Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono

“Los tratados sobre el ozono destacan como buenos ejemplos de cómo hay pocos límites a lo que podemos lograr en una causa común cuando prevalece la voluntad política. Hagamos que este trabajo conjunto para preservar la capa de ozono nos sirva de estímulo para mostrar la misma determinación en sanar el planeta y forjar un futuro más prometedor y equitativo para toda la humanidad”.


António Guterres
Secretario General de Naciones Unidas
2020

El 19 de diciembre de 1994, la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante su resolución A/RES/49/114, declaró el 16 de septiembre como el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono. Este día se conmemora desde 1995[1].

La capa de ozono fue descubierta en 1913 por los físicos franceses Charles Fabry y Henri Buisson. Posteriormente el meteorólogo británico Gordon Miller Bourne Dobson analizó sus propiedades y desarrolló un sencillo espectrofotómetro que podía ser usado para medir el ozono estratosférico desde la superficie terrestre[2].

Hay que recordar que la capa es una franja frágil y delgada que protege al planeta de los rayos solares y sus efectos[3]. Sin embargo, la utilización durante muchos años de productos químicos ha perjudicado a la capa, poniendo en terrible peligro su existencia, que podría tener daños irreparables en la vida terrestre.

A partir de estudios científicos en la década de los 70’s y parte de los 80’s, se confirmó el desgaste de la capa. Por esta razón, se impulsó la cooperación de distintos gobiernos para protegerla. El primer paso fue el 22 de marzo de 1985, cuando 28 países firmaron el Convenio de Viena. Ahí se estableció el Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) para elaborar un protocolo que incluyera medidas de control para recuperar la capa de ozono. El 14 de septiembre de 1987 México ratificó el tratado.

El antecedente importante para elaborar el Protocolo de Montreal, 1987, que consolida el siguiente objetivo: proteger la capa de ozono de la tierra. Su meta es descartar el uso de sustancias agotadoras la capa de ozono (SAO). Entre ellas se encuentran el yodo, cloro y bromo. Por lo tanto, se establece un calendario para la eliminación gradual de la producción y el consumo de ellas[4].

Así, este instrumento normativo protege la capa de ozono mediante la toma de medidas para controlar la producción total mundial, y el consumo, de sustancias que la agotan, la deterioran, con la finalidad de eliminarlas. Se basa en el progreso de los conocimientos científicos e información tecnológica, y contribuye en forma primordial a la lucha por frenar los efectos del cambio climático[5].

El 15 de octubre de 2016 en Kigali, Rwanda, se adoptó la Enmienda de Kigali; sin embargo, hasta 2019, entró en vigor. Su objetivo es eliminar los gases de efecto de gases invernadero (HFC), los cuales se encuentran en equipos de refrigeración y aire acondicionado. Si bien no son emitidos de forma directa hacia la capa, provocan aumento en la temperatura en el plantea, por lo cual son más dañinos que el dióxido de carbono[6]. Se estima que para el año 2050 se regenere el agujero de la capa.

En ambos casos, el gobierno mexicano ha continuado con su labor y cumplimento de los acuerdos. En 2016 se establecieron las actividades del Plan Nacional de Eliminación de Hidroclorofluorocarbonos (HCFC), que incluyen eliminar la fabricación de espumas de poliuretano, equipos de refrigeración doméstica y comercial: También se fomenta la capacitación a técnicos como agentes de limpieza en la sustitución de los HCFC en aires acondicionados por sustancias que no dañan la capa de ozono y con mayor eficiencia energética[7].

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