Día Internacional de los Trabajadores
“La voz que van a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora.”
August Spies, uno de los “mártires de Haymarket”, momentos antes de su ejecución
 

 

El Día Internacional de los Trabajadores, celebrado oficialmente en 80 países y extraoficialmente en muchos otros, fue instituido en 1889 por el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, como jornada reivindicativa de los derechos laborales en conmemoración de los mártires de Haymarket.[1]

El 1º de Mayo continúa siendo una fecha emblemática para la sociedad en su afán por reivindicar los derechos sociales y el derecho a una vida digna. A lo largo de la historia de la humanidad, los movimientos de los y las trabajadoras en el mundo han reflejado las necesidades y carencias a los que gran parte de las sociedades han sido sujetas bajo regímenes esclavistas, feudales o patronales. Después de la Revolución Industrial las malas condiciones de trabajo y vida de la clase obrera se exacerban: explotación laboral, remuneraciones ínfimas y precarias, condiciones de trabajo insalubres, horarios interminables y pagos a destajo, trabajo infantil y femenino subpagado, entre otras calamidades. Es en este contexto que durante el siglo XIX el movimiento obrero cobra mayor relevancia, manifestándose con notorio vigor y presencia en los Estados Unidos, considerando la importancia que se otorgó a la industrialización como base de su desarrollo económico capitalista.

Entre el 25 de abril y el 4 de mayo de 1886, trabajadores sindicalistas, reformistas, socialistas y anarquistas de la ciudad estadounidense de Chicago se unieron en una de las manifestaciones más grandes del movimiento obrero nacional, exigiendo una jornada de ocho horas. El 1 de mayo, decenas de miles trabajadores abandonaron sus puestos de trabajo para tomar las calles en una huelga masiva. Dos días después, una persona murió y varias resultaron heridas cuando la policía intervino para proteger a los rompehuelgas e intimidar a los trabajadores. Para protestar contra la brutalidad policial, líderes sindicales convocaron un mitin al día siguiente en la plaza Haymarket. La reunión fue declarada pacífica por el alcalde de Chicago, Carter Harrison, que asistió como observador. Sin embargo, después de que Harrison y la mayoría de los manifestantes se fueran, llegó un contingente de policía y exigió que la multitud se dispersara. Fue entonces que un individuo (que nunca fue identificado) lanzó una bomba y la policía respondió con disparos al azar, desatando un violento enfrentamiento que dejó alrededor de cien heridos y al menos diez muertos.

Ocho trabajadores anarquistas —entre ellos August Spies, un activista sindical falsamente acusado de arrojar la bomba— fueron injustamente condenados a muerte por aquella masacre, por lo cual el movimiento obrero los nombró “mártires de Haymarket”. Así, el incidente de Haymarket pasó a ser un símbolo internacional de la lucha obrera por los derechos laborales.[2] Con el transcurso del tiempo, la conmemoración del 1 de mayo se convirtió en un evento global que celebra la conquista de derechos, al mismo tiempo que expone la lucha por condiciones dignas de trabajo como un proceso continuo y vigente.

A fines del siglo XIX, la clase obrera en México también se enfrentaba a condiciones infrahumanas de trabajo, como jornadas de 14 a 16 horas y ausencia de días de descanso. A principios del siglo XX, las demandas de los trabajadores comenzaron a articularse en una militancia activa para exigir y defender sus derechos laborales. Este fortalecimiento de la organización y lucha obrera en varias regiones del país culminó en dos de las grandes movilizaciones de la época: la huelga de Cananea, Sonora, en 1906, y la de Río Blanco, Veracruz, en 1907, ambas antecedentes del movimiento revolucionario que estalló en 1910. Durante la Revolución Mexicana, una asociación anarcosindicalista llamada la Casa del Obrero Mundial unificó a varias organizaciones obreras. Sus afiliados decidieron conmemorar públicamente el 1 de mayo en 1913 con una marcha de 25 mil trabajadores en la Ciudad de México. La lucha de estas organizaciones durante el periodo revolucionario resultó en que las demandas históricas de la clase obrera se plasmaran en el artículo 123 de la Constitución de 1917, que estableció los derechos laborales en la Carta Magna. [3]

En 1919, tras la Primera Guerra Mundial, se creó mediante el Tratado de Versalles la Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismo dedicado a mejorar las condiciones laborales y el nivel de vida en todo el mundo, que en 1946 se afilió a la Organización de las Naciones Unidas. Las funciones de la OIT incluyen el desarrollo y la promoción de normas para la legislación nacional con el fin de proteger y mejorar las condiciones de trabajo y el nivel de vida. La institución también proporciona asistencia técnica en política y administración social y en formación de la mano de obra, fomenta las organizaciones cooperativas y las industrias rurales, recopila estadísticas laborales y realiza investigaciones sobre los problemas sociales de la competencia internacional, el desempleo y el subempleo, las relaciones laborales e industriales y el cambio tecnológico y la automatización. [4]

En 1970 se publicó en México la Ley Federal del Trabajo (LFT) para regular las condiciones de trabajo y relaciones laborales entre empleados y patrones. Es en esta ley que se establece al 1 de mayo como día festivo en el calendario oficial del país.[5] En 2012 se reformaron, adicionaron y derogaron disposiciones de la LFT, introduciendo el concepto de trabajo “digno o decente” como aquel en el que se respeta plenamente la dignidad humana del trabajador, sin distinción por condición social, ya sea origen étnico o nacional, género, orientación sexual, estado civil, edad, estado de salud, postura política o religión.[6]

El derecho al trabajo es un derecho fundamental y esencial para el ejercicio de otros derechos humanos y constituye una parte inseparable e inherente de la dignidad humana. Toda persona tiene derecho a trabajar para poder vivir con dignidad [7]. El respeto a los derechos laborales y la garantía de condiciones de trabajo dignas son elementos fundamentales para el ejercicio de los demás derechos humanos. El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) reconoce, en su Artículo 7, el derecho de toda persona al goce de condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias que le aseguren:[8]

  • Una remuneración que proporcione como mínimo a todos los trabajadores:
  1. Un salario equitativo e igual por trabajo de igual valor, sin distinciones de ninguna especie; en particular, debe asegurarse a las mujeres condiciones de trabajo no inferiores a las de los hombres, con salario igual por trabajo igual.
  2. Condiciones de existencia dignas para ellos y para sus familias conforme a las disposiciones del presente Pacto.
    1. La seguridad y la higiene en el trabajo.
    2. Igual oportunidad para todos de ser promovidos, dentro de su trabajo, a la categoría superior que les corresponda, sin más consideraciones que los factores de tiempo de servicio y capacidad.
    3. El descanso, el disfrute del tiempo libre, la limitación razonable de las horas de trabajo y las vacaciones periódicas pagadas, así como la remuneración de los días festivos.

En las últimas décadas, las condiciones socioeconómicas y las relaciones laborales se han visto modificadas en el tránsito de una sociedad industrializada a una sociedad de tecnologías de información, las sucesivas reformas laborales de flexibilización y desregulación en el marco de la globalización han precarizado las condiciones de vida, polarizado los escasos empleos entre seguros y subcontratados, minando la justicia laboral y generado exclusión por el analfabetismo funcional de algunos trabajadores ante las rápidas innovaciones tecnológicas entre otros aspectos. Además, este modelo político-económico neoliberal ha debilitado los movimientos de trabajadores, al mismo tiempo que ha suprimido y anulado los derechos laborales conquistados por sus luchas históricas, vulnerando el derecho al trabajo digno. Por estas razones, la lucha de los trabajadores celebrada el 1 de mayo se mantiene vigente.

Es fundamental recuperar el sentido del trabajo poniéndolo en el centro de los valores sociales y aplicar los mecanismos de defensa de derechos humanos que permitan el desarrollo y vida digna de las personas

En la actualidad en México, el nuevo gobierno, está realizando una revisión de la reforma laboral del régimen anterior que precarizó aún más, las condiciones de vida y los derechos de los trabajadores, y que incluso sus resultados fueron motivo de presión por parte de Canadá y los Estados Unidos, socios comerciales de México en el Tratado de Libre Comercio, para el aumento gradual en los salarios de los trabajadores mexicanos de las transnacionales, entre otros puntos, en búsqueda de una nivelación salarial en la región para que la mano de obra barata no fuera el factor decisivo o atractivo que motivaran el establecimiento de las empresas en territorio mexicano. El gobierno mexicano realiza revisión de dicha reforma en materia de derechos colectivos, sindicales y con motivo de la pandemia del COVID-19, se incluyeron regulaciones al trabajo en casa o “home office”, reconociendo la modalidad del trabajo a distancia utilizando las tecnologías de información y comunicación. así como la trascendente iniciativa presidencial de desaparecer el outsourcing o la subcontratación laboral aprobada por el Congreso de la Unión, entre otros temas laborales.

Finalmente, en el contexto de la pandemia que se vive actualmente debido al COVID-19 (coronavirus) el Grupo de los Trabajadores de la OIT llamó a Gobiernos y Empleadores a tratar los siguientes puntos con urgencia :[9]

  1. La protección de la salud y la seguridad de los trabajadores deben ser reconocidos como un derecho fundamental.
  2. El reconocimiento de Covid-19 como una enfermedad ocupacional.
  3. La necesidad que la OIT adopte un nuevo convenio sobre la protección frente a riesgos biológicos.
  4. La protección de los trabajadores de primera línea y de todos los trabajadores frente a los riesgos del Covid-19, es de suma urgencia. Todos los trabajadores deben tener acceso a equipos de protección personal (EPP). Los trabajadores de primera línea deben tener la garantía de recibir los cuidados adecuados en caso de enfermedad. En caso de muerte, como consecuencia de la infección, sus familias deben recibir una compensación justa.
  5. Un esfuerzo global y coordinado es necesario para alcanzar la protección social universal. El impacto social y económico sobre los trabajadores y sus familias que, debido a las medidas de confinamiento, hayan perdido sus trabajos o ingresos, deben ser mitigados. Las medidas deberían incluir subsidios a los salarios y extensión de beneficios de desempleo, pago por ausencia por enfermedad para todos los trabajadores, tanto para los trabajadores temporales y ocasionales, trabajadores autónomos, trabajadores de plataformas y trabajadores en la economía informal, como para los trabajadores migrantes. La cooperación a nivel global es necesaria para financiar la protección social para todos y todas, y para ayudar a los países menos desarrollados a responder a la pandemia.
  6. Fortalecer los servicios públicos de calidad y el sector público, con inversiones elocuentes para asegurar el acceso universal a la salud, al agua, al saneamiento, a los alimentos y a la vivienda, y con la garantía que estos servicios cuenten con personal suficiente y que los derechos laborales sean respetados. Los salarios y las condiciones de trabajo en el sector de la salud y la economía del cuidado deben mejorar, abordando las desigualdades de género y las demás desigualdades.
  7. El diálogo social, con respeto efectivo de la libertad sindical y la negociación colectiva, deben ser adoptados y desarrollados en todos los niveles como medias clave para responder a los desafíos de salud, sociales y económicos generados por la pandemia, tanto durante como en el período de recuperación.
  8. La vulnerabilidad del modelo global de comercio y producción debe ser reconocido y enfrentado. La crisis ha expuesto los enormes riesgos para los derechos laborales en las cadenas globales de suministros desreguladas. La OIT debe urgentemente enfrentar estos desafíos de trabajo decente en las cadenas de suministro, con acción normativa.
  9. La necesidad para todos los países de colocar el empleo y el trabajo decente al centro de las políticas macroeconómicas, así como un alivio emergencial de la deuda para permitir que los países en desarrollo puedan combatir la pandemia del Covid-19 y facilitar una recuperación sustentable de la crisis.
  10. El incremento rápido del teletrabajo y el uso de las nuevas tecnologías acelerados por la crisis del COVID 19, deben estar acompañados de una regulación adecuada y de protección

[1] https://www.ilo.org/sanjose/sala-de-prensa/WCMS_180752/lang--es/index.htm
[2] https://www.britannica.com/event/Haymarket-Affair
[3] https://inehrm.gob.mx/es/inehrm/1_de_Mayo_de_2016
[4] https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/history/lang--es/index.htm
[5] https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf_mov/Ley_Federal_del_Trabajo.pdf
[6] https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/66459/8_Laboral.pdf
[7] http://docstore.ohchr.org/SelfServices/FilesHandler.ashx?enc=4slQ6QSmlBEDzFEovLCuW1a0Szab0oXTdImnsJZZVQfUKxXVisd7Dae/Cu%2B13J25McUdQlf6uyQ1W3AE%2BzFawOUH0Ya5xlF/pm4TqHirJhNEIzfEcUOUh%2BvCuU8AEY7w
[8] https://www.ohchr.org/sites/default/files/Documents/ProfessionalInterest/cescr_SP.pdf
[9] https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---ed_dialogue/---actrav/documents/statement/wcms_743363.pdf

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