“A pesar de ser una ‘olla de presión’, el
Portugal de 1973 e inicios de 1874 no vivió
una situación pre insurreccional. Sería el golpe
militar, en gran medida involuntariamente, el
que cambiaría la calidad del protagonismo
popular.”

Jorge Costa
Periodista portugués

 

El 25 de abril de 1974, una canción da pie a una revolución que, entre claveles y abrazos, de manera pacífica, termina con alrededor de cuatro décadas de dictadura de António de Oliveira Salazar en Portugal. Aquel día comenzó una nueva etapa. La llamada Revolución de los Claveles fue un levantamiento militar y popular en Portugal debido a la negación del ejercicio de los derechos civiles de la población, la censura y al no poder participar en la elección de sus gobernantes: no se convocaba elecciones democráticas desde 1925, siendo esta una grave violación a los derechos sociales, es así como gracias a este movimiento popular Portugal se convirtió en un Estado democrático y de derecho .[1]

“Grândola, villa morena, tierra de fraternidad, el pueblo es quien más ordena dentro de ti, oh, ciudad[2]” sonó a las 0:25 horas del 25 de abril de 1974 en Radio Renascença, emisora católica. Era la segunda señal para el levantamiento contra la dictadura de Salazar; la primera se emitió por Radio Emmisores Associados de Lisboa a las 22:55 horas del 24 de abril, y fue “E depois do adeus” (Y después del adiós), pieza de Paulo de Carvahlo. Grândola era obra de José Afonso (José Manuel Cerqueira Afonso dos Santos), célebre cantautor de rebeldía y resistencia. Varios de los miembros del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), levantados en armas, habían escuchado la canción al cierre de un espectáculo de la fadista y activista Amália Rodrigues en el Coliseo de Lisboa, el 29 de marzo de 1974, eligiéndola como contraseña para iniciar la que posteriormente sería llamada Revolución de los Claveles .[3]

Acorde con los regímenes totalitarios de Italia y Alemania, el gobierno de Oliveira Salazar se asentó bajo el lema “Dios, Patria y Familia”, llamándose Estado Nuevo a un sistema de control que, bajo la apariencia de democracia, avaló bajo la Constitución interna todo tipo de censura, falta de libertades y represión a manos de su Policía Internacional y de Defensa del Estado (PIDE), alimentada a su vez por turbias redes de informantes. Este Estado salazarista inició en 1926, cuando un golpe de Estado terminó con el régimen parlamentario previo y Oliveira Salazar fue nombrado ministro de Hacienda, logrando estabilizar la moneda y, en consecuencia, acceder a la presidencia en 1932. Posteriormente fue primer ministro, de 1958 a 1968, año en que sufrió un accidente, un golpe que lo dejó imposibilitado para seguir gobernando. Su política ultraconservadora se mantuvo en manos de su sustituto, Marcelo Caetano, hasta que la revolución civil y militar lo venció. A ambos acompañó desde la presidencia portuguesa Américo Tomás.

Los capitanes de abril, como se conoce a quienes participaron en el movimiento, eran en su mayoría jóvenes que se negaban a seguir luchando las guerras colonialistas portuguesas, cansados de ver morir a sus compañeros. A ellos se sumó el pueblo, hundido en la miseria y harto de la violencia de Estado, de la falta de libertades. Una joven costurera y camarera Celeste Caeiro, con una cesta llena de claveles (flor de la temporada) del lugar donde trabajaba, sabiendo que había una insurrección en ciernes, se acercó a la céntrica plaza de Rossio, eran las 9 de la mañana del 25 de abril, un joven soldado le pidió un cigarro, no tenia y en cambio le dio un clavel rojo, que el joven puso en la boca de su fusil, los demás soldados imitaron el acto y les colocaba las flores en las bocas de los fusiles, convirtiéndose en muestra de que su movimiento era pacifico. Conforme avanzaba el día y la gente seguía llegando, se llenaron las calles de flores y de abrazos, la población de manera emotiva y espontánea colocaba los claveles que llevaba, en la boca de los fusiles de los jóvenes libertarios, y en algunos lugares estratégicos, se apresuraron a acompañarlos rumbo al cuartel para encarar al ministro, mientras las calles continuaban llenándose de claveles, dando origen con ello el nombre al movimiento popular con el que se le conoce hasta ahora: La Revolución de los claveles [4]

El 25 de abril, tras escuchar las consignas radiofónicas, los miembros del MFA salieron a la calle a derrocar la dictadura, para encontrarse con el pueblo compañero y solidario marchando con ellos, aglomerándose, tomando los espacios y vías. Conociendo la rigidez y violencia del régimen, habían pedido a la gente que permaneciera en casa: desoyéndolos, se manifestó a la par portando claveles en Lisboa.

Bajo la coordinación de Otelo Saraiva de Carvalho, desde las primeras horas del día en jaque el capitán Fernando Salgueiro Maia ocupó, al frente de los jinetes de la Escuela Práctica de Caballería de Santarém, el Terreiro do Paço —el terreno, ahora plaza, donde se había asentado el Palacio Real de Lisboa, destruido durante el terremoto de 1755—, cercando posteriormente el cuartel del Carmo, de la Guardia Nacional Republicana, refugio de Caetano. Hacia ese lugar se encaminó la manifestación masiva, obligando al presidente a entregar el poder, por miedo a la fuerza popular, al general Antonio de Spínola, quien era miembro de las viejas fuerzas armadas lusas, e incluso había sido gobernador de Guinea-Bissau, pero había visto con claridad, y planteado, la necesidad de una reforma para salir de la aguda crisis integral del país[5]. Por ello se había unido a los conspiradores, pues eso eran los miembros del MFA al verse obligados a actuar en secreto, a escondidas, para no ser reprimidos y aniquilados.

Sólo la PIDE —recién nombrada por Marcelo Caetano como Dirección general de Seguridad (DGS)—se mantuvo negándose a la derrota. Cuando su cuartel de la calle Antonio María Cardoso estuvo rodeado por el pueblo portugués, disparó en su contra: cuatro muertes mancharon lo que, hasta entonces, había sido una jornada de lucha pacifista. El cuartel fue tomado, y la PIDE/DGS disuelta oficialmente ese mismo día. A las 17hrs Caetano se rinde, y entrega el poder a Antonio Spinola. Muchos de sus agentes huyeron a la España franquista. Tras esto, de inmediato, fueron liberados los presos políticos en la cárcel de Caixas y comenzó el retorno de los líderes en el exilio. Antonio de Oliveira Salazar no vivió la Revolución de los Claveles, murió en julio de 1970. A Marcelo Caetano y Américo Tomás se les permitió abandonar el país con rumbo a Brasil, y el general António de Spínola se convirtió en primer presidente de Portugal tras la revolución. Spínola había puesto al régimen nervioso dos meses antes del 25 de abril, al publicar un libro en el que defendía una solución política para las guerras coloniales. El día de la insurrección, recibió la rendición de Caetano y lideró la Junta de Salvación Nacional, creada para avanzar en la transición hacia la democracia a partir del 26 de abril. El 26 de abril, en un mensaje retransmitido por televisión, se compromete a promover la conciencia de los portugueses, permitiendo la plena expresión de todas las corrientes de opinión, y facilitar la convocatoria de elecciones. Fue presidente desde mayo de 1974 hasta septiembre de ese año, cuando dimitió. [6]

El 27 de junio de 1976, Portugal vivió sus primeras elecciones presidenciales libres, las cuales ganó Antonio dos Santos Ramalho Eanes, uno de los miembros del MFA.

La nueva democracia parlamentaria terminó con la guerra colonialista y garantizó su independencia a Guinea-Bissau, Angola, Mozambique, Cabo Verde, Macao, santo Tomé y Príncipe, y Timor, además de libertad y logros sociales y económicos para los portugueses. El 25 de abril es, desde entonces, día de fiesta nacional, dedicado a la memoria de la gesta revolucionaria, y a la reflexión sobre sus antecedentes, formas y consecuencias . [7]

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