, lugar donde conoció a Benito Juárez. La afinidad que surgió entre ellos, pues ambos propugnaban por el liberalismo, los llevó a plantearse metas en conjunto, como el derrocamiento de la dictadura santanista y la reforma del Estado y de la sociedad. Así, en septiembre de 1855 regresó a México y apoyó el movimiento ya fraguado contra la dictadura de Santa Anna. En dicha Revolución de Reforma, acontecimiento en el que participó activamente desde numerosas trincheras, se logró la consolidación del Estado Nacional Mexicano, asimismo se eliminó las supervivencias coloniales y se sustituyó el Estado confesional por uno laico. También se derrocó a la sociedad estamental por una organización civil y se desbancó la intolerancia religiosa por la libertad de cultos, entre otros elementos[6].

En el naciente Estado liberal fungió como diputado, ministro de Guerra, Hacienda y Relaciones y participó en los debates preliminares para la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma[7], expedidas finalmente en 1859, mismas que consolidaron el cuerpo normativo del naciente Estado. Entre estas se expuso la nacionalización por parte del Estado de propiedades y atribuciones que entonces eran facultad de la Iglesia. Dicha separación del gobierno civil de toda intervención eclesiástica, la supresión de monasterios y el establecimiento del estado civil de las personas[8] son de autoría directa de Melchor Ocampo y Benito Juárez.

Su actuar en dicho proceso político, así como sus acciones y pensamientos en torno a las modificaciones que el país tenía que adoptar para ser un verdadero Estado de Derecho, exponen su trabajo por la defensa de derechos humanos actualmente reconocidos en documentos oficiales, tales como la libertad de creencias, independencia económica, la organización social (al promover la defensa del pueblo) y una educación libre de imposición de creencias e ideas, protegiendo de esta forma la libertad del ser humano.

Después de firmar el Tratado con McLane-Ocampo, el prestigio y posición política de este filántropo fue duramente criticada, sin cese con el tiempo ello lo obligo a retirarse. Este alejamiento, sin embargo, no lo salvó del odio entre contrincantes y un grupo de reaccionarios, al mando de Lindoro Cajiga, lo capturó en su hacienda. Posteriormente, y debido a su apoyo incondicional al liberalismo, fue asesinado el 3 de junio de 1861 por órdenes de los conservadores Leonardo Márquez y Félix Zuloaga. Así murió fusilado, colgado y abandonado en un árbol en Tepeji del Río.

A pesar de esta violencia final su legado sigue vigente mediante la conmemoración y el recuerdo de dicha fecha junto con sus labores y alcances en la defensa de los derechos antes expuestos.

Área Responsable