Represión en Bellas Artes a manifestantes en el Día Internacional del Trabajo

 

El 1 de mayo de 1952, militantes de izquierda que se manifestaban en el Día Internacional del Trabajo fueron brutalmente reprimidos por grupos de choque, en una masacre que dejó varios heridos y por lo menos dos muertos. [1]

Este acto de represión sucedió el último año del gobierno de Miguel Alemán (1946-1952), durante el cual, dentro del marco internacional de la Guerra Fría y la persecución anticomunista, se había sometido a la Confederación de Trabajadores de México (CTM), debilitado a los sindicatos independientes y golpeado a los movimientos de izquierda. Sumado a esto, la manifestación se llevaba a cabo en plena campaña electoral por la Presidencia de la República, que se disputaban Adolfo Ruiz Cortines, por el Partido Revolucionario Institucional, Miguel Henríquez Guzmán, por la Federación de Partidos del Pueblo, y Vicente Lombardo Toledano, por el Partido Popular, apoyado por El Partido Comunista Mexicano (PCM) y el Partido Obrero Campesino Mexicano (POCM). [2]

En este contexto de tensión política, un conjunto de organizaciones obreras de izquierda, entre ellas el PCM y el POCM, convocó una manifestación contestataria el 1 de mayo de 1952, frente a la marcha oficial y “ultramexicana” impulsada por el gobierno de Alemán. Se llamó a los militantes a concentrarse a un costado del Palacio de Bellas Artes para integrarse a la marcha del Día de los Trabajadores y expresar su descontento frente al régimen. Cientos de manifestantes se concentraron en las inmediaciones del palacio, portando pancartas, entonando himnos, enunciando consignas y distribuyendo La voz de México, el periódico de los comunistas. [3]

De acuerdo al testimonio de Dr. Mario Rivera Ortiz, militante del PCM que participó en la manifestación, cuando el contingente comenzó a avanzar hacia la Avenida Juárez, salió de Bellas Artes el coronel Aniceto López Salazar, liderando a unos 50 hombres armados, del grupo de choque conocido como “los camisas doradas”. Estos arremetieron contra los manifestantes con pistola en mano y, cuando el contingente se defendió, comenzaron a disparar contra la multitud. Entre los policías que disparaban se encontraban Alfredo Portes Tagle, teniente de las guardias presidenciales, y Moisés Gutiérrez Galindo, que vestía uniforme de coronel del Ejército. Cayeron heridos varios manifestantes y fue asesinado Luis Morales Jiménez, estudiante del Instituto Politécnico Nacional y miembro de la Juventud Comunista. Inicialmente todos corrieron a ponerse a salvo, pero poco después regresaron muchas personas, armadas de piedras, palos y ladrillos, a defenderse de los agresores. [4]

Frente a la defensiva, los camisas doradas se refugiaron en el palacio. Obreros de sindicatos oficiales y otros manifestantes se unieron a los comunistas e intentaron derribar la puerta de Bellas Artes con un automóvil. Pronto llegaron camiones de granaderos y uno de bomberos para dispersar a la multitud. Mientras los granaderos repartían golpes, los manifestantes señalaban el lugar donde se resguardaban los agresores, pero las autoridades los repelieron formando un cerco sobre el palacio. Minutos después, los agresores fueron trasladados en ambulancias y patrullas de la policía judicial.

Enardecidas, las juventudes de izquierda encabezaron una protesta inmediata por la muerte del estudiante politécnico. Mientras la dirigencia ordenó la retirada estratégica del lugar, miembros de la Juventud Comunista se unieron a las acciones espontáneas de los obreros y trataron de divulgar la noticia del asesinato de su camarada en mítines relámpago. En columnas y pequeños contingentes, militantes y ciudadanos de a pie llegaron al Zócalo a protestar con periódicos manchados con la sangre de Luis Morales y demás víctimas del ataque. [5]

Además de los heridos y muertos, varios manifestantes fueron detenidos, de los cuales tres militantes comunistas y diez obreros de la CTM fueron procesados y acusados del delito de disolución social. Esta represión de la protesta social y violación masiva de derechos humanos es uno de los muchos casos de violencia política de Estado que marcaron la historia del país durante la segunda mitad del siglo XX.[6] Como testimonio de la tragedia, el fotógrafo Faustino Mayo capturó el momento en que una familiar de Luis Morales reconoció el cuerpo del estudiante asesinado. En 1959, David Alfaro Siqueiros reprodujo esta imagen en un mural que pintó para la sede de la Asociación Nacional de Actores (ANDA), el cual fue censurado por el entonces presidente Adolfo López Mateos.[7]

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