Fundación de la Escuela Naval Militar
“El Ejército es la vértebra fuerte de la espina dorsal del Estado. En tiempos de la dictadura llegó a identificarse con el gobierno, pero en nuestros días se halla identificado plenamente con el pueblo, por eso constituye una de las fuerzas progresistas de México y la salvaguarda del régimen democrático.”

Vicente Lombardo Toledano
Sindicalista, político y filósofo

 

La Heroica Escuela Naval Militar fue inaugurada el 1 de julio de 1897, convirtiéndose en uno de los establecimientos de mayor relevancia histórica y prestigio para México.[1]

La educación naval en México cuenta con diversos antecedentes importantes. En julio de 1822, por ejemplo, se fundó la Academia Náutica de Tepic para formar a jóvenes interesados en las artes marineras. Casi un año después, el 11 de octubre de 1823, se decretó la creación del Colegio Militar en la fortaleza de San Carlos, en Perote, Veracruz, donde el capitán de navío Eugenio Cortés y Azúa, impulsor de la educación naval, seleccionó el 29 de noviembre de 1824 a 18 aspirantes para integrarlos al recién creado Colegio de Marina de Tlacotalpan. Éste inició clases el 14 de enero de 1825, siendo la primera escuela naval de formación militar: su misión era instruir a los cadetes navales de México. [2]

Tiempo después, el general Antonio López de Santa Anna decretó el establecimiento de una Escuela Naval en la Isla del Carmen, Campeche, y en 1857, por orden del presidente Ignacio Comonfort, se establecieron dos colegios navales: uno en San Juan de Ulúa, Veracruz, y el otro en Mazatlán, Sinaloa. Cada academia debía albergar a veinte alumnos, pero esta disposición no llegó a cumplirse por estallar antes de su apertura la Guerra de los Tres Años o de Reforma. [3]

El 1 de julio de 1897, por iniciativa del general brigadier de la Armada de México, José María de la Vega, se inauguró la Escuela Naval Militar en Veracruz, y su primer director fue el capitán de navío Manuel E. Izaguirre. Su oferta profesional incluía a las carreras de Oficial de Guerra y Maquinista de la Armada. Sus instalaciones, junto con el buque escuela Zaragoza ―para la instrucción en altamar―, fueron parte fundamental para el desarrollo de la educación naval. [4]

Las puertas de la Escuela Naval Militar se abrieron ese 1 de julio con 47 cadetes, quienes aprendieron las últimas técnicas militares y náuticas. Esta escuela ha perdurado hasta nuestros días. En la actualidad, la Heroica Escuela Naval Militar cuenta con modernas instalaciones; un sistema de enseñanza bajo el régimen de internado y un plan de estudios de licenciatura que culmina con la obtención de títulos profesionales, con un perfil de guardiamarinas en las carreras de cuerpo general, infantería de marina, logística naval, ingeniería en electrónica y comunicaciones navales, ingeniería en ciencias aeronavales e ingeniería mecánica naval. [5]

El calificativo de “Heroica” a la Escuela Naval Militar se le otorgó por decreto en reconocimiento a las valientes acciones defensivas de sus cadetes ante el ataque de la armada estadounidense el 21 de abril de 1914. En ellas murieron dos jóvenes defensores: el cadete Virgilio Uribe y el teniente José Azueta. Después de estos acontecimientos la vida del plantel fue suspendida temporalmente, pues la escuela quedó destruida. Durante la reconstrucción, los cadetes continuaron sus estudios en el Colegio Militar, en la Ciudad de México. Volvieron a las instalaciones navales el 17 de febrero de 1919, cuando fue reinaugurada. [6] En 1952 se instaló definitivamente en su actual edificio, en Antón Lizardo, Veracruz.

Finalmente, podemos mencionar que la constante modernización de la infraestructura, así como la incorporación de tecnología de vanguardia, ha posicionado a la Heroica Escuela Naval Militar dentro de los estándares de calidad requeridos para la formación de Oficiales de Marina, acorde a las necesidades de una Armada de México con responsabilidad global. [7] Además, desde el año 2008 alberga tanto a hombres como a mujeres.

Por otro lado, es importante destacar que la Escuela Naval Militar tiene las atribuciones de inculcar en los cadetes los más elevados conceptos de honor, deber, lealtad, honradez, justicia y disciplina, al igual que el respeto al medio ambiente, como valores supremos de la profesión naval. Asimismo, los cadetes tienen la obligación de atender las buenas costumbres, la moral, los derechos humanos y la equidad de género, así como abstenerse de obedecer órdenes que impliquen la ejecución de actos contrarios a las leyes, reglamentos y demás disposiciones jurídicas, o que constituyan una falta o delito. [8]

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