“El reconocimiento legal del trabajo sexual debe partir de la complejidad de la realidad económica y situación laboral que la diversidad de las personas trabajadoras sexuales enfrenta, así como de la falta de igualdad de oportunidades en muchos casos. Por lo tanto, debe acompañarse del diseño e implementación de medidas alternas y paralelas para igualar las condiciones y opciones laborales para quienes decidan dejar de ejercerlo.”
Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED
2020

 

La conmemoración del Día Internacional de la Trabajadora Sexual es en memoria de la protesta del 2 de junio de 1975, en el que más de 150 trabajadoras sexuales ocuparon la Iglesia de Saint-Nizier de Lyon, Francia, con la finalidad de llamar la atención sobre su mala situación y sobre las represalias continuas que sufrían por parte de la Policía, como eran abusos, violencia, multas y encarcelamientos. Es así como en este Día Internacional se busca erradicar la discriminación a la que se enfrentan día con día las trabajadoras y trabajadores sexuales, así como el poder lograr mejorar sus condiciones de vida y por supuesto laborales . [1]

Para hablar sobre trabajo sexual resulta primordial distinguirlo de la trata de personas en su modalidad de explotación sexual, al ser este último un delito y una grave violación a los derechos humanos de niños, niñas, mujeres y hombres. La Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas y Para la Protección y Asistencia a las Víctimas de estos Delitos, la define como: toda acción u omisión dolosa de una o varias personas para captar, enganchar, transportar, transferir, retener, recibir o alojar a una o varias personas con fines de explotación.[2]. Por otro lado, el trabajo sexual contempla diversas variantes y tipos de actividades, que se pueden ejercer en la vía pública, en algún establecimiento mercantil o inclusive por internet. La diferencia radica, por lo tanto, en la autonomía con la cual las personas deciden ejercer y ofrecer servicios sexuales y/o eróticos para obtener algún tipo de ingreso.[3]

Es importante resaltar que, la criminalización y la discriminación aún presente hacia quienes ejercen el trabajo sexual, aunadas a la marginación y falta de acceso a la información, impiden el acceso a los beneficios de seguridad social que tienen otros trabajadores.

En México, desde hace 19 años se lleva a cabo un encuentro anual de la Red Mexicana de Trabajo Sexual (RMTS), manteniendo en el centro la preocupación por el agravamiento de la situación de las personas trabajadoras sexuales. Según la ONG Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martínez, A.C. antes la preocupación era la “defensa de la esquina”, hoy es la defensa de la vida; dado que el riesgo al que se exponen las y los trabajadores sexuales y las personas que defienden a modo de activismo sus derechos ha ido en aumento. Respecto al trabajo sexual México no tiene una postura jurídica, lo cual pone en riesgo a esta población que a diario tiene que enfrentar el potencial riesgo de la trata de personas, extorsiones, violencia de género, feminicidios, homicidios y discriminación. El tema del trabajo sexual se debe incorporar a la mesa de debate nacional y al orden legislativo de manera pronta .[4]

Por otro lado, debido a la pandemia por el virus del COVID-19, se han presentado diversas problemáticas, entre ellas provoco el cierre de diversos giros comerciales situación que orillo a que muchas personas buscaran en el sexo servicio una alternativa para tener ingresos. Respecto a la situación en México la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martínez, A.C. destacó que aumentó hasta 100%, pues ante la falta de trabajo, mujeres, trabajadoras sexuales trans y cisgénero[5] vieron en ese oficio una oportunidad de generar ganancias y se volvieron el sustento del hogar. Desde el inicio de la pandemia, los y las trabajadoras sexuales se han enfrentado a dos grandes problemas: la disminución de sus ingresos y el riesgo constante de contagio del coronavirus. Debido a esta crisis la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martínez, A.C, fue la única organización que apoyó a las trabajadoras sexuales con despensas para que pudieran sobrevivir al embate económico.[6]

Respecto al tema, el 1 de junio de 2020 el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED) hizo un llamado al reconocimiento de los impactos diferenciados de la pandemia por la COVID-19 en las personas trabajadoras sexuales (PETS), y en consecuencia, a que se implementen medidas diferenciadas para paliar los efectos en su salud, economía e inclusión social para evitar que la brecha de desigualdad se profundice. Asimismo destacaron que, es necesario entender al trabajo sexual como el oficio libre y voluntario que realizan hombres y mujeres – cis y trans- mayores de edad, a partir del intercambio de dinero o bienes por servicios sexuales o eróticos, de forma regular u ocasional. No debería constituir un riesgo; tampoco una razón para las violencias y la exclusión .[7]

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