Muere Juana Doña, sindicalista y dirigente comunista que luchó contra el fascismo por la democracia y la libertad
“Falta mucho para que cambie el mundo, y yo me moriré sin verlo, pero con la idea de que cambiará. Pensar de otra manera sería reconocer que toda mi vida había fracasado.”
 
Juana Doña Jiménez
Escritora, feminista y dirigente comunista
 
 

Juana Doña Jiménez nació el 17 de diciembre de 1918 en el barrio de Lavapiés, en Madrid, España. Fue Dirigente del Partido Comunista de España (PCE), escritora, feminista y fundadora del Movimiento por la Igualdad y la Libertad de las Mujeres (MELIM). Entre 1936 y 1939 luchó en la Guerra Civil Española y posteriormente en la Guerrilla del Llano. Fue activista del sindicato Comisiones Obreras desde la clandestinidad[1]. A lo largo de su vida se dedicó a la causa de la lucha por las libertades democráticas.

Juana Doña se alistó a las juventudes comunistas desde los quince años. Durante la guerra civil integró la dirección provincial y de la agrupación Mujeres Antifascistas. Fue privada de libertad por primera vez en 1939, acusada de participar en la reorganización del Partido Comunista y de estar implicada en la muerte, nunca aclarada, del comandante de la Guardia Civil española, Isaac Gabaldón, pero quedó libre y se unió a la lucha clandestina.

En 1947 Juana fue condenada a la pena de muerte por el ataque a la embajada argentina en repudio al gobierno de Juan Domingo Perón, quien había externado su apoyo al régimen del dictador español Francisco Franco. Sin embargo, se le conmutó la pena capital por 30 años de prisión, de los que pagó casi 20 en distintas cárceles españolas. Durante estos años encarcelada escribió su primera novela, Desde la noche y la niebla, un valiente recuento de su vida en la cárcel, donde promovió varios planes de fuga, enlaces con el exterior, cursos de alfabetización, clases y debates, y el relato de la incesante resistencia de las presas[2].

Juana Doña terminó su novela en 1967, pero tuvo que mantenerla guardada hasta la aprobación de la Constitución Democrática de España en 1978. Su libro fue el testimonio de los años que paso encarcelada por Franco, los relatos tienen nombres ficticios para cuidar y evitar represiones hacia ella y sus compañeras, pero los hechos son reales. Fue considerado un escrito pionero en la recuperación de las memorias de la primera generación de presas políticas de la dictadura franquista, mujeres que se hallaban invisibilizadas, en su contribución en la lucha por la democracia, mujeres que habiendo sido estigmatizadas y desacreditadas socialmente como “rojas o ex presas”, ni en su momento, ni durante el periodo de transición, se les había reconocido su lucha clandestina dentro y fuera de la cárcel, el apoyo a las guerrillas, la asistencia a los presos, ni su participación abiertamente antifranquista en los movimientos sociales contestatarios.

El libro fue una denuncia a la discriminación histórica de las mujeres en la política, a su participación en todas esas cruciales actividades. La lucha femenina fue injustamente omitida en la nueva construcción democrática, una muestra del olvido en la sociedad patriarcal en que vivían.

Juana Doña se salvó de la muerte gracias a que la acusación que se le hizo se fincó dentro de la embajada argentina, por lo que ésta contaba la prerrogativa de influir en la sentencia ante la Justicia española. Este hecho coincidió con la visita de Eva Perón, a España, quien intervino para impedir la ejecución. Como un gesto hacia el gobierno argentino, el régimen franquista decidió conmutar su pena, sin embargo, Juana, pasó más de 20 años en prisión por sus ideas comunistas[3].

Cuando la sindicalista salió de prisión 1961 fue candidata al senado por el Partido Comunista durante la Transición, trabajó para Comisiones Obreras e integró el comité central del Partido Comunista, donde militó desde los 14 años hasta los 84 años. Juana Doña nunca abandonó su militancia y su compromiso político. De igual forma estuvo siempre muy vinculada a las familias de los presos políticos, a los que ayudó en todo lo que pudo[4].

Los últimos 25 años de la vida de Juana Doña fueron un compromiso constante con la lucha feminista, con el objetivo de lograr la igualdad entre los hombres y mujeres. Del mismo modo se mostró activa en todas las luchas que fueron recorriendo su vida, desde los años treinta hasta el momento de su fallecimiento[5]. Participó activamente en documentales y dio testimonio continuo sobre la vida de las mujeres en las cárceles. En 1992 publicó su libro Gente de Abajo, un relato autobiográfico de su trayectoria como política, luchadora y defensora de la libertad[6].

Meses antes de morir, Juana publicó su libro Querido Eugenio (2003), obra de recuperación histórica donde están presentes sus años de juventud y su amor por Eugenio Mesón, dirigente de las Juventudes Socialistas Unificadas, encarcelado y fusilado en 1942.

Juana Doña falleció el 18 de octubre de 2003 en Barcelona, España.

A pesar de las represalias que sufrió por parte del franquismo, Juana Doña defendió durante toda su vida el derecho a la libertad de pensamiento, protegido por el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Así como el derecho a la libertad de asociación, que supone el derecho de las personas a interactuar y organizarse para expresar, promover, buscar y defender de forma colectiva intereses comunes, resguardado en el artículo 20 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos [7].

Su participación en la vida política de España estuvo fincada en una fuerte defensa por los derechos de las mujeres, establecidos en la Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer, aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1952. El primer instrumento de derecho internacional en reconocer y proteger los derechos políticos de las mujeres.

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