“En la Declaración Política emanada de la Conferencia, los gobiernos subrayaron que ‘las mujeres y hombres de todos los países deben tener iguales derechos y deberes, y que incumbe a todos los Estados crear las condiciones necesarias para que aquéllas los alcancen y puedan ejercerlos, ya que la utilización insuficiente del potencial de aproximadamente la mitad de la población mundial es un grave obstáculo para el desarrollo económico y social’.”
 
La mujer y el derecho internacional
SER/UNIFEM/PNUD
 
 

El 18 de diciembre de 1972, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) nombró a 1975 Año Internacional de la Mujer y coincidiendo con ello se realizó en la Ciudad de México la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, del 19 de junio al 2 de julio. Por lo mismo, también se le conoce como Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer.

La Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer estuvo auspiciada por el organismo internacional y por el gobierno de México. Fue un acto oficial, y las y los delegados en él no actuaban por convicción propia sino reflejando la postura de cada uno de sus gobiernos. Sin embargo, eran tiempos de replantearse a nivel internacional la visión de algunos temas fundamentales, y uno de ellos eran las mujeres en su realidad cotidiana, y de esta reunión saldrían nuevas políticas públicas y un mayor reconocimiento al género femenino como productor y accionador de cambios.

Antes de la congregación de junio de 1975, la igualdad y equidad de género estaban planteadas, sobre todo, en la Carta de las Naciones Unidas (1945), la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y los trabajos de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujeres de las Naciones Unidas (CSW o UNCSW), activa desde el 21 de junio de 1946. Ésta llevaba décadas concentrada en una profunda investigación acerca de cómo vivían y eran tratadas las mujeres en cada país del mundo y en todo ámbito social, político, religioso y económico, sin distinción, y el resultado vio luz pública el 7 de noviembre de 1967, cuando la Asamblea General aprobó la Declaración sobre la eliminación de la discriminación contra la mujer (DEDAW), precursora de la Conferencia en México y de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer[1], realizada el 18 de diciembre de 1979 en Nueva York, Estados Unidos, e instituida el 3 de septiembre de 1981 tras prácticamente una década de acciones para despertar conciencia acerca del problema.

Al ser un evento impulsado por la ONU, la sede de la Primera Conferencia fue la Secretaría de Relaciones Exteriores, cuyas oficinas principales estaban en la célebre Torre de Tlatelolco, en la unidad habitacional homónima, edificio que hoy pertenece a la Universidad Nacional Autónoma de México y alberga al Centro Cultural Universitario Tlatelolco. Participaron en ella representantes de 133 gobiernos: 113 eran mujeres. En ella se definió el plan de acción a seguir para conseguir los objetivos del Año Internacional de la Mujer[2]. A la vez, entre cuatro y seis mil miembros de diversas Organizaciones No Gubernamentales (ONG) a favor de las mujeres asistieron a un foro paralelo, independiente, la Tribuna del Año Internacional de la Mujer, desde la cual se sacó fielmente un boletín diario –Xilonen[3]– registrando las discusiones y planteamientos durante los quince días del evento internacional. La sede de este encuentro alterno fue el Centro de Convenciones del Centro Médico.

La Conferencia de 1975 tuvo tres objetivos principales, con miras a trabajar en ellos y lograrlos a futuro. Eran éstos:

  • Igualdad de género y eliminación de discriminación por motivos de género.
  • Plena participación de las mujeres en el desarrollo.
  • Mayor contribución de las mujeres a la paz mundial.

No olvidemos, para comprender el último punto en su total dimensión, que la conferencia se estaba llevando a cabo justo en medio de la Guerra Fría. Ese fue su tiempo de ser. El plan de acción que la Conferencia marcaba las directrices a los gobiernos y a toda la comunidad internacional para los diez años siguientes –durante lo que se proclamó el Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer (1975/1985)–, y en él se establecieron una serie de metas para garantizar a las mujeres el acceso en igualdad con los hombres a la educación, el trabajo, la participación política, la salud, la vivienda, la planificación familiar y la alimentación. Fue un verdadero punto de inflexión.

Para finales de 1985, 127 Estados habían reformado leyes estableciendo mecanismos para transformar e investigar la situación de las mujeres. Además, gracias a la Conferencia se crearon instancias como el Instituto Internacional de Investigación y Capacitación para la Promoción de la Mujer (UINSTRAW) y el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM).

Desde la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer hasta nuestros días se han dado tres encuentros similares más: la Conferencia del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer (Copenhague, 980), la Conferencia Mundial para el Examen y la Evaluación de los Logros del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer (Nairobi, 1985), y la Conferencia de Beijing (1995), de la cual surgió una Plataforma de acción (Plataforma de Beijing) para no sólo establecer las bases y promover la equidad de género, sino también para empoderar a las mujeres. Sus objetivos son vigentes, y sus logros se revisan permanentemente[4]. La reunión en la capital china contó con 17 mil participantes, y treinta mil activistas manifestaron sus intereses y preocupaciones en forma paralela. Estas cifras dan una idea general de cuánto había avanzado en cuestión de participación y conciencia la mujer en el mundo.


[1] https://www.ohchr.org/sp/professionalinterest/pages/cedaw.aspx
[2] https://www.unwomen.org/es/how-we-work/intergovernmental-support/world-conferences-on-women
[3] https://historiageneromexico.colmex.mx/collections/show/6
[4] https://beijing20.unwomen.org/es/about

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