Día Internacional de Recordación del Desastre de Chernóbil, una vulneración a los derechos humanos
“En el Panteón de París, el féretro de Marie Curie, fallecida en 1934, está revestido con capas de plomo para evitar que la contaminación radioactiva que emana de su cuerpo afecte al exterior. A 2.500 kilómetros, en el norte de Ucrania, se encuentra otra tumba bajo tierra, cemento y plomo. Las dos tienen mucho en común: tanto el cuerpo de Curie como el esqueleto de la central nuclear de Chernóbil son víctimas de un exceso de radiación. Y ambas la seguirán emitiendo por miles de años.
Katia Ovchinnikova
Especialista en Derechos Humanos, Medio ambiente y periodismo

 

El 8 de diciembre del 2016 la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la resolución A/RES/71/125, designó el 26 de abril como el Día Internacional de Recordación del Desastre de Chernóbil. Fecha que se conmemora todos los años a partir de 2017, con el objetivo de concientizar acerca de la crisis humanitaria derivada de este acontecimiento, que en la actualidad sigue vigente debido a "…las consecuencias a largo plazo (que) persisten (en) las comunidades y los territorios afectados todavía…"[1]

En retrospectiva, la madrugada de 1986 una explosión en la central nuclear de Chernóbil propagó una nube radioactiva que cubrió lo que actualmente son los territorios de Belarús, Ucrania y parte de Rusia. Según los informes oficiales, 31 personas murieron en el momento y 600.000 se vieron afectadas por la radiación al estar en contacto directo con ésta. Entre los grupos de personas afectados se encontraron los liquidadores involucrados en las operaciones de extinción del fuego y limpieza.[2] Este dato, además de evidenciar la violación de los derechos humanos de los trabajadores y el derecho a la salud y seguridad de la población se vio agravado con la falta de información que el gobierno soviético omitió de forma deliberada, pues no informo adecuadamente a los colaboradores la gravedad de la situación exponiendo con ello a todos los involucrados a la radiación directa.

La población civil también resulto hondamente afectada, pues el reactor que exploto emitió una cantidad excesiva de material radiactivo al medio ambiente que perjudicó a corto y largo plazo a los habitantes de los territorios involucrados. Situación que se agravo aún más por la falta de información y medidas inmediatas para disminuir los riesgos, pues la población de las zonas afectadas se enteró del suceso fundamentalmente por rumores y no por fuentes fidedignas.[3] Conjuntamente alrededor de 8.4 millones de personas resultaron afectadas al ser expuestas a la radiación. Resulta necesario destacar que las consecuencias a corto y largo plazo de este desastre, aunado al actuar lento las autoridades y el gobierno acrecentaron el impacto en la población y una grave falta a sus derechos humanos.

Entre los derechos humanos que esta crisis humanitaria afectaron se encuentra el derecho a la vida, contenido en el artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos[4] , a la salud expresado en el artículo 25 de la misma declaración, en el que además de expresar este aspecto para la seguridad de las personas también se destaca el derecho a una vivienda que garantice seguridad a las personas, sin embargo, éste último aspecto también se vio afectado con la mencionada crisis, pues debido al impacto del desastre miles de personas fueron obligadas a desplazarse y abandonar su hogar y su ciudad. Finalmente, la seguridad en el trabajo contenida en el artículo 23 de la Declaración, también se vio hondamente violentado, pues los trabajadores y colaboradores, como antes se mencionó, no gozaron de ningún tipo de seguridad al realizar las tareas asignadas.

La primera evidencia del accidente fuera del territorio de la URSS se obtuvo a partir de mediciones realizadas en los países nórdicos que revelaron un inesperado aumento de la radiactividad ambiental. Aunado a ello, entre las acciones internacionales, se destacó el actuar de las Naciones Unidas que contribuyó a la valoración de la seguridad nuclear y de las condiciones ambientales, además del diagnóstico de las consecuencias y condiciones médicas derivadas del accidente. Sin embargo, fue hasta 1991, con el fin de agilizar las contribuciones económicas, que se estableció el Fondo Fiduciario para Chernóbil bajo la dirección de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), con el fin de formular estrategias para promover, impulsar y administrar las contribuciones de los donantes.

En 1996 con una cobertura internacional de más de 200 periodistas se llevó a cabo la Conferencia Internacional titulada "Una década después de Chernóbil: Recapitulación de las consecuencias del accidente", en el Austria Center de Viena, en la cual se reunieron alrededor de 800 expertos y expertas de 71 países con el objetivo de debatir y examinar las consecuencias inmediatas y posteriores del evento catastrófico, así como el esclarecimiento de la información y la búsqueda de la verdad. En 2004, el Secretario General de las Naciones Unidas anunció la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como parte un cambio en la estrategia sobre la base de estudio de 2002 "Las consecuencias humanas del accidente nuclear de Chernóbil: Una estrategia para la recuperación". [5]

Durante décadas numerosas organizaciones, gobiernos y asociaciones se han dado a la tarea de analizar el impacto de este desastre humanitario con el fin de esclarecer los acontecimientos, promover la salud, el desarrollo social y económico basado en la comunidad y el asesoramiento normativo dirigido a ayudar a los gobiernos a racionalizar el gasto de Chernóbil, así como a la concientización de este acontecimiento para la posteridad. El accidente de Chernóbil se recuerda como una crisis humanitaria de consecuencias devastadoras a corto y largo plazo. Asimismo es un ejemplo de una crisis que violento derechos humanos de miles de personas. Coloco en la mesa, aspectos poco abordados hasta entonces.

Área Responsable