Melchor de Talamantes, precursor y principal ideólogo de la Independencia de México
“Talamantes mostró que la creación de un Congreso de Representantes, en el cual residiera la soberanía del pueblo, abría mayores posibilidades para la independencia legítima de la Nueva España.”
Una aproximación a la historia de las ideas filosóficas en México
 

 

Melchor de Talamantes Salvador y Baeza, precursor y principal ideólogo de la Independencia de México, elaboró el primer proyecto de organización constitucional de México. Nació en Lima el 10 de enero de 1765. Sacerdote Mercedario peruano, radicado en México a partir de 1799, fue uno de los más celosos propagandistas de la Independencia de Nueva España, a quien se debe la elaboración de diversos proyectos de independencia. Desde sus 14 años tomó el hábito al ingresar a la Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced. Estudió en la Real y Pontificia Universidad de la Ciudad de los Reyes de Lima, donde obtuvo el grado de doctor en teología, en donde también fue opositor a las cátedras de filosofía, teología y sagrada escritura. Su personalidad y sus capacidades intelectuales lo llevaron a colaborar con la élite limeña . [1]

A Melchor le tocó vivir hacia la segunda mitad del siglo XVIII, eran tiempos convulsos y confusos, se debatió entre la pervivencia de tradiciones y el advenimiento de profundos cambios, jalonados por las nuevas fuerzas que habrían de marcar el porvenir, enfrentándose a la dependencia, el colonialismo, la desigualdad y el clericalismo de la sociedad virreinal. Las ideas políticas de la Ilustración y anticolonialistas de los economistas clásicos, la Independencia de los Estados Unidos en 1776 y la Revolución Francesa en 1789, ejercieron una poderosa influencia sobre las clases ilustradas. Época de tensión, crisis y cambios. [2]

El pensamiento de Talamantes se nutrió en el estudio con libertad, además de su educación religiosa, se enriquecía con muchas obras prohibidas por el Santo Oficio, tuvo una sólida formación gramática y lógica, se formó como pensador con una sólida formación teológica-moral, además, fue un religioso familiarizado con el derecho romano, canónico, natural y especialmente con el derecho de indias. Un intelectual con amplios conocimientos de historia y actualidad política, economía, física y geográfica, así como de literatura, idiomas (griego, latín, francés, inglés y vasco), la medicina, la moral y el derecho, una gran variedad de intereses culturales y científicos.

En su paso por la Universidad obtuvo múltiples distinciones académicas que le acompañaron toda su vida, encumbrándolo en el mundo intelectual del Virreinato del Perú desde muy temprana edad, conoció al connotado médico y profesor de la Universidad de San Marcos, el doctor Unanue, quien fue precursor de la independencia del Perú y uno de los firmantes de su Acta de Independencia, siendo también, posteriormente, ministro bajo los generales José de San Martín y Simón Bolívar. Un personaje quien sin duda marco al joven Melchor.

En el año de 1786 Talamantes solicitó su secularización, debido a sus desacuerdos con los religiosos españoles. Debido a que el Vaticano se tardó en emitir una respuesta, pidió su traslado a España en 1798. Sin embargo, tras pasar por Guayaquil, hizo una escala en la Nueva España. Desembarcó en Acapulco el 26 de noviembre de 1799. Se quedó a residir en el convento de su orden en la ciudad de México. Ahí se volvió un orador muy destacado, se dedicó al estudio asistiendo a diversas tertulias y empezó a relacionarse con personajes importantes de la ciudad. También se encuentra documentada su correspondencia con el Virrey Iturrigaray, quien después en 1807 lo nombraría comisionado para estudiar los límites de Texas con Luisiana[3] . Esta titánica empresa que Talamantes desarrolló a título honorífico le permitió reunir un vastísimo material, que ocuparía cinco volúmenes, donde abordó además de la cuestión relativa a los límites, el tema de los derechos de la corona española sobre dichos territorios. La monumental obra, que lamentablemente quedó incompleta, anticipaba ya los sucesos, que cuarenta años después, habrían de despojar al México Independiente de la mitad de su territorio. También en este rubro, Talamantes dejó constancia de su perspicacia visionaria, que lamentablemente, no fue atendida.[4]

El 14 de julio de 1808, la noticia de la abdicación de los reyes de España y de la invasión napoleónica a la metrópoli, capturó de forma inmediata la atención de fray Melchor de Talamantes, de los criollos y algunos españoles, considerándola como la ocasión propicia para proclamar la Independencia de España y formar juntas de gobierno, ya que él consideraba la soberanía como "un poder que existe siempre en la nación y a los monarcas solamente toca su ejercicio". La sociedad nueva hispana ante estos hechos se dividió en dos: por un lado, los americanistas, en su mayoría criollos que pugnaban por la independencia, que dominaban el Ayuntamiento de la Ciudad de México, proponían formar una junta similar a las que se organizó en la metrópoli, que asumiera la soberanía durante la ausencia del monarca y que confirmara a las autoridades del reino. Por otro lado, los peninsulares, que dominaban en la Real Audiencia, consideraban que el gobierno de Nueva España debía proseguir sin alteración, manteniendo las mismas condiciones políticas, sociales y económicas. Los debates no se hicieron esperar en sesiones de cabildo, de gran Acuerdo, de Ayuntamiento, donde el doctor Talamantes intercalaba sus propuestas y circulaba sus documentos.

El 23 de julio de aquel año, Talamantes presentó al ayuntamiento de la Ciudad de México su proyecto para la realización del “Congreso Nacional del Reino de Nueva España”, en el que planteó los procedimientos que habría que seguir para convocarlo con el fin de reestructurar políticamente a la Nueva España como reino independiente, dado que la metrópoli se encontraba incapacitada para gobernarla, y lo fundamento en la voluntad y deseo de los habitantes, así propuso que el Congreso asumiera el poder, explicándolo con un amplio conocimiento de las instituciones políticas y jurídicas inglesas, francesas y norteamericanas y con claro sentido práctico para la organización detalló las necesidades y problemas que tendría que resolver el Parlamento soberano propuesto, señalando que el Congreso debería velar por "la salud del Estado y el beneficio de la patria [...] el bien de todos los actuales habitantes, sin distinción de jerarquías, condiciones, naciones y sexos".[5] Y complementó su presentación con el documento sobre la “Representación Nacional de las Colonias. Discurso Filosófico”.[6]

Mientras tanto el Virrey José de Iturrigaray simpatizante de los criollos, mantuvo una actitud ambigua y tímida aceptando por un lado las propuestas del Ayuntamiento, pero dando cabida también las objeciones de la Audiencia. Y fue precisamente su tibieza y falta de resolución lo que posibilitó que la facción peninsular se adelantara en deponerlo. Es entonces cuando ampliamente conocidos escritos de Talamantes, más los crecientes rumores de que los criollos pretendían proclamar rey a Iturrigaray, fueran la excusa para que, a la medianoche del 15 al 16 de septiembre de 1808, Gabriel de Yermo, rico hacendado español, y los oidores dieran un golpe de Estado y detuvieran al virrey, a su familia, a Talamantes, al síndico Primo de Verdad y al regidor Azcarate. Nombraron a Pedro Garibay como sustituto del virrey, quien inmediatamente ejerció una política de represión con el lema, “encierro, destierro o entierro”, llenando las cárceles de presos políticos.

La causa que se formó en contra de Talamantes fue instruida, debido su condición religiosa, por dos jueces como representantes de las jurisdicciones real y eclesiástica respectivamente. Durante los meses de septiembre y octubre, el padre Talamantes fue interrogado en varias ocasiones. Le fueron recogidos e inventariados sus libros, papeles, muebles y enseres tanto de su celda conventual como del apartamento contiguo donde despachaba. Entre sus pertenencias encontraron documentos como las “Primeras disposiciones para mantener a este reino independiente de la dominación francesa”, “Un congreso nacional para el reino de Nueva España”, “Alegato relativo a la soberanía e independencia de México” y otros textos, en los que el fraile debatía acerca de la soberanía e independencia de México, por supuesto fueron tomados como pruebas de subversión.

El doctor Melchor Talamantes fue recluido en la prisión del Arzobispado y la Inquisición el 8 de octubre de 1808 lo declararon culpable de más de ciento veinte cargos condenándolo como reo por “haber turbado la tranquilidad pública, induciendo a la independencia”, además fue señalado como “un religioso inobediente y díscolo”[7] , se le negó defensor y el mismo se defendió brillantemente, con serenidad, con su agilidad mental e inventiva, dignidad e incluso con fino sentido del humor por medio de la ironía, de manera impresionante respondió a la acusación de “inducir hacia la independencia y contra la fidelidad que las colonias debían a la metrópoli y a su rey”, Talamantes sagaz y sarcástico aduciendo a sus escritos señaló que constituían la primera parte de una obra apologética que debería intitularse: “Lo que conviene a las Américas: estar siempre bajo la Dominación Española”. Incluso afirmó que, si ese argumento no convencía a sus jueces, deberían concluir que su defensa de la independencia no fue “práctica y civil sino cuando mucho filosófica y especulativa”, debiendo imponérsele en todo caso un menor castigo, pues sus “ejercicios literarios” pertenecían al ámbito de su pensamiento y conciencia, lo que también lo convertía por ello en un mártir de la libertad de expresión.[8]

El 23 de marzo de 1809 se resolvió que sus delitos daban lugar a proceder “a su pronto exterminio”, se le sentenció a la pena máxima, pero para evitar escándalos y en deferencia a su condición de clérigo se determinó enviarlo a España para que allá se le castigara como procediera. El 10 de abril de 1809 lo sacaron de la cárcel de la Inquisición para llevarlo a la cárcel de San Juan de Ulúa en Veracruz, encerrado en una de las estrechas y temibles “tinajas” húmedas e insalubres, donde bajo condiciones inhumanas se enfermó, se contagió de la peste de fiebre amarilla y de vomito prieto, ocasionando su muerte el 9 de mayo de 1809, a los 44 años de edad, aunque algunos aseguraron que murió envenenado. Fue enterrado en el cementerio de la Puntilla.

Melchor de Talamantes, el autor del primer proyecto de organización político constitucional destinado a organizar la vida independiente de México a partir de la asunción de su propia soberanía, bajo el entendimiento de una condición de libertad asequible por decisión, y para preservar la estabilidad de la nación, se apropió de los incipientes derechos que tenían como colonia, y exhibió la posibilidad de la emancipación como una necesidad histórica bajo un proyecto pacifico sin violencia.

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