Tamara Bunke activista, revolucionaria y guerrillera
‘¿Nada será mi nombre alguna vez? ¿Nada dejará en pos de mí en la tierra? Al menos flores, al menos cantos…’

Poema encontrado en la mochila de Tamara Bunke

 

Conocida también como Tania la guerrillera, Tamara Bunke fue una mujer alemana-argentina que vivió de 1937 a 1967. Su historia ha sido narrada de diferentes formas, ha sido reconocida como compañera guerrillera de Ernesto el Che Guevara durante la Revolución Cubana.

Hadyée Tamara Bunke nació en Buenos Aires, Argentina, un 19 de noviembre de 1937 como hija de un padre alemán y madre polaca. Ambos militantes comunistas. Cuando era joven, su familia regresó a Alemania y a los 15 años ingresó en la Juventud Libre de Alemania, la organización oficial de la juventud de lo que entonces era la República Democrática Aleamana. Tamara perteneció al servicio secreto de la Alemania comunista, conocido como la Stasi. Donde trabajó en la delegación cubana en Berlín, abandonando el servicio secreto para viajar a Cuba y conocer de primera mano la experiencia socialista en la isla. Tamara llegó a cuba en 1961. Ahí se involucró con el régimen cubano, integrándose al proyecto revolucionario del argentino, Ernesto Che Guevara

Como miembro de la Operación Fantasma, un área de inteligencia cubana dedicada a promover movimientos revolucionarios en América del Sur fue enviada a La Paz, Bolivia en misiones de información y espionaje. Allí se convirtió en Laura Gutiérrez Bauer, una mujer discreta y conservadora cuya misión era mantener bases urbanas para la guerrilla organizada por el Che Guevara en búsqueda de la liberación de Bolivia.[1]

Tamara llegó al país con órdenes de establecer relaciones con miembros de la clase política y del ejército para brindar información en favor de la revolución. Sin embargo, cuando se enteró del desembarco del Che con sus tropas en 1967[2], Tamara decidió unirse a la guerrilla y participar activamente en la lucha por la liberación de Bolivia en el marco del proyecto guerrillero de liberación de América del Sur. Tamara adoptó el nombre de Tania, como su nuevo nombre de guerra.

A pesar de su entusiasmo, la guerra de guerrillas como un planteamiento militar leninista, relegó el trabajo de las mujeres en sus filas. Tania perteneció a la resaca: al último pelotón en marcha. Los historiadores se debaten sobre su verdadera participación en la guerrilla, sin embargo, entrevistas y testimonios han aclarado que Tania no tuvo derecho a un fusil, sino que en realidad, ejerció labores de enfermería e intendencia, lejos de la primera línea[3]. Sin embargo, la misma evidencia sugiere que Tania fue la única mujer que formó parte de la expedición revolucionaria en la selva de Bolivia. Una mujer con grandes ideales, portando incluso una pistola Browning.

Tania murió en una emboscada mientras las fuerzas del Che comandadas por Juan Vitalio Acuña “Joaquín”, cruzaban la unión entre el río Masicurí con el río Grande en, Bolivia. Atacadas por un pelotón de militares que aguardaba a que los guerrilleros cruzaran el agua, Tania fue abatida por una sola bala.

Sus restos fueron identificados y trasladados a Cuba en 1998. Por su participación como la única mujer en la expedición boliviana, como mujer entre la selva y guerrilleros, se construyó todo un mito alrededor de este personaje. Sin embargo, es un hecho que su compromiso y su trabajo por la revolución el proyecto de liberación de América Latina, la han convertido en una figura de gran importancia.

Un poema escrito en su libreta de notas dice: “¿Nada será mi nombre alguna vez? ¿Nada dejará en pos de mí en la tierra? Al menos flores, al menos cantos…’

Junto con Ernesto el Che Guevara, Tamara Bunke, Tania, luchó por el derecho a la revolución. Un derecho fundante, que puede ser definido como la acción personal y colectiva subversiva en contra de la insatisfacción del sistema de necesidades, capacidades o derechos y la consiguiente satisfacción de las mismas para la vida de los pueblos y la naturaleza. Es un derecho que tradicionalmente ha sido manchado y marcado con acusaciones de ser “ilegal” y “criminal”, desde la legalidad opresora. Sin embargo, el derecho a la revolución es el primer derecho histórico, madre de todos los derechos y motor jurídico de la historia [4].

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