Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión
“Medir la violencia representa un paso hacia adelante en el reconocimiento de su existencia y sus impactos. Por ello, es responsabilidad de todas y todos contribuir a visibilizar todas las manifestaciones de la violencia que, desafortunadamente, enfrentan niñas, niños y adolescentes en el país, para así encontrar las mejores formas de ponerle fin.”
Christian Skoog
Representante de UNICEF en México

 

El 19 de agosto de 1982, en su período extraordinario de sesiones de emergencia sobre la cuestión de Palestina, la Asamblea General de Naciones Unidas, bajo la Resolución ES-7/8, decidió conmemorar el 4 de junio de cada año como el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión. Esta fecha Internacional tiene como propósito reconocer el dolor que sufren los niños en todo el mundo al ser víctimas de maltratos físicos, mentales y emocionales. Este día se afirma el compromiso de las Naciones Unidas de proteger los derechos del niño.[1]

De acuerdo a los antecedentes de este día internacional, encontramos que hace mas de veinte años, la Asamblea General aprobó la Resolución 51/77 sobre los Derechos del Niño, situación que marcó un hito en los esfuerzos por mejorar la protección de los niños en situaciones de conflicto.[2]

En los últimos diez años más de un millón de niños han perecido como resultado de guerras entre los adultos, por ser objetivos civiles o en combate como niños soldados.

El número de niños heridos o discapacitados es tres veces mayor al de los muertos, además de aumentar también los casos con enfermedades, malnutrición y de víctimas de violencia sexual, con más dificultades y penurias. Frente a los horrores de la guerra, incontable número de niños ha debido enfrentar la angustia de la pérdida de sus hogares, pertenencias, y personas cercanas. Esto conlleva traumas emocionales que los marcan y cambian para siempre.[3]

Por ello, en 2002 se adicionó un Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de los niños en los conflictos armados: prohíbe enrolar a niños y jóvenes menores de 18 años. Su entrada en vigor representa un enorme logro en favor de la infancia. Sin embargo, no es la única respuesta para enfrentar los abusos diarios contra los derechos humanos de los miles de soldados menores de edad, víctimas de situaciones que jamás comprenderán. Para lograr el cumplimiento del mecanismo por parte de los Estados del mundo es necesaria una capacidad de liderazgo político centrada en los derechos de los niños y niñas, y no sólo durante los conflictos sino también cuando terminan.[4]

Así entonces, la Agenda para el Desarrollo Sostenible de 2030 nos proporciona el plan maestro universal para asegurar un mejor futuro para los niños. La nueva agenda mundial de desarrollo sostenible incluye por primera vez una meta específica (16.2) centrada en poner fin a todas las formas de violencia contra los niños: exige poner fin al maltrato, la explotación, la trata y todas las formas de violencia y tortura contra los niños.[5]

En México, con base en la recopilación de datos emitidos por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), se destaca que los cinco entornos de violencia más recurrentes en contra de los niños, niñas y adolescentes son: el hogar, la escuela, la comunidad, las instituciones y el digital. Es por ello que en México se cuenta con la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, la cual establece que las personas menores de 18 años tienen derecho a una vida libre de violencia, a la integridad personal, y a no ser víctimas de algún tipo de maltrato, abuso o explotación[6]. De igual manera se cuenta con la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), institución que tiene como prioridad promover, respetar, proteger y garantizar el interés superior de la infancia, más aún tratándose de las víctimas de agresiones y violencia, tal y como está previsto en los instrumentos internacionales de los que México es parte.[7]

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