Día Internacional de la Madre Tierra
“Debemos trabajar juntos para salvar vidas, aliviar el sufrimiento y reducir las devastadoras consecuencias económicas y sociales. El impacto del coronavirus es inmediato y terrible. Pero hay otra profunda emergencia: la crisis ambiental que se está produciendo en el planeta. La biodiversidad está en pronunciado declive. Las perturbaciones del clima se están acercando a un punto de no retorno. Debemos actuar con decisión para proteger nuestro planeta tanto del coronavirus como de la amenaza existencial de las perturbaciones climáticas.”
António Guterres
Secretario General de las Naciones Unidas
2020

 

La Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 22 de abril el Día Internacional de la Madre Tierra, invitando a todos los Estados Miembros, las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas, las organizaciones internacionales y regionales, las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil a conmemorar esta efeméride y crear conciencia respecto al medio ambiente.[1]

El objetivo de este día consiste en ampliar y diversificar el movimiento ambiental en todo el mundo, movilizarlo eficazmente para construir un medio ambiente saludable y sostenible, hacer frente a la crisis climática, protegiendo a la Tierra para las generaciones futuras. Este día brinda la oportunidad de concienciar a todas las personas que habitan el planeta acerca de los problemas que afectan al medio ambiente y a las diferentes formas de vida que contiene. [2]

El término “Madre Tierra” es una expresión para referirse a la Tierra y es utilizado en diversos países y regiones, lo que demuestra la interdependencia existente entre los seres humanos, las demás especies vivas y el planeta que habitamos.[3] Es por esto que también el 1° de agosto varios pueblos indígenas de la región andina de Sudamérica celebran la costumbre ancestral de gratitud a la Tierra, a quien nombran Pachamama, (“pacha”: universo, mundo, lugar; “mama”: madre), para celebrar y agradecer por las cosechas y el buen tiempo, por los animales y la abundancia del suelo.[4]

En 1992, más de 178 países firmaron el Programa 21, un plan de acción exhaustivo que fue adoptado globalmente por organizaciones del Sistema de Naciones Unidas, Gobiernos y Grupos Principales de cada zona en la cual el ser humano influye en el medio ambiente, con el objetivo de facilitar a la humanidad los instrumentos necesarios para el uso sostenible de los recursos naturales y para construir la infraestructura científica esencial para el desarrollo sostenible.[5] Actualmente, el Acuerdo de París y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), fomentan la cooperación internacional para impulsar la educación, formación, concienciación pública, participación y acceso a la información sobre el cambio climático.[6]

México cuenta con centros oficiales para atender a las causas del cambio climático, dentro de los cuales están el Sistema de Información sobre el Cambio Climático, el Atlas Nacional de Vulnerabilidad al Cambio Climático en México, el Inventario Nacional de emisiones de gases y compuestos de Efecto Invernadero y el Mapa de Vulnerabilidad a Inundaciones, entre otros.[7] Sin embargo, aún queda muchísimo camino por delante para reducir y erradicar la quema de combustibles fósiles, llevar a cabo una transición hacia fuentes de energías renovables y construir un sistema económico sustentable.

La Madre Tierra claramente nos pide que actuemos. Los océanos se llenan de plásticos y se vuelven más ácidos; el calor extremo, los incendios forestales, las inundaciones y demás desastres naturales son cada vez más intensos y frecuentes, afectando a millones de personas en todo el mundo. El calentamiento global y la crisis climática que está desatando, los cambios provocados por los seres humanos en la naturaleza, así como los crímenes que perturban la biodiversidad, como la deforestación, el cambio de uso del suelo, la producción agrícola y ganadera industrial y el creciente comercio ilegal de vida silvestre aceleran ritmo de destrucción de los ecosistemas, que sustentan todas las formas de vida de la Tierra. De la salud de nuestros ecosistemas depende directamente la salud de nuestro planeta y todos los seres vivos que lo habitamos. Conservar y restaurarlos contribuirá a combatir esta crisis y prevenir una extinción masiva, pero sólo lo conseguiremos si todo el mundo pone de su parte. [8]

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