“Los encarcelamientos en nada mellaron la integridad del abuelo. Su lucha
por la defensa de los derechos y mejora de las condiciones de vida de los
trabajadores siempre permaneció intacta; el abuelo nunca se dejó cooptar
ante las ofertas de beneficio individual y tampoco se retiró de la lucha tras
sufrir la privación de su libertad en innumerables ocasiones.”

Santiago Álvarez Campa
Nieto de Valentín Campa Salazar
2019

 

Nació en Monterrey, Nuevo León, el 14 de febrero de 1904. Posteriormente, en 1910 se trasladó con su familia a Torreón, Coahuila. Ahí, como ha relatado el propio Campa, le tocó vivir la revolución mexicana. Fue un incansable luchador social, líder ferrocarrilero, dinámico activista. Comprometido con la causa política de forjar la unidad de las izquierdas mexicanas. Desde su adolescencia buscó participar en movimientos sociales y de defensa de la patria. De esa forma, en 1916 intentó enrolarse para combatir a las fuerzas invasoras norteamericanas del general Pershing durante la llamada “Expedición punitiva” en contra de Francisco Villa.[1]

Como empleado en La Corona, subsidiaria de la Royal Dutch Shell en el puerto de Tampico, Tamaulipas, propuso la constitución de un comité del pueblo para la construcción de escuelas, y para la lucha por el derecho a la educación, integrándose el Comité Pro Escuela con varios ferrocarrileros y algunos pequeños comerciantes, concretándose la construcción de la primera escuela. En una ocasión fue nombrado orador para el acto del 16 de septiembre y en su exposición expresó: es lamentable que en el pueblo existan 9 cantinas y ni una sola escuela primaria.[2]

Entra de lleno a la actividad sindical al ser nombrado miembro de la Dirección del Subconsejo Divisional de la Confederación de Transportes y Comunicaciones (CTC). Fue entonces cuando empezó a familiarizarse con la literatura liberal y socialista, inicialmente a través de periódicos sindicales. Tan rápido fue su adoctrinamiento, que pronto pasó a ser conocido como “El bolchevique”. Participó en varias organizaciones sindicales, fue clave en la época revolucionaria para formar sindicatos en defensa de los trabajadores del país.

Campa exhibía un activismo en defensa de los derechos laborales, lo que provocó que fuera despedido y reinstalado (por presión de sindicatos) en dos ocasiones. A sus 22 años Valentín Campa destaca como activista, organizador y dirigente ferroviario, impulsando los preparativos para una histórica huelga general que estallaría unos meses después. En represalia y con la intención de minar al movimiento, se ordena su destitución, inmediata y sin desahogo de trámite alguno. Ya destituido, se traslada a Monterrey con el respaldo de la Alianza de Ferrocarrileros y del Consejo Divisional de la ciudad. Demuestra al superintendente de la División las violaciones incurridas en contravención al artículo 123 constitucional. Al mismo tiempo, la CTC reitera la amenaza de huelga, con lo que se logra que la empresa reinstale a Campa.

Reanuda sus actividades en Ciudad Victoria para preparar la huelga general ferrocarrilera. El 21 de febrero de 1927 ingresó al Partido Comunista Mexicano (PCM) y un día después estalla la huelga general ferrocarrilera, secundada por la mayoría absoluta de los ferrocarrileros de la terminal de Ciudad Victoria. Al puerto arriban varias secciones del 33º Regimiento, comandado por el Coronel Cabrera. Valentín Campa es aprendido con violencia y es trasladado, bajo arresto, a la guarnición militar de la plaza, como resultado del movimiento sindical, incluso Plutarco Elías Calles (presidente de México), ordenó su fusilamiento, lo que fue evitado por Emilio Portes Gil, gobernador de Tamaulipas que incluso lo llamó a colaborar con él, a lo que se negó el nuevo comunista.

Valentín Campa siempre mostró la característica fundamental de los grandes revolucionarios de la historia, poniendo en marcha el pensamiento social y movilizando a la gente en torno a un fin concreto. En esta ocasión, una de las consecuencias de esta huelga general fue elevar la conciencia colectiva en fortalecimiento de la clase trabajadora, articulando alianzas y dejando atrás la acción aislada de los distintos gremios.[3]

En 1940, junto con Hernán Laborde se opuso al asesinato de León Trotsky, por lo que ambos resultaron expulsados del PCM. Sin embargo, su intensa actividad sindical continuó y llegó a ser secretario de Educación y Organización del sindicato ferrocarrilero en los años cuarenta. En 1949 fue encarcelado debido a su oposición a la imposición de los nuevos líderes sindicales.[4]

En su libro “Mi testimonio. Memorias de un comunista mexicano”, Campa escribe: "La guerra civil que yo presencié impulsó el desarrollo del capitalismo que ahora padecemos; sin embargo, hoy son más propicias las condiciones para promover la nueva revolución que instaure el poder del pueblo trabajador en su propio beneficio. Con todo, esto sólo se puede consolidar si se contrarrestan las tendencias del capitalismo y se conduce el proceso económico y social hacia el régimen socialista. Después, a un plazo más bien largo que corto, la sociedad, superada en todos los órdenes, inclusive en el cultural y en el espiritual, podrá ser encauzada a un régimen de gran humanismo, que será el régimen comunista... La conformación de la burguesía mexicana y su tendencia a la asociación con el imperialismo yanqui impulsaron el fortalecimiento constante de un régimen despótico, represivo, demagógico y manipulador"[5]

Entregó 7 décadas de su vida a impulsar la transformación del sistema político - económico – social, en favor de los segmentos populares. Fue encarcelado en la prisión de Lecumberri en 12 ocasiones, sumando un encarcelamiento en toda su vida de 13 años, 11 meses y 13 días.

El 25 de noviembre de 1999 muere en la Ciudad de México. Sus restos yacen en: Rotonda de las Personas Ilustres.

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