“Los logros de quienes luchan contra las minas
muestran que, cuando colaboramos unos con
otros, podemos alcanzar metas que en su
momento nos parecían imposibles. Se trata de
un mensaje que nos sirve al día de hoy para
tratar de acabar con la transmisión de la
pandemia. Así pues, recordemos en este día a
quienes viven bajo la sombra de las municiones
explosivas en Siria, Malí y otros lugares del
mundo.”

António Guterres
Secretario General de las Naciones Unidas
2020

 

El 8 de diciembre del 2005 la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante su resolución A/RES/60/97, declara que, todos los años, el 4 de abril se proclamará y se observará el Día Internacional de información sobre el peligro de las minas y de asistencia para las actividades relativas a las minas. El objetivo de conmemorar esta fecha es lograr crear conciencia y divulgar sobre el peligro y las terribles consecuencias de las minas para la seguridad e integridad física y mental de los seres humanos, así como también ayudar a todas las personas que han sido afectadas por este problema, además de promover la sensibilización y compromiso de los estados para desminar (eliminarlas) y educar sobre los riesgos. .[1]

Debido a que las minas y los restos explosivos de guerra constituyen una grave amenaza para la seguridad, la salud y la vida de la población local, en 1997 se estableció el Servicio de las Naciones Unidas de Actividades Relativas a las Minas (UNMAS), un servicio especializado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que lidera, coordina e implementa los esfuerzos de la ONU para eliminar las minas y los explosivos y a mitigar su impacto en la vida de las personas. Dentro de sus objetivos encontramos: salvar vidas, facilitar el despliegue de las misiones de las Naciones Unidas, distribución de asistencia humanitaria, proteger a los civiles, apoyar el retorno voluntario de los desplazados internos y los refugiados, posibilitar que se lleven a cabo tareas humanitarias, de recuperación, defender el derecho internacional humanitario y los derechos humanos .[2]

Debido a los daños, que infringen, para proteger a los civiles de los daños de las minas terrestres y los restos explosivos de guerra, se establecieron instrumentos internacionales para establecer un marco jurídico sobre el tema iniciando con la: Convención sobre la prohibición de minas antipersonal, abierta a la firma en 1997, con 164 países que ya ratificaron, el Protocolo sobre los Restos Explosivos de Guerra de 2006[3] y la Convención sobre Municiones en Racimo de 2008, que cuenta con 103 Estados partes y 17 países que lo han firmado pero aún no lo han ratificado .[4]

Por otro lado, las minas terrestres y los restos de explosivos además de ocasionar miles de lesiones y pérdidas humanas, provocan otros daños, como los siguientes :[5]

  • Cortan caminos, lo que impide a las niñas y niños ir a la escuela y a los agricultores trabajar la tierra;
  • Obstaculizan el desarrollo económico y social;
  • Privan a la población de sus medios de subsistencia;
  • Dificultan la reconstrucción después de la guerra, y
  • Bloquean el despliegue seguro del personal de mantenimiento de la paz y la prestación de la ayuda humanitaria.

Es importante destacar que la colaboración de las mujeres es crucial en el tema debido a que constituyen algo más de un 30 % del personal sobre el terreno y un 63 % en la sede de UNMAS, esto quiere decir que participan en todas las fases de las actividades relativas a las minas: desde la inspección de áreas minadas, la toma de decisiones sobre la estrategia de desminado y la educación sobre los riesgos de las minas, hasta la puesta en marcha de iniciativas de desarrollo posteriores .[6]

Asimismo, UNMAS cada año organiza una exposición multimedia en la Sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, para concienciar sobre las amenazas que suponen las minas, los restos explosivos de guerra y los artefactos explosivos improvisados. Junto a sus coorganizadores .[7]

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