Día Mundial de las Madres y los Padres

Desde la década de los ochenta la familia ha tomado relevancia a nivel internacional como un pilar de la sociedad y una de las bases de la formación de los seres humanos. Al respecto, la Asamblea General adoptó desde entonces numerosas resoluciones, como el establecimiento del Año Internacional de la Familia y del Día Internacional de las Familias,[1] con el fin de reconocer la importancia de este núcleo social relacionado con la crianza, formación, protección y educación de sus integrantes, principalmente de los niños, niñas y adolescentes.

En consonancia, el 17 de septiembre de 2012 la Asamblea General de la ONU emitió una resolución en la cual declaró el 1 de junio como el Día Mundial de las Madres y de los Padres, con el objetivo de distinguir su labor en todo el mundo,[2] así como la relevancia que tiene su trabajo en la educación, protección y cuidado de los integrantes de las familias, en especial en el desarrollo pleno de las infancias. Asimismo, para extender dicho reconocimiento e impulsar mejores condiciones de vida para sus integrantes. La resolución de referencia invitó a los Estados Miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a la conmemoración de este día e instó a colaborar plenamente con la sociedad en general y los gobiernos para lograr dicha meta.

El esfuerzo por mejorar las condiciones en las que las Madres y los Padres se desarrollan es de suma importancia, pues son éstos quienes regularmente pueden y deben proveer un ambiente sano a los demás integrantes de la familia, tanto en el ámbito emocional como en el físico, lo que a su vez se relaciona con la alimentación, la vivienda, la educación y la salud.[3]

Tanto a nivel internacional como nacional existen numerosos factores que atentan contra dicha labor y desarrollo sano de estos núcleos sociales, como la violencia en todos sus ámbitos —particularmente la intrafamiliar— el abandono, la migración, enfermedades, los riesgos antes, durante y después del embarazo, el acceso desigual a la educación, la discriminación[4], la falta de empleos y oportunidades óptimas de desarrollo y supervivencia, entre otros.

Lo anterior muestra la necesidad urgente y universal de impulsar, crear y ampliar políticas y servicios de asistencia familiar con el objetivo de promover la existencia de figuras paternas y maternas positivas en las familias. En consonancia a la importancia del trabajo de las madres y padres como uno los pilares de la sociedad y su desarrollo armónico, a nivel nacional e internacional se han planteado propósitos enfocados a su crecimiento.

Dentro de los objetivos centrales de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se busca prestar suma atención a las familias, ya que se considera que éstas continúan siendo el eje de la vida social, asegurando el bienestar, la educación y adaptación social de sus miembros[5], así como la responsabilidad del cuidado y protección de las niñas y los niños y el desarrollo armonioso de su personalidad para afrontar mejor el futuro,[6] mediante la generación de un ambiente sano de felicidad, amor y comprensión. Para ello resulta necesario brindar apoyo a las familias, garantizando la igualdad de oportunidades educativas, laborales, sociales, económicas y de género, entre otros aspectos.

Finalmente, esta conmemoración busca generar una reflexión en torno al trabajo de las madres y los padres y su papel fundamental en la sociedad, así como exponer la necesidad de un cambio urgente de paradigmas, donde hombres y mujeres cumplan roles que coadyuven cada vez más a una mayor y mejor integración familiar, así como la creación de espacios de cordialidad y entendimiento, donde se procuren los derechos humanos fundamentales de sus miembros, no solo en la palabra sino en la práctica, para lo cual urgen, asimismo, políticas dirigidas a mejorar las condiciones de esta base de la sociedad.