Sor Juana Inés de la Cruz y Día Nacional del Libro
“Yo, desde niña, me sentí inclinada a la actividad intelectual. Quería vivir sola, sin ruido, sin obligaciones que estorbaran la libertad de mi estudio. Siempre sentí total negación al matrimonio. Sabía perfectamente que un convento no era el ambiente ideal para desarrollarme como yo quería, pero los usos sociales no me dejaban otra alternativa. Me hice monja por razones de conveniencia”.
Sor Juana Inés de la Cruz
Poeta y dramaturga humanista precursora de la lucha por los derechos de las mujeres

 

Juana de Asbaje (1651-1695) nació el 12 de noviembre en el seno de una familia hacendada de holgada situación económica en San Miguel Nepantla, en la Nueva España, actual Estado de México, México.

Desde niña, Juana de Asbaje tuvo la oportunidad de consultar la nutrida biblioteca de su abuelo. Aprendió latín con facilidad y tenía conocimientos de lengua náhuatl. Llevó a cabo la primera etapa de su educación formal dentro de la orden de las Carmelitas Descalzas, en la Iglesia del Convento de Santa Teresa la Antigua. Debido a los extremosos métodos de las Carmelitas Descalzas —que incluían castigos físicos—, consiguió que sus padres la cambiaran de institución e ingresó en la orden de San Jerónimo —actual sede de la Universidad del Claustro de Sor Juana— .[1]

Gracias a algunas influencias que logró establecer con personajes importantes de la corte y del clero —como los condes de Paredes y los marqueses de La Laguna— pudo escribir su obra literaria, la cual está considerada por los críticos literarios con mayor reconocimiento académico como una de las más importantes de los Siglos de Oro, a la altura de poetas y dramaturgos como Garcilaso de la Vega, Lope de Vega, Miguel de Cervantes, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo y Calderón de la Barca.

La obra de Sor Juana se encuentra atravesada por una constante crítica a los valores de la sociedad novohispana, la cual consideraba que las mujeres no debían tener la potestad sobre su propio futuro y sus propios actos. Ante la negativa de la sociedad, de sus superiores religiosos y de su propia familia, “La décima musa” siempre luchó por ingresar a la universidad —llegando a plantearse la posibilidad de ingresar disfrazada de hombre— y poderse formar como estudiosa de textos literarios, filosóficos y religiosos. Su obra literaria reúne poemas filosóficos —entre los que Primero sueño (1692) tiene un lugar preponderante en la poesía barroca y gongorina—, poemas amorosos, poemas líricos, sonetos, al igual que autos sacramentales como El divino Narciso (1689) y obras de teatro como Los empeños de una casa (1683), una de las comedias de enredo más importantes de la literatura áurea. Asimismo, se conservan algunas cartas del epistolario de Sor Juana, como la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691), en cuyas líneas expone las recriminaciones que le hizo Manuel Fernández de Santa Cruz —obispo de Puebla— por dedicarse a la escritura filosófica y no a la religiosa, como supuestamente se esperaba de una mujer .[2]

La Respuesta a Sor Filotea de la Cruz es un documento en el que Juana de Asbaje manifiesta su necesidad de actuar conforme a su libertad y dignidad humana, así como muestra su decepción y frustración sobre las condiciones estructurales que no permitían a las mujeres ejercer sus profesiones libremente, sino de acuerdo con el mandato masculino. En la carta, “El Fénix de México” describe la labor de varias mujeres en la historia que han mostrado un ingenio y sabiduría de altura. Asimismo, ejemplifica cómo las mujeres son capaces de realizar los mismos trabajos físicos e intelectuales de los hombres con la misma calidad y determinación.

Entre sus escritos, Sor Juana Inés de la Cruz siempre defendió al mundo indígena, a los pobres y el derecho a la información y a la educación de las mujeres. Por ejemplo, en uno de sus poemas más conocidos, “Hombres necios que acusáis…” señala la hipocresía y las contradicciones de los hombres en sus relaciones con las mujeres.

Ante la incesante presión de sus superiores religiosos, Juana de Asbaje dedicó sus últimos años a las labores adjuntas a la vida monástica; no obstante, nunca renegó de su obra. Posteriormente, Sor Juana murió atendiendo a los pobres y a las monjas enfermas por la epidemia de tifus que asoló la Ciudad de México en 1695, al contagiarse de la enfermedad.

Durante los últimos dos siglos, la figura de Sor Juana Inés de la Cruz ha sido reivindicada como un símbolo de las luchas sociales de las mujeres por su incesante ánimo crítico frente a las instituciones que la oprimieron como artista, como monja y como mujer. Desde 1980, cada 12 de noviembre se conmemora en México el Día Nacional del Libro en honor a Juana de Asbaje y al legado de la lucha de sus derechos. Esta fecha tiene como objetivo promover y fomentar el derecho de acceso a la información, a la cultura y al arte de la población mexicana .[3]

Área Responsable