Louise Michel, activista, educadora popular y defensora de los derechos de las mujeres
“Los revolucionarios rusos tenían razón: la evolución ha terminado y ahora la revolución es necesaria o la mariposa morirá en su capullo
Louise Michel
Educadora, poeta y escritora

 

Louise Michel nació el 29 de mayo de 1830 en Marsella, Francia. Anarquista, educadora, poeta, escritora y altruista dedico su vida a la revolución desde todas las trincheras con el firme objetivo de trasformar a la sociedad mediante la lucha, la justicia y la esperanza.

Su infancia transcurrió en un contexto convulso, pues a tan solo unos meses de su nacimiento tuvieron evento jornadas de revoluciones en París, que luego se extendieron a otros países de Europa. Dichos acontecimientos invadieron la historia de Oriente. Aunado a ello, las ideologías que recorrían las mentes de sus habitantes más revolucionarios y la influencia de su abuelo, quien le enseño a leer, escribir y compartió con ella los ideales de la Ilustración y la gran gesta de 1789 contribuyeron a formar en ella un pensamiento libertario, que posteriormente nutrió de teoría y experiencia. Testigo de la llamada "primavera de los pueblos" cuando tenía 18 años, de la guerra Franco-prusiana y receptora de los ideales anarquistas y socialistas, se configuro en ella un nuevo perfil revolucionario.

En 1871 participó en lo que Marx denominó el "asalto al cielo" de la clase obrera [1]: La Comuna de Paris. Entonces la activista ya ejercía como maestra de escuela de forma autónoma, era una consumada activista republicana, organizadora de círculos de mujeres, escritora, compositora de óperas y poeta.[2] Asimismo su pensamiento rebelde había madurado y desembocó en un accionar retador aquel 18 de marzo de 1871, día en el que Louise Michel participó en la toma del Palacio de las Tullerías. Su participación no fue fortuita ni efímera, pues colaboró en la administración y resistencia de la Comuna y apoyó mediante numerosas actividades como la convocatoria a reuniones, la organización de eventos y la redacción de panfletos.[3] Además, fue parte de las llamadas petroleras, mujeres que salieron a la calle y participaron en las barricadas de París y que asombraron a su generación por su arrojo y valentía.[4]

Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que el sueño obrero se viera golpeado, pues a 60 días, la mayoría de las personas activas en la Comuna fueron perseguidas, fusiladas o castigadas. Mediante el secuestro de su madre obligaron a la activista a presentarse ante las autoridades, el régimen la castigo con el exilio y junto a otros de sus compañeros tuvo que migrar a Nueva Caledonia, Melanesia, colonias de Francia en ese entonces, donde eran llevados los sublevados y prisioneros políticos. Esto, sin embargo, no detuvo su resistencia y su convicción de lucha. A diferencia de sus compañeros exiliados, formó un vínculo con los Kanakos, habitantes naturales de ese territorio. Dicho acto es un ejemplo de su actuar rebelde entre los rebeldes, pues ni sus compañeros cambiaron la opinión que se tenía de estas personas habitantes de la zona, quienes fueron tachados de salvajes. Louise Michel aprendió su lengua, apoyo su lucha y afianzo convicciones nuevas en su pensamiento.

En 1880 se le permitió regresar a Francia. En su país, sin embargo, no ceso su rebeldía y participó en manifestaciones, protestas y acciones que le costaron su libertad en numerosas ocasiones. Nunca apago la flama de su resistencia. Por ejemplo, en la cárcel de Saint-Lazare, defendió los derechos de las mujeres prostitutas encarceladas y denunció su condición de víctimas explotadas por la sociedad. Para este momento de madurez intelectual y lucha, la activista concibió un feminismo que abogó por la igualdad social, política y de género. En este tenor libertario comprometido con sus contemporáneas, defendió una postura radical en su momento, que proclamo la defensa de las mujeres y su derecho de la palabra y accionar. Es decir, divulgó y defendió la postura de que las mujeres tenían que tomar su lugar "sin suplicarlo" y en esta toma de lugar frente al mundo se abrirían nuevos caminos para ellas. Se le conoció entonces como la Virgen Roja entre las personas que lucharon junto a ella.

Fue una escritora prolífica, publicó veintidós libros en vida y cinco póstumos, entre cuentos, novelas y escritos históricos. Asimismo, se destaca su actividad poética, presente a lo largo de toda su vida. Además, fue historiadora de la Comuna pues mediante la publicación de uno de sus más célebres libros conto sus experiencias y observaciones de este evento histórico. Se desarrolló entre pensadores y activistas libertarios. En sus últimos años se destaca su profesión sin descanso como educadora, convocante de círculos anarquistas y defensora de grupos particularmente vulnerables. Sin embargo, su acción no se encaminó a la caridad sino a la organización de la lucha social.

En su actuar sin descanso se vislumbra la defensa de derechos como la educación y a la vida, a la información, a la manifestación y a la expresión. En particular los derechos de las mujeres, hacia la igualdad cívica y política, los derechos de los niños y el derecho a la salud. Derechos que sin embargo no se vieron materializados hasta muchos años después en numerosos tratados internacionales. Siempre adelantada a su tiempo, el 9 de enero de 1905 la indómita anarquista y luchadora social apago su mente por siempre a causa de una pulmonía.

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