"Mi querido amigo: Con positiva satisfacción he recibido del gobierno el nuevo voto de confianza con que se ha servido honrarme nombrándome General en jefe de este cuerpo de ejército: muy arduo y difícil es el cargo que se me encomienda […], pero me sobra voluntad para llenarlo y me esforzaré cuanto esté en mí, a fin de desempeñarlo como a la patria conviene"
Ignacio Zaragoza
Carta a Benito Juárez
1862
 

El 24 de marzo de 1829 nació Ignacio Zaragoza Seguín en Bahía del Espíritu Santo, entonces territorio mexicano del estado de Coahuila y Texas —hoy, Goliad, Texas, EUA. El segundo hijo de ocho, del soldado veracruzano Miguel Zaragoza Valdés y la texana María de Jesús Seguín Martínez, fue un destacado y ameritado militar mexicano, ministro de Guerra del presidente Benito Juárez en 1861[1], quien venció a los franceses en la ciudad de Puebla, el 5 de mayo de 1862.

Cuando Texas se independizó de México, Miguel Zaragoza emigró con su familia, instalándose primero en Matamoros (1834), y tiempo después en Monterrey (1844). Ignacio se inició en el sacerdocio, ingresando al seminario. Sin embargo, abandonó este caminó en 1846. Al año siguiente intentó entrar al ejército regiomontano para luchar contra las tropas estadounidenses, pero fue rechazado. Tenía 17 años. Optó entonces por dedicarse al comercio. Finalmente, Ignacio Zaragoza inició una ascendente carrera militar desde que ingreso a la Guardia Nacional de Nuevo León (1853).

Zaragoza contrajo matrimonio en 1857, cuando tenía 24 años, con la señorita Rafaela Padilla de la Garza, originaria de Monterrey, Nuevo León, sin poder asistir al acto matrimonial en la catedral de esa ciudad, tuvo que ser representado por su hermano Miguel. La familia Zaragoza Padilla tuvo tres hijos, dos de los cuales no sobrevivieron: Ignacio, el primero, falleció en 1858; e Ignacio Estanislao, en 1861. La única descendiente del general que sobrevivió fue su hija Rafaela, (1860 -1927).[2].

Ignacio participó activamente en la política nacional, adhiriéndose en 1854 al Plan de Ayutla contra la dictadura de Antonio López de Santa Anna y apoyando al movimiento liberal y a Benito Juárez durante la Guerra de Reforma[3](1857-1861). En octubre de 1860, sus tropas y las de Jesús González Ortega tomaron Guadalajara, derrotando al general conservador Leonardo Márquez. En reconocimiento, fue ascendido a general, y formo parte de los cuerpos defensores de la Constitución de 1857, venciendo a los conservadores en una de las batallas decisivas para la victoria liberal: Calpulalpan (Diciembre 1860)[4]. Al triunfo del movimiento, y al establecerse el gobierno de Benito Juárez en la Ciudad de México, por su lealtad y patriotismo Ignacio fue nombrado Ministro de Guerra y Marina de abril a diciembre de 1861, cuando renunció a esa posición para enfrentar una de las tareas más importantes y difíciles de su vida, participar en la defensa de la soberanía nacional al mando del Ejército de Oriente durante la Intervención Francesa (Diciembre 1861- Junio 1864).

Al concluir la Guerra de reforma el país estaba devastado, social y económicamente, el territorio dividido, la iglesia y la élite de los conservadores al ver perdidas sus canonjías buscaban en el exterior alianzas y negaban recursos al gobierno el cual estaba en la bancarrota, así el Congreso decretó la suspensión de pagos. La respuesta de los acreedores internacionales no se hizo esperar Inglaterra, Francia y España firmaron el tratado de la Convención de Londres; en el cual acordaron enviar fuerzas militares a territorio mexicano, el acuerdo se frustro debido a que Inglaterra y España desistieron al llegar a un acuerdo con el gobierno mexicano a través de los Tratados de la Soledad. Solo Francia, a pesar de haber firmado dichos acuerdos, y pretendiendo expandir sus dominios en América trató de instaurar una monarquía en territorio mexicano en contubernio con los conservadores. Mandó fuerzas invasoras a las costas mexicanas, dándose el primer enfrentamiento con el ejército liberal mexicano, en las cumbres del municipio veracruzano de Acultzingo el 28 de abril de 1862.

El general Zaragoza al mando del Ejército de Oriente, es designado por Juárez para detener el avance sobre Puebla del ejército francés de élite —el cual era considerado entonces el mejor del mundo, bajo el mando de Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez—. Ignacio Zaragoza se atrincheró en los fuertes de Loreto y Guadalupe, con un ejército mal armado, pero determinado a detener al invasor y defender la soberanía nacional con sus vidas, además de contar con la participación fundamental de las distintas comunidades indígenas de la región, quienes a apunta de machete enfrentaron a los franceses; lucha conjunta, valiente y decidida que llevo a la derrota de los invasores en la célebre Batalla del 5 de Mayo de 1862, salvando a la ciudad de Puebla de caer en manos enemigas.

1862 fue para el joven general un año de gloria y de dolor, su esposa Rafaela Padilla, murió el 13 de enero por pulmonía, y con esa pena a cuestas el héroe de Puebla se embarca en el mayor reto de su vida obteniendo la gran victoria del 5 de mayo contra los franceses, pero también ese mismo año a tan solo cuatro meses de su heroica batalla, Ignacio Zaragoza Seguín se enferma gravemente de fiebre tifoidea y muere el 8 de septiembre en esa misma ciudad. Al parecer, su contagio lo obtuvo durante una visita que realizo a las fuerzas liberales el 22 de mayo, en las Cumbres de Acultzingo[5].

El presidente Juárez traslado su cuerpo a la Ciudad de México, se decretaron honras fúnebres en todo el país, dignas de un general muerto en campaña: que todo funcionario guardara luto por nueve días; el izamiento del pabellón nacional a media asta por tres días consecutivos, con cañonazos cada cuarto de hora, desde el alba hasta la puesta del sol. El propio Juárez el 11 de septiembre de 1862 lo declaró “Benemérito de la Patria en grado heroico”, dio a la capital poblana el nombre de Puebla de Zaragoza, su nombre se inscribió con letras de oro en el Congreso de la Unión,[6] fue objeto de homenajes del presidente y sus ministros hasta el 13 de septiembre, fecha en que fue enterrado en el panteón de San Fernando, en la capital del país. Lo acompañaron las personas más prominentes y el pueblo, el discurso del jurista y político José María Iglesias destacó:

“El día que puedan agregarse nuestros laureles a los siempre frescos de esa tumba que va a cerrarse a nuestra vista; el día en que se firme una paz honrosa, salvándose la dignidad nacional […] habremos levantado, creedme, el monumento más honorífico a Zaragoza, el más adecuado a la alta nobleza de sus sentimientos”.

En 1976 sus restos fueron trasladados a la ciudad de Puebla, y el 5 de mayo de 1979 los de su esposa.

La Batalla del 5 de mayo se ha convertido en una fecha nacional emblemática símbolo de la defensa del pueblo de su soberanía, de la victoria sobre la invasión y emblema de la libertad y la identidad que sustentan la independencia nacional. El hecho se conmemora oficialmente cada año en México y en el exterior donde habiten mexicanos, en los Estados Unidos es la principal fecha que se ha convertido en símbolo de mexicanidad e independencia, y se celebra como una gran fiesta a lo largo del país.

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