“Cada proceso de paz presenta características particulares, y las oportunidades y modalidades de participación de las mujeres están condicionados por aspectos tales como la cultura política, la fortaleza y coherencia del movimiento de paz impulsado por las mujeres, la duración del conflicto, el tipo de ayuda internacional o el contexto cultural o religioso, entre otros factores.”
Requena Casanova
Abogado y Profesor de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales

 

En 1982 el Campamento pacifista de mujeres en Greenham Common (Greenham Common Women's Peace Camp) junto con otros grupos de mujeres pacifistas de Europa, establecen el 24 de mayo como el Día Internacional de las Mujeres por la Paz y el Desarme, con el firme objetivo de conmemorar las luchas que numerosas mujeres han comenzado desde la Primera Guerra Mundial (1915) y trabajar en favor de una Cultura de Paz [1]. Desde entonces han surgido grupos de mujeres en todo el mundo que, a través de acciones en la calle, conferencias, talleres y todo tipo de actividades, han dado a conocer su labor y han apoyado otras iniciativas de paz.

En el momento en que se habla de conflictos armados, vemos como mujeres de todo el mundo lideran movimientos por la paz que están cambiando de diferentes maneras sus sociedades. A lo largo de la historia, hasta nuestros días, el cuerpo de las mujeres ha sido empleado como arma de guerra para humillar al adversario, violándolas, mutilándolas y permitiendo a los soldados que utilicen a las mujeres como esclavas sexuales. Es por ello que miles de mujeres se organizan en movimientos a favor de la paz, utilizando medios no violentos, a pesar de que en los conflictos armados son las principales víctimas y la violencia sexual es usada impunemente como arma de guerra. Desafortunadamente encontramos a miles de mujeres invisibles que han luchado y trabajado incansablemente, como ejemplo de ello es importante recordar nombres como: Rigoberta Menchú, Rosa Parks, Wangari Maathai, Berta Cáceres, Malala Yousafzai…algunos nombres de una larga lista de mujeres y colectivos que, a lo largo de la historia, han luchado por una sociedad más justa y más pacífica para todas y todos .[2]

Por otro lado, en América Latina, la mayoría de los países no atraviesan conflictos armados desde hace varios años, sin embargo, resulta problemático escindir, por un lado, las violencias y discriminaciones de géneros sufridas en tiempos de guerra y de paz, y, por otro lado, las que suceden adentro y afuera de las fronteras nacionales .[3]

Es importante recordar que, tanto en el ámbito nacional como mundial, los diversos movimientos de mujeres han impulsado la acción a favor de la igualdad de género. En países y localidades, los defensores y defensoras de los intereses de las mujeres suelen conocer mejor las deficiencias a las que se enfrentan mujeres y niñas, y saben bien qué medidas se deben adoptar para promover sus derechos. El movimiento de las mujeres contra la guerra y por la paz surge estrechamente vinculado a la defensa de otros derechos de las mujeres como el del sufragio, y ha evolucionado a la par de las luchas feministas desde finales del siglo XIX hasta la actualidad. Las organizaciones de mujeres que trabajan por la paz han abrazado múltiples causas: el fin de los conflictos armados y la búsqueda de salidas negociadas a la violencia, el antimilitarismo, la abolición de las armas nucleares, la defensa del medio ambiente, la denuncia de la violencia sexual como arma de guerra, la denuncia de las desigualdades económicas, la discriminación y las injusticias sociales, entre otras muchas. La paz positiva, la paz cargada de múltiples significados y no la mera ausencia de violencia directa, unida a un cuestionamiento del patriarcado que la legitima, es el horizonte por el que trabajan .[4]

En la actualidad en mundo entero vive una crisis sanitaria debido al virus del COVID-19. Situación que dio pie a que el Secretario General de las Naciones Unidas exhortara a un alto el fuego mundial que permita al mundo responder al COVID-19. Con la participación de las mujeres como eje central para alcanzar soluciones sostenibles, la pandemia ha puesto claramente de relieve la importancia crucial de la agenda sobre mujeres, paz y seguridad para adoptar decisiones de forma inclusiva y eficaz. Es así como encontramos que ONU Mujeres emitió el documento COVID-19 y conflictos: Fomentar la participación sustantiva de las mujeres en los procesos de paz y alto el fuego, dentro del cual encontramos un exhaustivo análisis respecto a la importancia de la participación plena, igualitaria y sustantiva de las mujeres para una respuesta eficaz a la pandemia y para los esfuerzos de consolidación de la paz. De igual manera describe de qué forma la agenda sobre mujeres, paz y seguridad puede brindar un marco crítico para procesos de toma de decisiones inclusivos y soluciones sostenibles . [5]

Sin embargo, a pesar de esta pandemia, las mujeres, con su lucha pacífica, siguen poniendo en evidencia de manera sencilla y cotidiana lo perjudicial que es para la humanidad seguir sosteniendo un sistema depredador de la vida y del planeta.

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