
El 16 de septiembre de 1913, Victoriano Huerta rindió un informe ante el Congreso Nacional. Un hombre le respondió desde la valentía que da la lucidez: el comiteco, chiapaneco, Belisario Domínguez. Los días 23 y 29 de septiembre de 1913 marcaron su suerte, pero había hablado con la verdad en la mano, denunciando los crímenes y tropelías del usurpador. La memoria de su peculiar amor a la verdad, la justicia y la congruencia le sobrevivieron, al alcance de todas y todos como ejemplo de dignidad.
En febrero de 1913, Belisario Domínguez se encontraba radicando en la Ciudad de México, en calidad de senador suplemente por el estado Chiapas –esta posición la había ganado al apoyar la candidatura senatorial de su amigo Leopoldo Goult–, y le tocó vivir el golpe militar de Victoriano Huerta: su cobarde traición culminada con los asesinatos de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez (febrero de 1913), en medio de la llamada Decena Trágica. Cuando en marzo siguiente murió su amigo Goult, asumió la senaduría como representante de Chiapas[1].
Desde la tribuna de la Cámara de Senadores denunció las atrocidades de Huerta, solicitando también su destitución. Sus discursos, alentadores de una nueva rebelión con base en la honradez, la congruencia y la conciencia, le costaron la vida. Fue asesinado por la policía huertista el 7 de octubre de 1913, días antes de las elecciones convocadas para el día 26, donde Victoriano Huerta pretendía alzarse como presidente por la vía democrática. En su primer discurso ante los senadores, el 23 de septiembre de 1813, había dicho:
La Representación Nacional debe deponer de la Presidencia de la República a don Victoriano Huerta, por ser él contra quien protestan con mucha razón todos nuestros hermanos alzados en armas y de consiguiente, por ser quien menos puede llevar a efecto la pacificación, supremo anhelo de todos los mexicanos […] ¿dejaréis, por temor a la muerte, que continúe en el poder?
Cuando el 16 de septiembre de 1913, el asesino Victoriano Huerta se presentó ante el Congreso para presentar su “informe”, Belisario Domínguez protestó de inmediato. Luego preparó un discurso para la sesión del domingo 23 de septiembre[2], donde lo denunció, entre más, por la traición cometida contra Madero y Pino Suárez, y por su represión de Estado contra todo aquel que se atreviera a enfrentarlo, por amordazar a la prensa, por sembrar la paz a un costo de muerte, por su ilegalidad e ilegitimidad, por su ineptitud y su maldad. Además, señaló lo peligroso que era para el país tener a alguien como Huerta a la cabeza, pues no solo era ambicioso e inexperto, sino además carecía del más mínimo proyecto político. Además, sus acciones lo enemistaban también con las naciones extranjeras. El texto no fue incluido en el Diario de Debates, por lo cual lo terminó de la siguiente manera:
“Urge que el pueblo mexicano conozca este discurso para que apoye a la Representación Nacional y, no pudiendo disponer de ninguna imprenta, recomiendo a todo el que lo lea, saque cinco o más copias, insertando también esta nota y las distribuya a sus amigos y conocidos de la capital y de los Estados.”
El 29 de septiembre, en la siguiente sesión, Belisario Domínguez lanzó un segundo discurso, subrayando el carácter de traidor y asesino, de represor sin freno, de criminal de Estado, de Victoriano Huerta. Lúcido como nadie, no dejó de señalarlo en el momento con expresiones como la siguiente:
“Cuando la obsesión es más fija, don Victoriano Huerta se exaspera y, para templar su cerebro y sus nervios desfallecientes, hace un llamamiento a sus instintos más crueles, más feroces, y entonces dice a los suyos: 'maten, asesinen, que solo matando a mis enemigos se restablecerá la paz '.”
Llamando a las cosas por su nombre, con toda franqueza y anteponiendo ética y principios, explicó en ese discurso cómo las fuerzas del Estado estaban acosando y atacando a las comunidades zapatistas de Morelos, arrasando con pueblos y pobladores… mostrado así cómo sería su gobierno. También volvió a señalar lo contraproducente que los crímenes de Huerta resultaban allende las fronteras, además de aquende y, finalmente, en un acto sorpresivo hasta para sus compañeros del Senado, los apremió a cumplir con su función de representantes del pueblo y firmar un exhorto a Huerta para que abandonara la Presidencia, antes de ser cómplices de ese personaje y de su política[3]:
“…y esa política del terror, señores senadores, la practica don Victoriano Huerta, en primer lugar, porque en su criterio estrecho de viejo soldado no cree que exista otra y, en segundo, porque en razón de como ascendió al poder y de los acontecimientos que han tenido lugar durante su gobierno, el cerebro de don Victoriano Huerta está desequilibrado, su espíritu está desorientado…”
Finalmente, sacando algunos ejemplares de su discurso previo, los repartió entre sus compañeros, indicando que el que acababa de dar también sería impreso y difundido entre el pueblo de México, de mano a mano, en forma de hojas volantes, pues la traición de Huerta y las turbulencias de este personaje deberían ser conocidas por todos para que nadie le permitiera ascender y erigirse como cabeza de México. Así, terminó su discurso de esta manera: “He aquí algunos ejemplares. ¿Queréis saber quién los imprimió? Voy a decíroslo, para honra y gloria de la mujer mexicana: ¡los imprimió una señorita!”
Esa señorita era María Hernández Zarco, mujer de familia liberal, nieta de Francisco Zarco, quien se había forjado como impresora en La Mujer Mexicana, la imprenta de Luz Fernández, viuda de Herrera, quien publicó, entre otros más, La Voz de México y El Reformador[4]. Maderista, miembro del Club Liberal Benito Juárez y fundadora de la Casa del Obrero Mundial, cuando Huerta clausuró la imprenta de la viuda de Herrera comenzó a trabajar con Adolfo Montes de Oca. Fue en la imprenta de este donde, imprimió en secreto los discursos de Belisario Domínguez, ayudando también a su distribución[5]. De hecho, fue más allá: cuando la policía de Victoriano Huerta asesinó a Belisario Domínguez, el 7 de octubre de 1913, ella continuó con la labor de difusión del ideario del gran comiteco, sacándolos a la luz pública bajo el título de Palabras de un muerto. A los lectores interesados se les invita a leer con atención las palabras de ese muerto tan valiente y especial, a través de los vínculos a los PDF que encontrarán en las referencias.
[1] https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/el-7-de-octubre-de-1913-fue-asesinado-el-senador-belisario-dominguez
[2] https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3813/9.pdf
[3] https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3813/9.pdf
[4]https://www.cisnncalo.mispublicacionesrecientes.blogspot.com/2013712/maria-hernadez-zarco-peridista-e.html?m=1
[5] https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3813/9.pdf