Día Internacional de las Remesas Familiares
“Exhorto a todas las partes interesadas a que adopten medidas para reducir los costos de transferencia de las remesas, prestar servicios financieros a los migrantes y sus familias —en particular en las zonas rurales— y promover la inclusión financiera en aras de un futuro más seguro y estable.”
António Guterres
Secretario General de las Naciones Unidas
2020

 

El Día Internacional de las Remesas Familiares fue proclamado de forma unánime por los 176 Estados Miembros del Consejo de Gobierno del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), en su 38 periodo de sesiones en febrero de 2015, y se ha sometido a la atención de la Asamblea General para su respaldo formal y su reconocimiento universal. La resolución 189/XXXVIII subraya que, las remesas internacionales constituyen una fuente de ingresos importante para familias pobres y que además éstas son unidades básicas de convivencia social, así como motores principales del desarrollo sostenible.[1]

En la conmemoración de este día internacional se reconocen los esfuerzos de millones de migrantes por mejorar las vidas de sus familias y lograr construir un futuro óptimo para sus hijos. Es importante mencionar que, al momento de hablar de las remesas, nos referimos en específico al dinero que envían los migrantes a sus familias en sus lugares de origen, mismo que ayuda al sustento de 800 millones de personas y constituyen un importante factor de desarrollo.[2]

De acuerdo a las últimas estadísticas que emitió el Fondo de Financiación para Remesas (FFR), en 2019, más de 200 millones de trabajadores migrantes enviaron USD 554 000 millones de dólares a sus 800 millones de miembros de familia que se encuentran en países en desarrollo, lo que representa más del triple de la corriente anual de asistencia oficial para el desarrollo (AOD) y supera la inversión extranjera directa (IED) .[3]

Las remesas generan costos y beneficios. Por una parte, reducen la pobreza y en menor medida la desigualdad, operan como seguros al contribuir a moderar fluctuaciones del consumo de los hogares, especialmente ante desastres, favorecen la inversión de los hogares en educación, y alivian restricciones crediticias. Sin embargo, las remesas plantean serios desafíos macroeconómicos. Por una parte, no está claro que contribuyan al crecimiento económico, en parte porque son el reflejo de mano de obra que abandonó el país de origen y dejó de producir en él, pero también porque pueden dar lugar a procesos de apreciación cambiaria que dañen el proceso de crecimiento.[4]

Respecto a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, encontramos que es un compromiso global para erradicar la pobreza y lograr el desarrollo sostenible para 2030, asegurando que nadie se quede atrás. Debido a lo anterior, específicamente en la meta 10.c del Objetivo 10 nos habla de reducir, para 2030, a menos del tres por ciento los costos de transacción de las remesas de los migrantes y eliminar los corredores de remesas con costos superiores al cinco por ciento.[5]

Durante 2021, los flujos de remesas mostraron un marcado incremento en América Latina y el Caribe (25.3 %), África subsahariana (14.1 %), Europa y Asia central (7.8 %), Oriente Medio y Norte de África (7.6 %) y Asia meridional (6.9 %). Las remesas con destino a Asia oriental y el Pacífico disminuyeron un 3.3 %, aunque si se excluye a China, registraron un aumento del 2.5 %. Sin incluir a China, los flujos de remesas constituyen la principal fuente de financiamiento externo de los países de ingreso bajo y mediano desde 2015.

En México durante el año 2021, las remesas totalizaron 51.534 millones de dólares, un aumento de 27.1% frente a 2020 y durante el primer cuatrimestre de este año suman 17.240 millones de dólares, un alza de 17.57% frente al mismo periodo del año anterior. Situación que de acuerdo con los analistas se debe a la mejora que ha tenido la economía estadounidense, que ha permitido a las comunidades migrantes ir recuperando sus empleos al tiempo que se procesaba la entrega de estímulos económicos.[6]

En México, cerca de 4.9 millones de hogares y unos 11.1 millones de adultos reciben remesas de sus familiares en el exterior, según un reporte del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (Cemla). Este dinero, que procede principalmente de migrantes mexicanos que viven en Estados Unidos, representa la segunda fuente de divisas de México, después de las exportaciones automotrices[7].

Las remesas de enero a abril del 2022 acumulan un total de 17 mil 240 millones de dólares, un alza de 17.6 por ciento respecto al mismo periodo de 2021.

Según la información de Banxico, el monto mensual fue impulsado principalmente por las transferencias electrónicas, pues 4 mil 667 millones de dólares se mandaron a través de este instrumento. En el caso de efectivo y especie, el monto fue de 38.4 millones, y otros 12.5 millones a través de los money orders.[8]

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