Guillén de Lampart Primer impulsor de la Independencia de México
“En muchos sentidos, en los decisivos, Guillén de Lampart fue el primer moderno en estas tierras: este abogado de la libertad de conciencia no sólo fue un justo amigo de los judíos, sino un antiesclavista
Dr. Gabriel Méndez Plancart
Guillén de Lámport y su Regio Salterio. Manuscrito latino inédito de 1655

 

Guillén de Lampart, William Lamport, Guillén Lombardo o Lombardo de Guzmán nació en Wexford, Irlanda, en 1611. Fue un inmigrante, conspirador, soldado, revolucionario y poeta irlandés. Realizó sus primeros estudios con los frailes agustinos y franciscanos en Wexford; más tarde fue educado por los jesuitas en Dublín, donde estudió retórica y latín. Continuó sus estudios en la Universidad de Salamanca y en el Estanquillo, en España, lugar en el que hispanizó su nombre. Como dictada el ideal pedagógico de hombre humanista del siglo XVI, Guillén poseía grandes conocimientos en derecho, teología y en todas las ciencias naturales, gozaba de admirable memoria y abundantes lecturas, por lo que también era poliglota: escribía en prosa y verso en inglés, francés, alemán, español e italiano, además de latín y griego. Sus anhelos de exploración y justicia para los oprimidos lo embarcaron en diversas aventuras, convirtiéndose en maestro del sable y experto espadachín, lo que le facilitó enrolarse en diversas batallas y duelos.

El pensamiento de Lampart se caracterizaba por tener ideas revolucionarias. Una de ellas era lograr que países como Irlanda, Portugal, Holanda y Francia, entre otros, reconocieran la independencia de la Nueva España y, de tal manera, liberar a los esclavos de su territorio. Para llevarlo a cabo proyectó dar recompensas a españoles y criollos que apoyaran la lucha insurrecta.

En 1643 fue enviado a la Nueva España para formar parte de la comitiva del ex virrey Diego López Pacheco y Portugal, quien gobernó entre los años 1640 y 1642, con el encargo de averiguar si el aristócrata español apoyaba una rebelión en Portugal. Como agudo observador y analista del contexto pudo percibir la miseria y el descontento de los indígenas, los negros y los mestizos, así como el escaso poder de un lejano y tirano rey español y la indiferencia e incompetencia de los gobernantes de la nueva España. También se percató de la escaza defensa militar con la que se contaba y de las permanentes disputas del clero. Esto hizo crecer su convicción de que los reyes de España no tenían potestad ni derecho sobre las tierras americanas. Lampart consideró que el reino de la Nueva España podía ser derrocado por cualquier ejército invasor, por lo que le comunicó su proyecto al capitán Felipe Méndez.

Algunos meses después de su llegada fue arrestado, juzgado y encarcelado por las fuerzas de la Inquisición tras hacerse pasar por hijo del rey Felipe III de España, pues el capitán Felipe Méndez había denunciado al Lampart ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en el virreinato novohispano el 26 de octubre de 1642 sobre su intención de liberar a indígenas, negros y mestizos. Se le imputaron dos causas: una de fe y otra de infidencia. Además, se le culpó de sedición y brujería. [1]

Durante los ocho años que pasó en la cárcel, Guillén de Lampart planificó un movimiento independentista: planteó un cuestionamiento sobre la legitimidad de la dominación española; intentó idear un nuevo régimen con la elevación de la nobleza indígena al rango de la española, la liberación de los esclavos y el atisbo de una “igualdad de oportunidades” que reaparecerá posteriormente en los idearios de la Independencia; asimismo, trató de concebir un movimiento de insurrección con sus hipotéticas implicaciones internacionales con un sistema de castigos y recompensas a los diversos grupos poblacionales. Empero, al mismo tiempo, también preparó y realizó su fuga. [2]

El 26 de diciembre de 1650 escapó de prisión y, durante los siguientes días antes de que la Santa Inquisición volviera a aprehenderlo, organizó fuerzas con la población autóctona para impulsar una guerra de independencia. Durante los siguientes nueve años que estuvo preso escribió varios libros pequeños con acérrimas críticas contra la Inquisición y alrededor de mil salmos y versos en lengua latina. Algunas de sus obras que quedaron registradas en los documentos de su juicio son Propuesta al Rey Felipe IV para la liberación de Irlanda, una Proclama Insurreccional para la Nueva España, un Pregón de los justos juicios de Dios, que castigue a quien lo quitare y sus 918 Salmos en un latín de carácter humanístico.

Entre los delitos que se le imputaron se encuentra la creación de un movimiento insurreccional en la Nueva España para separarla de la Corona de Castilla y emancipar a los indios, esclavos y castas.[3] La Santa Inquisición lo acusó nuevamente de sedición, herejía, hechicería y calvinismo, entre otras faltas al modelo religioso católico.[4] Así bien, Lampart murió en la hoguera en la Ciudad de México el 19 de noviembre de 1659. Hasta el último momento de su vida mantuvo su postura de desafío frente a la Inquisición. Según la historia popular, logró ahorcarse antes de ser quemado por las llamas.

La legendaria personalidad de Lampart ha sido protagonista de historias, mitos y leyendas; no obstante, llegó a caer en el olvido durante el siglo XVIII. Pero en el siglo decimonónico el ilustre jurista, escritor y político, el general Vicente Riva Palacio Guerrero, después de más de doscientos años de su muerte, lo revivió en su novela histórica: Memorias de un impostor, Don Guillén de Lampart, Rey de México (1872), basada en la vida de este humanista revolucionario. Para llevar a cabo su novela, Riva Palacio se documentó en las actas de los archivos del Santo Oficio. Gracias a esto, le fue posible relatar su novelesca vida, el proceso inquisitorio en que se vio inmiscuido, su actitud en el largo juicio y la sentencia final. A partir del libro de Riva Palacio y las características literarias de Guillén de Lampart, otros autores basaron sus propias novelas en el personaje, hasta llegar a recrear con ella, la famosa figura ficcional de “el Zorro”.

Hoy día sigue presente como un antecedente de los símbolos insurgentes. Un dato poco conocido es que, dentro de la columna del Ángel de la Independencia, en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México, se encuentra una estatua del irlandés Guillén de Lampart a manera de reconocimiento y homenaje del pueblo mexicano a la lucha de un hombre que no temió plantear con claridad un ideario revolucionario y que, ante la situación opresiva de los indígenas en la Nueva España, osó desafiar el poder que ejercía la Santa Inquisición a costa de su propia vida.

Para acceder a Memorias de un impostor, Don Guillén de Lampart, Rey de México[5]. https://bit.ly/3msHQZq

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