Muere Epigmenio González Benemérito de la Patria
“Epigmenio González pertenecía al número de los más fogosos y entusiastas concurrentes, é infatigable en el empeño celoso del éxito de la empresa, era conocido como uno de los principales jefes de la conspiración.”
Alumnos de la Escuela de Jurisprudencia
Discurso pronunciado ante los restos de Epigmenio González

 

Epigmenio González Flores nació el en la ciudad de Querétaro el 22 de marzo de 1781. Falleció el 19 de julio de 1858 en Guadalajara. Fue partidario de la lucha por la independencia y participó en la célebre Conspiración de Querétaro previa al estallido de la Independencia de México, en la cual participó con su hermano Emeterio González [1], conociendo a los grandes impulsores de la primera etapa de la movilización insurgente.

A los hermanos González Flores, comerciantes, se les encargó fabricar pólvora y cartuchos, poniendo su casa al servicio de la causa al hacerla funcionar como almacén. Sin embargo, el 13 de septiembre de 1810 fueron denunciados por Francisco Buera ante el cura Rafael de León. Aprehendidos, ambos hermanos fueron trasladados a la Ciudad de México [2]. Poco antes de unirse a las tertulias literarias en cas el corregidor, Epigmenio había quedado viudo: su esposa de nombre Anastasia Juárez, había muerto por el cólera Junto a ellos habían sido apresados también José El Cohetero, quien hacía la pólvora y los cartuchos; Antonio García y su esposa, sirvientes en la casa; un aprendiz de carpintero a quien nuestro personaje dejaba pernoctar en su casa; dos niños huérfanos que acababa de adoptar, y una anciana ciega a quien desde dos meses atrás daba asilo en su hogar. A los hermanos los llevaron a la prisión militar queretana; al resto, a las reales cárceles [3]. Lamentablemente, mientras la lucha por la independencia crecía y se mantenía por toda Nueva España, los hermanos González pasaron de cárcel a cárcel, presos políticos por décadas . Emeterio murió primero, en 1813.[4]

En 1815, en una revisión carcelaria, en la celda de Epigmenio encuentran un folleto que, a juicio del Tribunal de la Santa Inquisición, lo hacía merecedor de la pena de muerte por hereje. Mas, aún no era su turno. Cuando la pena está por aplicarse, una orden civil judicial lo exilia por diez años a las islas Marianas, en el océano Pacífico. En plena condena fue transferido a Filipinas, junto a otros reos: se le habían sumado diez años más de encarcelamiento. Era costumbre de la Corona española enviar a ese archipiélago a quienes consideraba presos de alta peligrosidad. En Filipinas, hacinado en distintas prisiones ―la última sería la de Bilbid―, viviría Epigmenio González hasta 1836. Quedaría libre gracias a la Real Ordenanza General de presidios de Isabel II (1834), mediante la cual se ordenó liberar a todos los presos por traición, presos políticos en su mayoría . [5]

En 1936 también se firmó el Tratado de México con España, por fin podría regresar a su patria. Sin embargo, estaba enfermo, renco y sin recursos para regresar a México, logro conseguir un pasaje para España, y ahí pidiendo prestado logro regresar.

El ilustre queretano regresó a México en 1838, para encontrar que no sólo se le había dado por muerto, se le desconocía, aun cuando había calles con su nombre y se le honraba: la Legislatura de Querétaro lo había nombrado Benemérito de la Patria, sin saber que seguía vivo del otro lado del mundo, asignándole una pensión por servicios prestados de cien pesos al mes [6] la cobraban entre su prima y los niños huérfanos que había adoptado. En 1839, el presidente Nicolás Bravo lo nombró vigilante de la Casa de Moneda de Guadalajara . Ahí se quedó a vivir. falleció el 10 de Julio de 1858, también por el cólera. Tenía 77 años. En 1855, había podido contar su historia al periódico La Revolución.[7]

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