“Hablaba elegantemente como pocos, el español, el latín, y el mexicano; comprendía perfectamente el idioma francés y el portugués y lo escribía sin ninguna dificultad…; entendía a los laletanos y a los mallorquinos como si fueran conciudadanos suyos, y podía hablar algo por lo menos con los alemanes, ingleses y otros hombres tanto asiáticos como africanos.” Clavijero “…demostró con su ejemplo que el mundo entero es la patria del hombre verdaderamente sabio”.
 
Juan Luis Maneiro, Jesuita (SJ) Escritor, poeta, biógrafo, humanista, y latinista, expulso, amigo y compañero de Clavijero
En “Vidas de mexicanos ilustres del siglo XVIII”
 
 
 

El 2 de abril de 1787 muere en el destierro, Francisco Javier Clavijero,(SJ) en Bolonia, Italia. De origen veracruzano, este ilustre personaje se destacó como filósofo, etnólogo e historiador de México, iniciador del nacionalismo mexicano, recupero con sus estudios la memoria indígena. Francisco Javier Clavijero nació el 6 de septiembre de 1731 (algunos manejan el 9, fecha de su bautismo) [1].

en el puerto de Veracruz. Hijo de Blas Clavijero y María Isabel Echegaray, vivió una infancia en constante movimiento en territorios comunales indígenas de, sobre todo, Puebla y Oaxaca en la Mixteca baja, pues su padre, español, visitaba en nombre de la Corona Española estas comunidades para asegurarse que las Leyes de Indias se cumplieran en ellas. Francisco se fue formando con un buen bagaje de conocimientos diversos, desde el hogar y en el contacto con el medio, donde formo su interés por el aprendizaje de las lenguas indígenas, así conoció de manera práctica el náhuatl, lengua que le permitió posteriormente profundizar en sus estudios e impulsar una postura indigenista y defensora de los derechos de los pueblos originarios[2], además del mixteco y otomí; su padre don Blas le enseño el francés y su madre lo instruyó en música. Se convirtió en políglota, por su cuenta se perfecciono en el latín, griego y hebreo y con el tiempo sumaria el inglés, portugués, alemán, hasta llegar a sumar unas treinta lenguas incluyendo las americanas[3].

En 1748, en el colegio jesuita de Tepotzotlán, Clavijero comenzó su carrera clerical. Tenía alrededor de 17 años, y todos sus estudios los había realizado en escuelas de la Compañía de Jesús. Entre las materias obligatorias para los novicios estaba el náhuatl, pudiendo perfeccionar su aprendizaje autodidacta de la infancia. También fue en Tepotzotlán donde conoció e hizo amistad con Francisco Javier Alegre, Andrés Cavo, José Rafael Campoy y Pedro José Márquez, entre más, colectivo que se destacaría por su profundo humanismo. En 1751, continuó estudios en el Colegio de San Ildefonso, en la Ciudad de México, hombre de espíritu moderno, con tan solo veinte años ya era conocedor de los textos de René Descartes, Gottfried Leibniz y Benito Jerónimo Feijoo, Newton, entre otros, Clavijero realizó la modernización de la filosofía escolástica y combatió el barroquismo desenfrenado en el lenguaje [4].

Ávido de conocimiento, inteligente, sensible y rebelde de corazón, las censuras y prohibiciones no evitaron que estudiara a los autores novohispanos y europeos que no eran del todo bien vistos en su época. Su cultura se amplía extraordinariamente influenciado en sus estudios por el sabio jesuita Rafael Campoy, uno de los pioneros en la investigación y enseñanza de las ciencias en México, le descubre la biblioteca del Colegio de San Pedro y San Pablo con los documentos originales de la historia de México recopilados por el erudito Carlos de Sigüenza y Góngora, entre sus obras había múltiples fuentes y testimonios indígenas, sobre todo nahuas. Así el joven Clavijero descubre definitivamente su vocación de historiador, pero específicamente de historiador mexicano.

Miembro de la Compañía de Jesús desde 1754, año de su ordenamiento como sacerdote, Francisco Javier aprovechó su tiempo entre la enseñanza en colegios para indígenas y el estudio, y se impone a estudiar y descifrar jeroglíficos y su disciplina como filósofo, le da el método y el orden a sus investigaciones. Estaba dedicado al estudio de las lenguas, costumbres y cultura de los pueblos indígenas hasta que, el 26 de junio de 1767 tuvo lugar un evento que sacudió a España y sus colonias, en tiempos de las reformas borbónicas y, en el marco del conflicto Iglesia-Estado, donde los jesuitas representaban los intereses de la política del papa dentro de los estados, y contaban con independencia de los arzobispos, generaban animadversión por otros sectores de la iglesia y de la corona, así por orden de Carlos III, rey de España, fueron expulsados de todos sus dominios los jesuitas, la agrupación intelectual más importante, influyente y poderosa de la iglesia católica, y se les remitió inmediatamente a Italia. Sin mayor explicación, se leyó el decreto cuyo último párrafo decía: y pues de una vez para lo venidero deben saber los súbditos del gran Monarca que ocupa el trono de España, que nacieron para callar y obedecer y no para discurrir ni opinar en los altos asuntos del gobierno.” A Clavijero lo sorprendió en Guadalajara, le ordenan hacer su maleta, y llevarlo preso ¿porque? -Por jesuita; y corrió la misma suerte que sus compañeros novohispanos, en su mayoría, misioneros de los indios nómadas del norte, misioneros de obras de caridad y apoyo a los pobres y otro grupo importante, conformado por catedráticos, investigadores y maestros en escuelas de los indios; todos parten hacia Veracruz para embarcarse el 25 de octubre de 1767, en la nave “Nuestras Señora del Rosario”. Tras una larga y penosa travesía, Clavijero se instala primero en Ferrara y en 1770 finalmente, llegó al lugar que sería su residencia hasta su muerte: Bolonia, Italia, donde en bibliotecas y en su propia Academia inicia con sus grandes obras de historia de México.

La Historia antigua de México, (en 10 libros) su obra cumbre, (1780-1781), abrió un nuevo ciclo dentro de la historiografía novohispana, cuya base era el análisis exhaustivo de las fuentes previas a su publicación, la comparación informativa y la síntesis de datos, la obra constituye un relato metódico y exhaustivo sobre las costumbres, religión, cultura y vida política y social de los pueblos originarios que habitaron el Valle de Anáhuac. Más tarde agregó a esta obra una serie de Disertaciones, donde defendía en diversos aspectos a las culturas originarias de América, provocando la critíca de los escritores europeos. Fue también autor de Cantos del Antiguo México recopilación de antigua poesía mexicana, y de otra gran obra histórica: Historia de Baja California (de publicación póstuma, 1789). Antes de su exilio empezó a escribir del Diálogo entre Filateles y Peleófil —donde señala la importancia de averiguar la verdad y no dejarse influir por la opinión prestablecida por alguna autoridad[5]—, De las colonias de los tlaxcaltecas, y Breve descripción de la Provincia de México en el año 1767. Su obra muestra su humanismo original que integra desde la historia universal letras, humanidades y ciencias, con orientación cultural y educativa[6].

De amplia cultura y conocedor de alrededor de treinta lenguas[7], fue también traductor

El interés de Clavijero por mostrar al mundo la grandeza de los pueblos originarios de América era resultado si, del ferviente amor que él y sus compañeros sentían por su añorada patria, y para cubrir la falta de información respecto a los primeros pobladores de América, recabar datos cronológicos que sirvieran en un futuro para documentar la historia de México, pero también para rebatir la información que de ella se difundía en Europa con supuestas investigaciones cargadas de prejuicios y falsedades escritas por europeos, sin siquiera conocer el continente americano. Estos hechos llevaron a esa generación de humanistas mexicanos exiliados, a responder de manera científica y académica y desbaratar uno a uno los argumentos que acusaban por ejemplo de inferioridad natural y racional de los americanos, de incapacidad de dominar otros idiomas, o la ciencia, entre otras aberraciones; así embarcados en ese ejercicio intelectual, al mismo tiempo fueron construyendo lo que podría reconocerse como el surgimiento de un nacionalismo criollo para la vehemente defensa de su patria lejana, la construcción de la memoria histórica mexicana, pero sobre todo en defensa de la dignidad humana de las personas originarias del continente Americano. Francisco Javier Clavijero murió el 2 de abril de 1787, a los cincuenta y cinco años de edad, en Bolonia, Italia.

Tras varios intentos por ubicar sus restos, pues estaban con las de sus compañeros, en la cripta de los jesuitas mexicanos en la Iglesia de Santa Lucía de Bolonia, finalmente pudieron ser identificados. Se repatriaron a México en 1970, entrando el 5 de agosto por Veracruz, lugar donde Clavijero nació. Fue recibido con honores y, finalmente, se llevó a la Rotonda de los Hombres Ilustres, donde permanece. Por la importancia de la obra de este humanista ilustrado para la historiografía mexicana, desde 1985 el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) otorga cada año el Premio Francisco Javier Clavijero a la mejor investigación histórica y etnohistórica, así como a la mejor tesis de Licenciatura, Maestría y Doctorado en estas disciplinas.

En palabras del historiador y abogado Alfonso Toro: “Clavijero fue el que, antes que nadie, trató de resolver el problema del origen del hombre en nuestro territorio partiendo de datos puramente científicos, a pesar de las preocupaciones religiosas de su época. [8].

 


[1] https://revistas.inah.gob.mx/index.php/anales/article/view/7043
[2] https://www.ecured.cu/Francisco_Xavier_Clavijero_de_Echegaray
[3] https://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/lecturas/T1/LHMT1_076.pdf
[4] https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/clavijero.htm
[5] Ídem.
[6] https://cuadernoshispanoamericanos.com/la-escuela-universalista-espanola-e-hispanica/
[7] https://filosofiamexicana.org/2015/09/09/clavijero-284-n/
[8] https://revistas.inah.gob.mx/index.php/anales/article/view/7043

Área Responsable